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«Vamos a cenar niños», o por qué es tan maravillosa la lengua española

«Vamos a cenar niños», o por qué es tan maravillosa la lengua española

Con Un idioma sin manchas, Ramón Alemán nos invita a recorrer cien caminos en busca de un español correcto, pero siempre con la certeza de que, en lo que a la lengua se refiere, la corrección es a veces un lugar impreciso o difícil de hallar. La ortografía, la gramática y el léxico de nuestro idioma, que es propiedad de 500 millones de personas, son los asuntos que se tratan en esta obra, en la que la duda, la tolerancia, el sentido común y el humor son las herramientas que nos permitirán descubrir misterios, caprichos y hasta incongruencias de la lengua española.

Zenda adelanta la introducción del autor a este libro, publicado por DeBolsillo.

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Un idioma sin manchas es una crónica sobre la última etapa —por el momento— de la larga aventura en busca del conocimiento de la lengua española que inicié hace ya mucho tiempo. Este libro es un ensayo lingüístico con el que intento explicar algunos aspectos de nuestro idioma en lo tocante a su ortografía, su gramática, su léxico, las variedades que se hablan a ambos lados del Atlántico… No está dirigido a un lector especializado, sino al público en general; por eso he tratado de no escribir una obra soporífera, como lo son las gramáticas o los manuales de estilo: muy al contrario, soy de los que opinan que la letra con humor entra. Así, para explicar, por ejemplo, por qué es obligatorio usar la siempre olvidada coma del vocativo, lo hago con esta oración: «Vamos a cenar, niños». Si eliminamos la coma, convertimos el vocativo niños en un complemento directo y, por lo tanto, estaremos haciendo una inquietante apología del canibalismo. El humor es, de hecho, uno de los pilares de este ensayo; el otro, no menos importante, es el rigor con el que se debe tratar el estudio de nuestro idioma. Aunque todo el libro mantiene cierta unidad, cada uno de los cien capítulos se puede leer de manera independiente. Es una obra para beber del tirón o a sorbos.

Mi visión de la lengua española es la de un corrector de textos, que es el trabajo con el que me gano el pan desde hace varias décadas. Este oficio me ha llevado de un talibanismo inicial (¡solo me valía lo que dijera la Real Academia Española!) a emprender una particular aventura lingüística, al modo de Frodo Bolsón en El señor de los anillos; pero, a diferencia de lo que le ocurre al hobbit, tras mi salida de la comarca académica no me encontré con orcos, sino con elfos, a los que desde entonces denomino guardianes de la lengua. Ahora sabrán quiénes son.

Mi trabajo de corrector y asesor lingüístico me obligó en su día a buscarles respuestas, más allá de los dominios de la RAE, a infinidad de preguntas sobre puntuación, acentuación, mayúsculas y minúsculas, la ortotipografía, el léxico, la morfología, la sintaxis… Para encontrar esas respuestas siempre recurro —también en este libro— a un ejercicio que les recomiendo a todos, y no solo para escribir bien, sino para cualquier actividad intelectual: la duda. Y acudo también a la sabiduría de esos guardianes de la lengua a los que me acabo de referir; unos guardianes que no castigan, sino que cuidan. Hablo de autoridades lingüísticas como José Martínez de Sousa, Manuel Seco, María Moliner, Humberto Hernández, Lola Pons, Álex Grijelmo, Leonardo Gómez Torrego, Andrés Bello, Rufino José Cuervo, Ángel Rosenblat… Que recurra a ellos no quiere decir que siempre esté de acuerdo con sus puntos de vista: cuando no lo estoy, expongo los míos, con prudencia pero también con sentido común y dejando abierta la ventana más refrescante: la de la tolerancia, consciente de que, en lo que respecta a la lengua, la corrección es a veces un lugar impreciso.

Un idioma sin manchas se divide en ocho partes: «La ortografía, un acuerdo entre iguales», «Tropezaderos lingüísticos», «Deportes de riesgo», «Andalucía, Canarias y América», «Misterios de la gramática», «Delito y perdón», «La corrección de textos» y «Guardianes de la lengua». En el libro se tratan asuntos como el uso correcto de la coma en infinidad de contextos, para qué sirve el punto y coma, qué es el leísmo, por qué decimos el agua en lugar de la agua, por qué queda tan feo usar algunos gerundios, por qué la inmensa mayoría de los hispanohablantes somos seseantes, por qué es acertadísimo que el adverbio solo no lleve tilde, por qué no es un delito decir de motu propio y no motu proprio

En Un idioma sin manchas me detengo inicialmente en la ortografía, que no es otra cosa que un acuerdo entre un grupo de personas que hablan el mismo idioma. Ese acuerdo consiste en que cuando cualquiera de esas personas vea unos dibujitos sobre un papel, sabrá qué está pensando el que los dibujó; para ello, ambas partes —quien escribe y quien lee— deben guiarse por unos signos y por unas reglas, de tal modo que la comunicación quede garantizada. De ahí que insista en la necesidad de que nuestra ortografía sea clara y esté regulada por unas normas comunes para todos. Todo lo contrario de lo que ocurre con el léxico y la sintaxis, que se manifiestan de forma maravillosamente plural a lo largo de una vasta nación que va desde Estados Unidos hasta Chile y desde Galicia hasta las islas Canarias, pasando por el Sáhara, Guinea Ecuatorial, Filipinas… Sobre este asunto, en el libro se explica que las variedades meridionales de nuestra lengua no son hijas descarriadas o pintorescas de una supuesta norma superior y más prestigiosa, que sería la de Castilla; en realidad, todas las formas de hablar español, incluida la castellana, son dialectos, y todas son hermanas: la relación que existe entre ellas es horizontal, no vertical.

Con Un idioma sin manchas invito a los lectores a ver la lengua española como un invento eficaz, caprichoso, útil, hermoso y tan diverso como los quinientos millones de bocas que lo mantienen a diario con vida en los bares y en la escuela, en la radio y la tele, en los libros y en la prensa, en el cine y en la calle.

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Autor: Ramón Alemán. Título: Un idioma sin manchas. Cien caminos en busca del español correcto. Editorial: DeBolsillo. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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