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11 poemas de Enrique Winter

Foto: Contanza Jarpa Luco.

Enrique Winter es un poeta y traductor nacido en Santiago, Chile, en 1982. Es autor de los poemarios Atar las naves, Rascacielos, Guía de despacho y Lengua de señas, de las novelas Las bolsas de basura y Sobre nosotros callaremos, y del álbum Agua en polvo, publicados en once países y cuatro idiomas. Traductor de libros de Dickinson, Chesterton, Larkin, Howe y Bernstein, ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Nacional Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie, entre otros.

***

LAS PATAS DE LOS PÁJAROS

Calientes como el universo antes de armar galaxias
y comprimidos como ese universo, un saco de dormir en la mochila
a punto de estallar
como quien pinta el altiplano mirando el sol de frente
o quien decide mientras corre buscar su muerte en otro sitio,
jugamos a engañarnos,
alzando el velo de otras novias como neblina que al volcán levanta;
la bufanda es el yugo que ha tejido la sobra de cariño y de minutos,
el vapor que madruga en las colinas.
Y recorremos los destrozos, así pisando lava
donde la noche es nuestra lengua y es nuestros dedos,
todo lo que se escapa de nosotros:
el sudor y las lágrimas, el semen
en las piernas delgadas y sin garbo
de flamencos rosados en la altura, picoteando los restos,
doblando el cuello hacia nuestra espalda,
rascándonos la tarde con las uñas de pájaras tan nuevas
como lagos congelados
apareciendo allí donde aleteábamos las aguas.

***

AQUÍ SE ESCULPE CON LOS OJOS OÍDOS

ojalá las imágenes se basten a sí mismas
pero lo que dicen es y debe ser
otra cosa

del dueño amando hasta el olor de los billetes
se los refriega por la trompa y los párpados como un artista las teorías
en boga nada malo si mantuviera los ojos semiabiertos y la nariz
parcialmente despejada
como este día en el puerto un buque

de carga se agranda conforme pierde definición la tarde
y trae a dos mil asilados

esto se trata de dos amigos que conversan de otra cosa
mientras gozan las imágenes que trafican     láminas del álbum
de fútbol o monitos que incluyen la faltante para completarlo
fotos del fin de semana en la playa     de un cumpleaños familiar
si no olvidable     de exnovias que renuevan su ricura
desde el paso del tiempo y bajo el humo del asado o del cigarro
del catálogo de autos que jamás podrán comprar     de pin ups
u otras bagatelas del recuerdo
y el recuerdo puede ser instantáneo

esto también puede tratarse de una madre y un hijo
o uno solo de los amigos conversándose en voz baja
mientras las imágenes se le traspapelan     echado en y de un hotel
de la ciudad donde vivió toda su vida

***

FIRME AQUÍ: MI FIRMA ES REDONDA Y FINA

Hace justo un año fui testigo contra mi marido por abusos sexuales de otra.
Desde entonces Carabineros ronda por mi casa
pues su hermana juró vengarse. Él está preso
y así esposado viene a la audiencia de divorcio.
Los niños querían acompañarme para verlo, porque lo aman tanto como yo.

Si me ensucio, ahí no es donde me limpio: me interesa la limpieza del paño.
Me duele ver de pie al gendarme y a espaldas de mi esposo, ojalá nadie pase por aquí.
No quiero rearmar mi vida. Yo me miré al espejo esta mañana y lloré.
Vine tarde a la audiencia. Quién sabe si se suspendía,
como el almuerzo cuando él no llegaba.

***

SABE A LECHE HOSPITAL BAÑO DE HOMBRES

acorralado en una esquina lo mean dos
compañeros lo persiguieron por pasillos
y la camisa se le pega al pecho y abdomen
como yema caliente y luego clara
fría acetato de polivinilo o nieve
adherida a la piel de gallina en las casas
de ladrillo en su abdomen
contra el piso y la pared de baldosas

arrancan los de camisas secas como velas náuticas
nubes banderas de paz o de pan

mientras él huele

las gotas de meado y sudor afuera
de su buhardilla de su axila sobre las escupidas
escarchas y baldosas despabila nevado
a delantales policías en un hotel pero en el piso
del pasillo latía la pieza que buscaba
a los cubrecamas de canas las pisadas de hielo
globo ocular los dientes

***

HABÍAN DOS NIÑITOS

así comenzaban los chistes que inventaba mi hermano
no contaba chistes los inventaba y yo lo interrumpía
por fome a uno de los niñitos siempre le pasaba algo
se caía por ejemplo y yo le explicaba por qué era fome
cuando andaba de ánimo le cedía la ausencia de gracia

y teníamos un tío el rey arturo alias julín serra porque
julín serra era el rey de los delantales un fabricante
de uniformes para asesoras del hogar y a mi tío le decían
julín serra el rey de los delantales no por empresario
sino porque amó a todas las nanas y princesas de este
barrio y del otro hasta la noche de su muerte

yo lo recuerdo solo una tarde en que sembró el crataegus
o espino pero él dijo crataegus y quedó como cratehue
para mi madre para mí y dentro del jugo con mucho hielo
que le mojaba la barba al tío flaco sin pega estable
escuchando los chistes fomes de mi hermano y riéndose
de buena gana

me cerraba un ojo como diciéndome que lo cachaba
el chiste era fome como le cerró un ojo a mi hermano
en el único recuerdo que él tiene del mismo tío viniendo
tarde a la iglesia

cerrar un ojo hasta cerrar los dos pero

antes reírse de buena gana con los chistes de mi hermano
como nunca nadie lo había hecho

e inventar otros

signos de exclamación bocas abiertas dientes de leche
había dos niñitos y uno cualquier cosa decía el tío
era más chistoso que la cresta eran cochinos los chistes
y mi madre jugaba el rol de censurarlo haciendo que nos
riéramos más

a los diecisiete años de muerto mi tío murió julín serra
y como sucede con todos los dueños llovieron obituarios
le escribí un poema a mi tío peor que los chistes de mi
hermano porque no pensé en mi hermano y ahora son
veintitrés los años y uno solo el recuerdo con mi tío
versionando sus chistes

había dos niñitos

demasiado tarde aprendí que yo era el otro

***

SOLES

Un sol, la dicha
sorprende a la mesera que recibe
la propina cual dios del mismo nombre.

Un sol rojo en la playa, píxel en el ojo
de una foto digital que no debimos sacarnos,
interrumpido por líneas de nube (las cataratas)
y la tele del bus,
polvo que impide otros polvos
en un desierto que ningún pasajero reclama,
inadvertido el mar (el iris).

El bus auspicia la negra carretera
que corta el arrebol,
una camiseta que sería de rangers
si estuviera en mi tierra y no
donde ninguna construcción se ha terminado
para eludir impuestos o mirar las estrellas,
apenas cubiertas por la ropa interior colgada
y flameando: camisetas de un equipo pequeño
visitando el estadio de la masa tevita.
La rueda del triciclo armando un taco, este sol
tres cuartos en el agua su reflejo,
más la pantalla del bus que ese ojo rojo.

Una vez me dijeron que era un sol.

Y si para tocar el sol bastaba
poner el dedo chico en la primera
cuerda luego del do, siempre enseñaron
mejor el anular, voltearlos
como el cartel –cerrado– en los boliches
y me dan ganas de contarles cuál
es el cambio de sol a peso,
pero la tasa es otra (juego de manos
y muecas) cuando la pronuncio
en la guitarra.

En el cielo despejado no hay puntos de referencia
para decir cerca o lejos.

