Fernando Molano Vargas fue un poeta y narrador nacido en Bogotá, Colombia, en 1961. Estudió Lingüística y Literatura en la Universidad Pedagógica, y Cine y Televisión en la Universidad Nacional. En 1992 ganó el Concurso Literario de la Cámara de Comercio de Medellín con su novela Un beso de Dick, que fue editada ese mismo año. Publicó, además, el libro de poemas Todas mis cosas en tus bolsillos (Universidad de Antioquia, 1998) y, de forma póstuma, la novela Vista desde una acera (Seix Barral, 2012). Ambos libros también están publicados por Blatt & Ríos. Murió en la madrugada del 10 de abril de 1998 en Bogotá, por complicaciones relacionadas con el sida, la misma causa que la de Diego, el amor de su vida. Su hermano hizo caso al deseo de Molano y sus cenizas fueron enterradas en el mismo lugar en el que se habían enterrado las de Diego, años atrás en el parque nacional. Presentamos una selección de su obra poética.
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Me ha traído chocolates
Me ha traído chocolates como a un niño.
Como a una niña me ha obsequiado flores.
A mi ventana ha cantado canciones amorosas
-con guitarra y todo.
Me ha dibujado un sol en un papel.
Y en el cine me ha dicho que me ama.
Todo ello significa: ten cuidado.
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En las duchas
Porque es un muchacho muy bello
y entonces cuesta creer
Él riega talco sobre sus pies
y quedan huellas en el piso
Y sus huellas se desdibujan
si uno las roza con los dedos
Pero el talco no sabe a nada
cuando uno se lleva los dedos a la lengua
De verdad
es como un acto de fe
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En la madrugada
En la madrugada
a unas cuadras del bar
es el parque
Parado frente a un árbol
el muchacho que no bailó conmigo
le ofrece el don de sus orines:
a una luna que destella
sobre su tronco viejo
Muy cerca de ese árbol
como diciéndole un secreto
que no me incluye.
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Desde mi ventana
A la voz de sus señoras silenciosos
y dóciles
como suelen los condenados
del borde del sardinel
levantan sus traseros
dos chicos enamorados
Y ocultos tras de los autos
casi al desgano
los une la despedida:
bajo sus pantalones el deseo
acecha como un bandido
a los jovencitos
sumidos en un abrazo
Lento el andar
los tercos ojos que vuelven
van pues hacia sus casas:
a salvo de la noche
¿se acariciarán en sus cuartos
solos
medio desnudos
sonriendo bajo las cobijas
como asustados?
7 p.m.:
esta hora en que las madres
ocultan a los niños
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En un bar mirar parejas, solo
Porque uno los ve bailar
y es como si en otro lugar
estuviesen quietos
porque
giran hermosamente sus cuerpos
sobre sus pechos lentos
y entonces es como si la alegría
En algún giro
distraídos te miran
sinceramente parada
y en el siguiente de ti se olvidan
-pero tu mirada persiste
en ellos
En la jovial frescura de un trago
sientes perfectamente
toda alegría como una traición
ahora
y no entiendes esta sonrisa en tus labios
tu amigo muerto
esa cerveza fría en tu mano


Como un perfume, dulce melodía y bella brisa poética.