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Más allá de lo que ven tus ojos

En El ojo desnudo: Si no lo ven, ¿cómo saben que está ahí? El fascinante viaje de la ciencia más allá de lo aparente (Crítica, 2016), el periodista Antonio Martínez Ron cuenta cómo hemos avanzado gracias a quienes no se conformaron con ver la realidad a través de un sentido tan deficiente como el de la vista.

Comprender el funcionamiento del ojo y crear artefactos capaces de superar sus límites, como el telescopio o el microscopio, nos ha permitido generar conocimiento y encontrar soluciones a una multitud de problemas. Nuestra visión del mundo y nuestra calidad de vida han ido cambiando, sin duda a mejor, gracias a la curiosidad y en algunos casos a la valentía de quienes se esfuerzan por ver más allá de lo evidente.

Pero en épocas de cambio, de incertidumbre, abundan los cobardes, quienes por asegurar prefieren creer sólo lo que ven sus ojos, las frases más simples, los argumentos más reduccionistas. Sumergido en el optimismo que desprende el libro de Antonio, me llegó un vídeo por WhatsApp, uno de tantos, con un mensaje cada vez más habitual. Venía firmado por «el Síntoma» y explicaba algo así como que la medicina es una filfa, que nuestros dolores tienen su origen en nuestro inconsciente y que una sonrisa nos salvará de los virus, el cáncer o las caídas por las escaleras.

El mecanismo que hace que este tipo de chorradas funcione es sencillo. Leemos un mensaje corto, comprobamos que reír nos gusta más que llorar y nos conformamos con la seguridad de lo inmediatamente conocido porque intentar entender lo compleja que es la realidad es agotador y nos quita tiempo para poder leer el siguiente mensaje que nos llega por el móvil.

Lo peor no es que exista gente dispuesta a escribir memeces y a ganar dinero con ellas («el Síntoma», en su web, acaba vendiéndote humo a un precio considerable), lo grave es que, despreciando los logros científicos de todos los que nos han precedido y de quienes en estos momentos se empeñan en seguir viendo más allá de lo evidente, un amplio número de paisanos bienintencionados difunda este tipo de mensajes.

Mirando más allá de lo que ve el ojo desnudo hemos visto cómo funcionan los virus, la evolución de múltiples enfermedades, la configuración del universo conocido o la importancia de la gravedad cuanto te caes de un primer piso. La explicación a estos fenómenos no cabe en 140 caracteres y no es fácil de explicar en un vídeo de 20 segundos con imágenes de un cielo azul por el que pasean henchidas de felicidad un puñado de nubes blanquísimas.

Por eso son necesarios libros como el de Antonio Martínez Ron, esforzados en explicar lo complejo de un modo sencillo, posibles de entender hasta para quienes somos de letras puras. Claro que, para que trabajos como éste influyan, hace falta que algunos se animen a leer algo más que un mensaje impreso en una taza. Hay que convertir a los cobardes aferrados a un titular simplón en valientes capaces de enfrentarse a una realidad compleja.

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