Inicio > Poesía > 5 poemas de He cantado en la noche, de Juana Castro

5 poemas de He cantado en la noche, de Juana Castro

5 poemas de He cantado en la noche, de Juana Castro

Esta antología recoge más de cuatro décadas de actividad poética ininterrumpida de Juan Castro. Además de contener todos sus poemarios, incorpora piezas publicadas en revistas y antologías hasta 2023. También cuenta con una introducción de Nieves Muriel.

En Zenda reproducimos cinco poemas de He cantado en la noche: Poesía reunida (Torremozas), de Juana Castro.

***

VOY A BEBERME HOY

todo el semen del mundo como un miedo.
Venga la flor letal, el triste polen,
la venenosa pulpa de la tarde,
toda la entraña dulce con su pus madurada.
Quiero todos los besos, las manzanas,
en un río de bocas sumergirme los pulsos,
crepitar en el viento de la sangre y el tacto.
Nadar sobre un vahído de trébol y saliva
con millares de jugos hiriéndome las uñas,
con virus como espadas volándome el silencio.
A mí todos los lobos, las vísceras, las grietas,
toda la furia, el lodo,
los vampiros que crecen
una lengua de uvas al olvido.
Y en mí todas las llagas, pústulas, serpientes,
mordeduras del sol y las cenizas,
porque quiero asfixiarme con la espuma más negra,
renacer con un trino más doliente que acero.
Dadme todas las ciénagas, palomas,
los sombríos más blandos que despuntan al alba,
dadme el sexo más gris de las estrellas,
la carne más amarga para esta elegía
que se abraza a la luz como a un patíbulo.

(De Paranoia en otoño, 1983)

***

ORCHIS PURPÚREA

Irresistible lenta, se acaricia
hasta el rigor tensada.
Trasoñar de la carne, ansiosa limitando
su tesoro lunar,
devorador del espejismo la pupila.
Por la pradera inmensa
se deslizan los dedos lentamente,
ofrendadas la cera y la penumbra.
Desfallecida sed, como si un ojo,
toda la magma espera
la fundación veraz bajo su tacto,
la estilizada forma
después de que su boca la vacíe.
Y la mano vacila. Pero solo los ojos
se derraman temblando
blandamente en la herida.
Anaranjada y nácar, la masa de la carne
como un rayo fulgura.
Invisibles lebreles
el aliento se espían en el aire.
Llamándola, la doble llamarada
de los muslos de plata, la garganta,
el cristal de los senos como un lirio,
la lánguida planicie de su vientre
y la confusa orquídea despeinada.
Ella, por siempre Ella,
la Gran Narcisia blanca
amándose en la luz, idólatra
su mano, prensadora y ardiente.
Imantada la abeja, circular
en gozo y en lascivia,
tejedora en la flor,
eterna boca.

(De Narcisia, 1986)

***

DE LA CAPTURA NOCTURNA DE HALCONES POR DESLUMBRAMIENTO

La muerte es una alondra descubierta en la noche.
Ahora sé que, transida, con su brazo
fervoroso de arándanos me acecha.
De mi alcoba, tan lejos maduraba,
tan secreta y tan dulce, certera de mi olvido,
que solo tras el mar, en otra orilla,
su manto desplegaba de ternura.
Fue preciso el camino. Andar
por otras tierras, absorber
otra luz, otra lengua, sigilosa
y terrible su huella por las piedras.
Con mis ojos la he visto.
Estuvimos tan cerca, que el fulgor
de su música, como nieve bajaba,
ciega al mar, por mi cuerpo.
Fue un instante de amor. Solo el tacto
luminoso y atroz de la distancia.
Mas vivo, desde entonces,
develada, viviendo por morir.
Por bajar, o ascender, y en el infierno
de su efímera mano, venturosa,
sucumbir finalmente
de hermosura o maldad.

(De Arte de cetrería, 1989)

***

ESTIGMA

No te escondas ahora, satanás, pues llegada
es mi hora.
Desentierra los ojos, ábreme tu cabeza,
que vengan tus mejillas
de la cera a encenderme.
Melocotón y uvas
reservo para ti, para los arcos
de diamantes con frío de tus dientes.
¡Ay tu lengua, tu lengua
enroscada al rocío
de mi garganta herida!

Paladar sin regreso la mañana.
Cabeza de mi lecho, sueño grande
que huyes desde mí como de un cerco
mientras toda mi alma
te detiene y se aferra
a tu risa de virgen.
¡Olvida tu recato
y sea el don propicio!

… No te escondas ya más, oh mi Medusa,
satanás, ángel mío.

(De No temerás, 1994)

***

ESPEJOS

Baja la loba al llano, y muerde las ventanas.
No con dientes las muerde, sino con sus pupilas
agrandadas y hambrientas.
Con envidia las mira, a las ventanas,
sus lámparas, sus sombras
ocultas y encendidas.
Porque ella vaga sola, sin lugar y con frío,
y allí, tras los cristales,
se agazapa ese algo
que aún no sabe qué es,
pero que late y vive.

Baja la loba al río y mira arriba,
y aúlla a las ventanas
que brillan como soles
y taladran la noche
tan triste de la vida.
¿Quién ama? ¿Cuántos comen?
¿Cómo será la silla?

Lame la loba el suelo, y lame las ventanas
encendidas de luz,
y sus pupilas rojas
son un livor de frío.

(De Los cuerpos oscuros, 2005)

—————————————

Autora: Juana Castro. Título: He cantado en la noche. Editorial: Torremozas. Venta: Todos tus libros.

3.2/5 (22 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios