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5 poemas de Juan Gallego Benot

Foto: Asís G. Ayerbe.

Juan Gallego Benot es un poeta nacido en Sevilla en 1997. Graduado en Literatura inglesa y Relaciones Internacionales por la Universidad de Reading (Reino Unido), actualmente vive en Madrid, donde investiga sobre Retórica y Literatura comparada en la Universidad Autónoma. Ha sido miembro de la compañía de teatro La Troupe durante varios años y ha trabajado como corrector y lector editorial en las editoriales Renacimiento, Almuzara y Plaza & Janés. Oración en el huerto (II Premio de Poesía Joven Tino Barriuso) es su primer libro de poemas.

***

POEMA XV

Las flores de la tarde:
un vuelo juvenil de la nostalgia, el precio
del petróleo siempre firme en estas lides.
No pasará nada: será
un mito feroz, hoy una máscara,
cuadro del hogar viejo, tranquilo
y feo. Dos flores, o un jardín
demasiado colorido para estas paredes,
una firma agigantada, un río
u ocaso que clarea el campo.
La fugacidad o el amor. Una muerte que aún
no conocemos —tenemos veinte años— amamos
y así vivimos, a pocas letras,
en el rincón donde habitan otras nubes.

***

POEMA XVII

Si pudiera darte un hijo
con tus ojos y mis manos
no sería más cercano en este sitio
que este joven rostro moreno
tan solo en un rubor aún desconocido.

Sus dedos no asirían la vida
con tanto amor como este ser
tan lleno de nosotros;
¿serán sus ojos caña verde o rama dorada?
¿Tendrá su frente el brillo del trigo?
¿Recibirá la herencia del carbón nocturno?

¿Podrá mi hijo alcanzar los árboles
con su brazo fuerte?
¿Sabrán sus manos a la luz santa del río,
hablará la lengua de los ardientes leones?

Será su milagro un ruiseñor tranquilo,
su voz será la esperanza de la tierra.
Sabrá amar,
sabrá decir que es amado.

***

POEMA XXVI

En octubre vuelan como un rito
y buscan lugares buenos. Allí
esperarán a que la tierra les sea
plácida. ¿Dónde estará mi cuerpo fatigado?
Resguardado de sí, encerrado
en la ficción de este amor que ya no existe:
sabe
que no vendrán tiempos mejores
(hace siempre mejor tiempo en tus moradas).
Y sin embargo cada día una voz nueva,
cada día un tímido recuerdo de la virtud
del aire, y sin embargo
tu vientre acariciando mi vientre:
confío en tu venida, estoy despierto.

***

XXIX

Estoy hablando contigo
entre los árboles.
Tu voz es el recuerdo.
¿Sabré volver? La lluvia
que me descubres dice
mi nombre. Señalas
y nombras todas las cosas.

Sabré vivir mejor, con este cuerpo
nuevo que se me ha dado.
Conoceré de nuevo
(de nuevo me explicarás)
los amplios misterios
y reirás conmigo:
pero ahora yo sólo conozco
el olor del viento en este bosque.

***

Sobre un poema de Steven Matthews

Hoy, que te pareces más a Lázaro
en tu vida a medias conseguida,
imagino tu cuerpo limpio y claro,
con ese brillo de la calle cuando la cera
la cubre. Y te supongo aquí, en esta casa
que es ahora templo, cueva, campo abierto;
imagino tus manos mientras, lejos,
una campana anuncia que un día como hoy
suelen suceder algunas cosas.

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