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5 poemas de La balada de la soltera, de Ana Patricia Moya

5 poemas de La balada de la soltera, de Ana Patricia Moya

Ana Patricia Moya obtuvo el primer premio del XLI Certamen de Poesía Manuel Garrido Chamorro 2020 con un poemario, La balada de la soltera, que ahora ha ampliado con textos inéditos. En este libro, la autora se toma con humor no sólo sus propios problemas personales, sino el entorno doméstico en el que pasa los días. Y es que, como dice Elena Román en el epílogo, «que después del amor (…) hay que poner una lavadora, es un conocimiento que se adquiere con el tiempo… y con la poesía».

En Zenda ofrecemos cinco poemas de La balada de la soltera (Averso), de Ana Patricia Moya.

***

LA MELODÍA

“Siempre que te pregunto que cómo, cuándo y dónde
tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás.
Y así pasan los días y yo desesperando,
y tú, tú contestando quizás, quizás, quizás”.

(Quizás, quizás, quizás — Osvaldo Farrés / Joe Davis)

En el hastío de los fines de semana

la soltera, perezosa, comprueba su teléfono

sin llamadas perdidas, sin mensajes que responder.

 

Puede ser que a ella se le haya olvidado la cita para el cine,

que esté ocupada con sus quehaceres domésticos,

 

quizás, quizás, quizás no eres suficiente,

 

o puede ser que a él le haya surgido un compromiso urgente,

que esté divirtiéndose en los bares con sus amigos,

 

quizás, quizás, quizás explore otros cuerpos.

 

Porque los silencios son más elocuentes:

el desenlace, una cena sin postre, película en blanco y negro,

tus manos colmando el deseo latente en el sillón

 

y en tu interior, soltera, una preciosa melodía:

  

quizás, quizás, quizás,

 

algún día,

 

el amor propio.

***

NI VIEJA NI MALDITA

“A veces la vida viene como la carta más baja
rozamos con otros transeúntes
la suciedad de las aceras
habitamos los árboles, los pájaros
pedimos el pan como los pobres.
A veces
la vida viene como vileza.
Entonces nos aferramos a la suerte
frenéticamente”.

Martha Kornblith

Ya no fumo ni bebo tanto

como antes

 

ya no escribo tanto

como antes

 

la gente ya no me interesa tanto

como antes

me da pereza fingir amabilidad,

construir vínculos,

amar y ser amada

 

—ya es suficiente—;

 

me contento con el salario mínimo

saber que mi familia y amigos se encuentran bien

tener mi casa limpia

mis estanterías llenas de libros

y pasear durante horas.

 

No he alcanzado metas elevadas

—tampoco lo pretendo: lo saben hasta mis enemigos—,

 

ni vieja

—casi cuarenta años:

ahora es cuando empiezo a vivir

 

ni maldita

—eso vendía: ahora sólo se comercia con lo blando—;

 

y aquí estoy

resistiendo

pariendo poemas

con cariño y desprecio,

 

presentándolos a certámenes

para conseguir algún premio decente

 

vomitándolos a deshoras

mientras espero la cita con la psicóloga;

 

porque no, los poetas no somos criaturas especiales,

tan sólo somos sombras

en esta existencia tan desoladora

tan absurda

como la idea que defiende

que la poesía

salvará al mundo.

***

ESPECIE SUPERIOR

“Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Andamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora”.

Gonzalo Rojas

Sobreviviremos

a la melancolía del asfalto

con sus peatones más pendientes de las pantallas

que de las gotas de lluvia,

 

a comparar precios, meticulosamente, para invertir

los céntimos sobrantes en pan integral o leche desnatada,

 

a saciar el estómago con la única compañía

del televisor a todo volumen en la sala de estar

 

a interminables sesiones de sillón, manta y películas

añorando la proximidad de otro cuerpo,

 

a mendigar el afecto de amantes vagabundos

y su abandono cuando cumplen con sexo perezoso,

 

a la tentativa de requerir cita con un psiquiatra

que te auxilie con prodigios encapsulados,

 

sí, ten por seguro que sobreviviremos

al ocaso de la civilización, a las escasas ofertas

del supermercado, a las habitaciones vacías,

al dogma de los fornicadores apáticos,

 

estamos más que adaptadas a este infierno terrenal.

***

EL DESCAFEINADO

“La soledad, no el ocio como dicen,
es la madre del vicio”.

