Una historia circular de madres e hijas

Todo comienza en el Madrid bombardeado por el ejército de los nacionales. Ante el peligro, el propietario de la fonda Flora envía a su hija Elvira y a su esposa a casa de unos familiares en Toulouse. Ángela, amiga de Elvira e hija de los porteros de la finca cercana a la Gran Vía donde se encontraba la fonda, sobrevive al bombardeo que destruye el edificio, en el que perecen sus padres, el propietario de la fonda y un matrimonio de huéspedes.

Ángela, de manera encomiable, busca cómo socorrer a padres y amigos, pero entre los escombros solo encuentra con vida a la bebé de los huéspedes fallecidos. En un acto desesperado e inconsciente, coge a la niña, el equipaje del matrimonio, sus joyas y la documentación de la joven pareja muerta, y huye de la casa en ruinas. Poco a poco decide apropiarse de la identidad de la joven muerta y asumir el papel de progenitora de la bebé superviviente. En su huida, resuelve viajar a Asturias, concretamente a Oviedo, para presentarse ante la desconocida familia del padre fallecido, usurpando la identidad de la esposa víctima de la tragedia y presentarles a su nieta. En un instante, las vidas de Elvira y Ángela se rompen en pedazos, y nada hace pensar que sus caminos vuelvan a cruzarse.

De esta forma tan trágica comienza la vida de unas mujeres que deberán luchar por sobrevivir, sin imaginar lo que el destino les tiene preparado. La narración incluye varias historias magistralmente entrelazadas, arrancando en la actualidad, con la agonía de una de las protagonistas. A lo largo de la obra, la narradora repasa los hitos que forjaron la vida de unas mujeres fuertes, valientes y decididas, que supieron sobreponerse a los golpes de la vida y cuya historia se cierra en una estructura circular.

Rivera construye una intriga llena de engaños cuyas consecuencias son imprevisibles. Para mantener al lector enredado en el tremendo embrollo que va sucediendo, la autora cuenta la trama auxiliada por la analepsis (retrospecciones que rompen la secuencia cronológica) y una estructura circular que devuelve al lector al punto de partida, subrayando la evolución de los personajes. Asimismo, utiliza el recurso de que la narración se efectúe a través de un narrador en primera persona, procedimiento que confiere a la obra un tono íntimo y emotivo, que potencia la hondura psicológica y la cercanía con las protagonistas.

Gracias a esta forma de narrar y a la sobresaliente “nota de la autora” con que se inicia el libro, me encontré rápidamente predispuesto a la lectura. Esta vez decidí, pese a lo mucho que me enganchó el libro, realizar una lectura sosegada, evitando la ansiedad de leer sin pausa, para disfrutar mejor del estilo y recrearme en un mundo que conocí por lo escuchado muchas veces o incluso en algunos pasajes vividos en primera persona.

La casa de huéspedes es una crónica de lo que fue la vida en cualquier capital de provincia del pasado siglo. Ana Lena retrata con precisión y minuciosidad la vida en la vetusta Oviedo, que me recuerda las descripciones de Leopoldo Alas “Clarín” en La Regenta, considerada la obra cumbre del realismo español, o las de Nosotros, los Rivero, la gran novela generacional asturiana escrita por Dolores Medio, que obtuvo en 1952 el premio Nadal.

La novela es también un homenaje a las madres y abuelas que precedieron a la autora, mujeres que en las décadas más duras de España trabajaron incansablemente por mejorar su vida y la de sus familias. Rivera ofrece una historia profundamente femenina sin necesidad de recurrir a manidos tópicos feministas. Describe con agudeza los convencionalismos morales y sociales que se desarrollan y que, en muchos casos, aún se resisten a desaparecer en las ciudades de provincias.

En la magnífica urdimbre que Rivera va tejiendo, cada paso conduce a un acontecimiento de consecuencias inesperadas. La forma en que presenta los sucesos, concatenados con habilidad, refuerza la intensidad del enredo.

Ana Lena Rivera, novela tras novela, se consolida como una autora de gran proyección, destinada a convertirse en un referente. En esta obra, como en las anteriores, persigue la maestría en el lenguaje, cuidando la gramática, el vocabulario y la sintaxis. Su creatividad e imaginación son desbordantes, permitiéndole desarrollar estructuras complejas que dotan a los personajes de una psicología rica y variada. Con su escritura consigue crear una atmósfera tensa que envuelve al lector, hasta hacerlo sentir testigo directo de la narración; cuando se da cuenta está sentado en primera fila, viviendo la trama como propia.

Los lectores agradecemos que un libro esté bien estructurado, con un ritmo adecuado y giros argumentales sorprendentes que conducen a un desenlace coherente. También, valoramos que la narración ofrezca profundidad y reflexión, de manera que no solo disfrutemos, sino que también reflexionemos y acabemos sintiendo una conexión íntima con la novela, reconociendo en todo momento el estilo propio que la voz de la autora imprime a la historia.

A través de las características enumeradas se ha ido consolidando la trayectoria de Ana Lena Rivera, hasta que en sus tres últimas publicaciones ha sobresalido como una de las autoras más destacadas del panorama actual. Sus libros atraen a cientos de miles de lectores, generan gran expectación en cada lanzamiento y confirman, una y otra vez, las expectativas creadas. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme que, con La casa de huéspedes, Ana Lena Rivera se incorpora a esa selecta pléyade de grandes voces de la narrativa española contemporánea.

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Autora: Ana Lena Rivera. Título: La casa de huéspedes. Editorial: Grijalbo. Venta: Todos tus libros.