Para encontrarme, tuvieron que perderme, tuvieron que desprenderme, con espátulas con pinchos, con hierros al rojo. Y ahora voy ajeno a la libertad, hijo de la tristeza, ajeno a una frase que no sé si existió o no. Solo soy prisionero del tintero en mi piel. Ausente a la luna y al sol al amanecer, viviría bajo tierra si no fuera porque me queda demasiado que hacer. Por desgracia mi sombra siempre me concede aire. Ay de este corazón hueco de orgullo, que ya no sabe si es mío o siempre será tuyo. Con poco más que hacer que escribir y envejecer, este viejo pellejo a bordo de su lento tren expreso sin regreso hacia el olvido.
Voy a hacer algo sobre lo que solo yo tengo control. Algo en lo que no dependo de las acciones o percepciones de otros. Algo que me nace del alma y que necesito hacer.
Y es perdonar.
Perdonar no es un acto de olvido. No es una forma de santificarse. Perdonar es reconocer todo el daño que alguien te ha hecho, incluso el que le queda por hacerte; y a pesar de eso, decir “aquí tienes mi mano abierta, no mi espalda” es liberarse, y liberar hasta la medida de lo posible al que se perdona del odio.
Repito que no implica que el daño no se haya hecho. Dependiendo de las circunstancias, el daño puede ser, y es, irreparable. Pero desde mi modo de entender la vida, no puedo y no sé guardar rencor. No puedo albergar sentimientos negativos.
Sé que muchos a mi alrededor, que me quieren más de lo que merezco, los albergan por mí en demasía. Y desearía que se libraran de ellos. Pero en lo que a la persona que perdono concierne, estas personas no importan.
Doy mi perdón del mismo modo que siempre lo di todo, con sinceridad e ingenuidad. Y no lo hago de un modo cristiano. Esto es importante para mí recalcarlo, puesto que no obro guiado por las palabras de libro sagrado alguno. Obro guiado por lo que siento. En medio de todo este dolor que nunca se irá, esta profunda rotura que me ha desecho para siempre, antes de que el perdonar parezca sinónimo de olvidar, digo con sinceridad que perdono.
Que el mar ya no será mi hogar nunca más. Que el naranja me causará cortes en los pensamientos. Que escribir acarreará un pequeño acto de tristeza. Y que cada niño y gato que vea me retraerán a lo que se me arrebató con tanta crueldad. La alegría de la vida me fue quitada por última vez, y ahora solo aspiro a ayudar a sanar a otros. Porque conozco lo que es el roto, la grieta, la pena. Porque no creo, por suerte, que conozca a nadie que sufra esto del modo en que yo lo hago. Pero me niego a ser un trasto inservible. Sí, a quien perdono es a alguien que ha intentado que me vuelva eso. Pero no es problema mío. Solo sé perdonar, porque es lo que me nace.
No soy el centro del universo. El centro de mi universo me apuñaló, repetidamente, me exilió. Esta es una verdad de la que desearía escapar. Mi respuesta no fue mejor. Y esta es una verdad de la que no deseo escapar, porque quiero aprender de ella. Ahora mi dolor es el centro de mi universo, pero sabré poner animales en su lugar, proyectos, imaginación. Y el dolor seguirá sin irse, seguirá recordándome que él es el verdadero centro. Los recuerdos seguirán frescos. Añoraré intimidades, sonrisas, bromas, entendimiento único, sueños únicos. El olor de la vida. Añoraré hijos. Añoraré a mi otro yo, no el de este cuerpo, el que está en otro cuerpo que también pena y duele a su manera. Pero esto es vivir, y ya lo dijo Antonio, al que cito todo el rato, en La casa sosegada: la vida es constante creación y destrucción. Lo que es a mí, la vida me dio un poquito de creación y un mucho de lo otro… Bueno, fueron mis cartas. Ahora tendré que pedir silencio a quienes hablen con odio. Porque no hay odio en mí. ¿Qué hay en mí?
Hay muy poca cosa ya. Como una hoja al final del otoño que es solo aire y nervaduras. Y aunque no está bien así. Porque fue hermoso, porque deberíamos haber sabido hacerlo aún más hermoso. Porque hay quienes han sufrido y sufren por esto a quienes no puedo pedir perdón, yo pido perdón e, independientemente de la respuesta, perdono.
Tristemente, siempre quedará ese vínculo extraño y mágico que penará por la necedad de sus extremos. A él… a él no sé qué decirle. Solo reconocerlo.
No se cierra una etapa de mi vida. Se cierra mi vida. Y está bien. Muchas cosas más importantes se cierran día tras día. Ahora volveré a ser silencio, a pesar de mis escritos, volveré a ser melancolía, volveré a ser viento y hielo.
Y en lo que pueda servir o no, mi perdón pende del aire para quien sepa verlo. Mi humilde ruego de perdón, y mi aún más humilde extensión de perdón.
Ser escritor es mucho más que crear historias. Ser escritor es mucho más que entretener a los demás o a ti mismo. Si acaso, esto son habilidades secundarias no siempre presentes. Ser escritor es un modo de distanciarse de los eventos de la vida, y de buscar la forma de entenderlos. No es filosofía, aunque se acerque peligrosamente. Si acaso es un tipo de periodismo de la vida. Es un arte que crece en los silencios, en las intensidades, en las cicatrices. Ser escritor, querido lector que acaso no entienda qué hace esto en Zenda, es una maldición y un poder. Y si algo es este que escribe, por encima de todos los adjetivos negativos y positivos que se me han aplicado, es eso, escritor. Y solo como escritor sé vivir la vida, por más que me empeñe en que soy capaz de llevar otros trajes, en dejar huellas distintas.
Pronto llegará el otoño. Y quisiera irme con él. Pero quedan muchos que vivir, quedan a a quienes cuidar, y por quienes respirar. Si pudiera volverme árbol, planta, cosa de corteza seca y raíces profundas, ahí sí podría vivir solo por mí. Pero hasta entonces, lo haré por otros. No suena tan mal plan, ¿no? No lo aprendí de aquél que tanto menciono, pero me parece, ahora que lo pienso, que es algo, otra cosa más, que compartimos.


Suena a despedida no como fin.
En el “mientras tanto” hay DESEO y
PERDÓN.
“Y DESEARÍA…”
“DESEARÍA ESCAPAR…” etc.
No hay Fe ni Filosofía.
Hay FE y Filosofía:
●”ALGO QUE ME NACE DEL ALMA
Y QUE NECESITO HACER.
Y ES PERDONAR. Y ES LIBERARSE.
LO QUE ES A MÍ, LA VIDA ME DIO UN
POQUITO DE CREACIÓN” Fe
●”SER ESCRITOR ES UN MODO DE
DISTANCIARSE DE LOS
EVENTOS DE LA VIDA, Y DE BUSCAR LA FORMA DE ENTENDERLOS”.
Filo-
“Es de esperar que haya quien no entienda esto”.
“LA LETRA AHORCADA”
El Arte , La Poesía , La Literatura
s o n .
La LETRA puede estar ahocada a su función de formar PALABRAS o la Letra puede ahorcar al formar
PALABRAS.
Tal vez no haya comprendido.
Tal vez haya comprendido lo que no debía ser comprendido.
Inquietante, TODO.