Mejor que venga el sol, que trague
a quienes lo permiten apenas quince días
retribuyendo el año de maltratos
(era gratis, gratuito, gratis, gratis).
Con el color ladrillo de las casas
sin terminar (ya, casi todas)
dorado el oro, el día, el hombre
no la plata, la luna, la mujer (acaso la pantalla
o bien la dicha de la mesera que recibe
la propina cual dios del mismo nombre).
Las decenas de veces que intentamos la foto
con la puesta de sol, la espera
por revelar un rollo que nos presentaría
negros de nuevo, tapando un rojo inentendible.

En la ciudad que habito yo decido
si me alimento, si me abrigo, si miro mis pisadas cuando vuelva.
Quien decide afuera es el sol,
si crece algo de comer, si muero
de hipotermia o transpiro.
Le rezaría a él antes que a nadie:

yema de huevo de campo
derramada en mar la copa
no del galán de la tele
sí de los espectadores.

La clara previa a revolverse es una nube
y el cielo cubre la paila.
El ruido de ese aceite recuerda al de las olas
cuando se está en el mar y no con la conchita en el oído,
a regadores cuando empapan, y

las películas nos robaron hasta el atardecer.
El bus nos ha robado el viaje.

Al sol lo construyeron jornaleros
como los de este bus, que ni lo miran
ahora que la energía puede inventarse en otros soles,
que no los broncearán
aunque se juren invitados.

Difícil adorar a un solo sol
cuando ya existe la palabra soles
y uno no sabe si vio el mismo ayer
(cambiaron el camino y la abrazada)
cuando al camino le salieron brotes
y a la que amamos, el fruncido ceño
las decenas de veces que intentamos la foto
con la puesta de sol, la espera
por revelar un rollo que nos presentaría
negros de nuevo, tapando un rojo inentendible
como el del ojo en tomas digitales.
Acaso quede el puro rojo
que ven los cerrados cuando al sol,
delgados pájaros de interferencia.

La terramoza (qué palabra) dice
que para una mejor visión de la película
se cierren las cortinas.

***

MONITOR

Nunca en mi vida había conocido a alguien tan egoísta, sólo
te preocupas de ti mismo, de la imagen que tiene el mundo
de ti. En el interior, no hay piezas reparables por el usuario.
No sabes amar con intensidad, dudo que te arda la sangre
por dentro, no intente reparar este aparato usted mismo
y es imposible seguir enamorada de alguien que está muerto
no exponga este monitor directamente al rayo del sol
de alguien que no tiene los ojos brillantes
que las características que más odio
en el ser humano sean tan constituyentes de ti. Este aparato
no debe causar interferencia dañina. Eres incapaz de querer,
de entregar, de preocuparte por alguien
que no seas tú, de crear lazos verdaderos, de amar.
Aumente la separación entre el equipo y el receptor.
No exponga este monitor bajo la lluvia.

***

TU PUEBLO

En el sueño una micro tomo a casa contigo.

Y me pregunto adónde, dónde habremos llegado,
en qué garitas te estaré abrazando,
cuando en casa con otra yo haya amanecido.

***

LA JORNADA (NO HAY PRIMERA SIN SEGUNDA)

Estamos envejeciendo con la casa
cada pieza a que se entra puede reconocerse
por el olor de su alojado.

La mesa tiene otros comensales,
traen maletas llenas de –llueve porque ellos quieren lluvia,
llevan la rienda suelta y no se caen de los caballos que inventaron:
esta casa no estaba aquí anoche-.

Mi padre nunca fue dueño de nada
y el agua que ponía en la maleta
la sacaba de un lago
que no aparece ya en el mapa.

***

JORGE: SANTA TERESITA 2828

Como dos muebles viejos por abajo
unos de la playa: casa abandonada
a la acumulación de restos (papel de ricolate, cuesco, tierra)
y a hundirse en la maleza que sube por sus rocas;
decía –como muebles viejos, dos, por abajo
que nunca más barrimos
jurando que el olvido no juntaría mugre.

***

MANTRA

Con las heridas de los dedos pinto
unos cuadros que compran a buen precio
quienes me las hicieron.

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