Carmen Jodra

No me agrada el café

y, sin embargo, siempre dispongo

de un poco en mi casa para las visitas

 

me preguntan qué sentido tiene

poseer estos paquetes que nunca consumo

—en verdad, no me sienta bien: por eso no tomo—

supongo que lo que importa es el gesto

de prepararlo y verterlo, recién hecho, en una taza

—sólo su aroma intenso me resulta agradable—

para colocarlo entre las manos de las personas que aprecias

 

sin embargo, cuando me invitan a hogares ajenos

y no tienen en el frigorífico mi refresco favorito,

—aún sabiendo, de sobra, lo que siempre bebo:

soy un poquito especial y en casos concretos

sólo acepto sustitutivos—,

reflexiono acerca de lo mucho o poco que importamos a los que nos rodean

 

porque son esos pequeños detalles los que marcan la diferencia

entre los amigos y los conocidos, por un lado,

y por otro,

tener café de cualquier tipo en tu casa cuando te da asco

para luego ofrecérselo a alguien que no quiere nombrar lo vuestro

es un acto de generosidad propio de los inocentes que anhelan algo

en lo más profundo de su ser,

 

porque compartir da miedo,

da

mucho

miedo,

 

y a pesar de todo —y de todos y de todas— siempre habrá café,

 

siempre,

en mi casa

 

porque no me da miedo la entrega.

***

PLANES

Imaginaba los treinta con nómina mensual fija,

una hipoteca que sustentara un techo compartido,

con las habitaciones a rebosar de fotos de viajes

y con una biblioteca en constante crecimiento,

 

y aquí estoy, con la sombra de los cuarenta

sobre mi nuca, llorando frente al espejito

mientras me quito pegotes de cera y cavilo

en cómo ocupar el lunes (quizás repase la cocina,

quizás me entretenga con el temario de oposiciones

o quizás salga a la calle a caminar sin rumbo),

 

aquí estoy, resistiendo a la precariedad, a las embestidas

de hombres y mujeres sólo dispuestos al placer puntual,

en la misma casa familiar, con las mismas fotografías

y con mis estanterías quedándose vacías,

 

porque nadie nos preparó para el fracaso, nadie,

porque nadie nos explicó qué hacer con la vida

—ese chiste de mal gusto—

cuando se nos escapa por el sumidero.

—————————————

Autora: Ana Patricia Moya. Título: La balada de la soltera. Editorial: Averso. Venta: Todos tus librosAmazon.

BIO

Ana Patricia Moya Rodríguez (Córdoba, 1982) ha trabajado como arqueóloga, bibliotecaria, documentalista, auxiliar de instituciones culturales, etc. Actualmente, busca empleo y estudia un Máster en Edición y Gestión Editorial. Autora de varios poemarios, entre los últimos, Píldoras de papel (Huerga & Fierro, 2016), La casa rota (Versátiles Editorial, 2019) y Carta de ajuste (Groenlandia, 2020). Sus poemas y relatos han aparecido en distintas publicaciones literarias, digitales e impresas, europeas e hispanoamericanas; también ha sido incluida en diversas antologías literarias (las últimas: Veinte con veinte: diálogos con poetas españolas actuales, Huerga & Fierro; Liberoamericanas, ciento cincuenta poetas contemporáneas, Editorial Liberoamérica y Ni diosa, ni dulce, ni serpiente, Diputación de Córdoba, 2021). Ha obtenido algunas menciones por sus textos: accésit del III Concurso de Relato Breve del Museo Arqueológico de Córdoba, 2009; finalista del I Premio Andrés Salom, categoría poesía, 2011; finalista del I Certamen de Poesía y Microrrelato Dinamo Literaria, modalidad microrrelato, 2015; segundo premio ex aequo de poesía del II Certamen Por amor al arte, revista Litteratura, modalidad poesía, 2015; finalista del III Premio Francisco Gijón de Microrrelatos de historia, 2016; finalista del II Premio de poesía Ellas, 2016; finalista del MálagaCrea, modalidad poesía, 2016 y 2017; finalista del VII Concurso de Microrrelatos Canyada D´Art, 2016; primer premio del III Certamen de Relato Artefacto, 2017; finalista del V Premio Nacional Poeta de Cabra, 2017; finalista del IV Certamen de Poesía y Microrrelato Dinamo Literaria, modalidad poesía, 2018; accésit del I Premio de Poesía Krelia, 2018; Primer Premio Certamen Ávila Joven, modalidad poesía, 2018; finalista del V Premio Javier Tomeo de Microrrelatos 2019; Primer Premio de Poesía Río Ungría, 2019; finalista de los Premios de Poesía Luz, 2019 y 2022; finalista del I Certamen Literario de Relato y Poesía de Encinas Reales, 2020; primer premio del XLI Certamen de Poesía Manuel Garrido Chamorro, 2020; etc.  Ha sido traducida parcialmente a seis idiomas. Entre los años 2016 y 2020 fue editora de Editorial Liberoamérica; durante ese periodo, dirigió las secciones Que la vida iba en serio (poesía española contemporánea) y El sótano del ornitorrinco (entrevistas sobre narradores, poetas, gestores culturales, etc). También, desde el 2017 y el 2022, trabajó para Odisea Cultural, con las secciones No es país para viejóvenes (coordinada junto al poeta Manuel Guerrero Cabrera) y Palabra de Argonauta (narradores contemporáneos españoles). Colabora como lectora / revisora en la revista universitaria de México La Colmena. Ha coordinado varias antologías, las últimas: Antología de poesía viejoven: casting de poetas sin foto (Editorial Versátiles, 2020) y OhDiosas (antología de poesía femenina; Ediciones Raro, 2023).

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