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5 poemas de Me duele respirar, de William González Guevara

5 poemas de Me duele respirar, de William González Guevara

“William González, desde sus jóvenes 22 años, ha escrito un libro-volcán, un homenaje al fuego de la rebelión; un libro-lago con el agua de tantas lágrimas como las que mojaron la tierra de su patria en esa rebelión de abril a quien le dedica estos versos. Con la madurez de un poeta con oficio recorre el paisaje humano de ese país lejano que habita su sangre y su memoria. En versos contundentes logra el difícil equilibrio de una poesía que va del hecho político al desasosiego humano sin perder en el intento su calidad extraordinaria. Su voz pertenece ya a la mejor tradición de la poesía nicaragüense que una y otra vez desafía el mito de Sísifo y desempolva tenaz la esperanza”. —Gioconda Belli

Zenda comparte cinco poemas de Me duele respirar, de William González Guevara, IV Premio de Poesía Hispanoamericana Francisco Ruiz Udiel. Se trata del segundo libro del autor nicaragüense, por el que ha sido perseguido y amenazado de muerte, y cuya obra está censurada en Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega. El jurado del galardón catalogó su libro como “un testimonio de las injusticias que suceden en Nicaragua”.

***

ABRIL, 2018

Nicaragua, país
de seis millones de abatidas caras.
La vil desdicha riega nuestras calles,
brotan flores nigérrimas.
La sangre se desliza por cunetas,
mezcla impura de pena

un universitario desplomado
agoniza, perece
como un espejo roto.

¡Qué grietas más calladas!

Matad la juventud, quitadles años.
La libertad partidla, desmembradla.
La educación rompedla, mitigadla.

Nicaragua, país
en el que cada día mueren versos
en la boca de quienes los recitan.

***

FINIS GLORIAE MUNDI

Desfilan ataúdes por diversas ciudades,
revueltas en Carazo y Matagalpa.
Mueren viandantes por balazos a quemarropa.
Una señora se abalanza sobre la zanja
que acogerá a su hijo: «No. No. Mi muchachito».
Una lágrima corre por sus pómulos,
abismo en su mejilla colorada.
El llanto sabe a rabia contenida.
Sepultureros doblan su jornada,
cruentos enterradores con palas de madera
echan la tierra sobre cajas lúgubres.
Estoy llorando sangre.
Cementerio, palacio de los restos.
Lápidas, cruces, misas.
Los sacerdotes claman:
¡Dios, basta de masacres!
Para estos versos compraré una fosa,
deseo que me entierren a su vera.

***

EPITAFIO

Yo participé en la rebelión de abril.

Ernesto Cardenal

La libertad creedme, no envejece.
La palabra construye rebeliones,
ímproba sedición la del verso cuya voz
salvaguarda indefensos.

Acusadme, juzgadme con leyes incorpóreas
quitadme el corazón, arrancadme la conciencia,
exiliadme, destiérrenme lejos de los versos.
Señor agente, dispare. Desfogue su rabia,
derrúmbeme con sus suicidas balas.
Navegaré en el charco de sangre que se forme
bajo sus pies. Un flujo pulcro, límpido
en el que reflejarse. Espejo de sus perjurios,
Narciso despreciando su reflejo.

Si cuentan que caí
tallen en mi sepulcro:
yo participé en la rebelión de abril.

***

EXILIO

A los nicaragüenses exiliados

Se marchan, abandonan su país
dejan su gallopinto
el queso con tortilla mañanero
la casa de cemento
el patio con su palo de jocotes.
Huyen de las masacres, matadero
en el que han convertido Nicaragua.
Se van. Se van muy lejos
cargando sus parcelas de añoranza.
Y habrá personas que echarán en falta
el leve vuelo del guardabarranco,
el cacareo de los gallineros
que se enreda en el alba,
el canto de la tortillera por las mañanas,
el tiste, la güirila, pinolillo.
Reaprenden a vivir
dejan atrás ciudad, amigos, prole
la forma de expresarse,
las huélligas inextinguibles de la niñez.
Cargan nuevas rutinas,
aman, sonríen, hacen el amor
en camas de ciudades europeas,
colocan sus despojos en armarios
y compran libros que no se terminan,
transitan calles que no tienen fin,
observan cómo se descuartizan los recuerdos.

La remembranza es un lazo que une
patria con exiliado.

***

PARAGUAS PARA LA AUTOCRACIA

Cuídese de los que atentan contra la palabra,
los que tachan de subversivo al verso
y deciden erradicarlo, desarraigarlo.
Camine con cuidado porque allá
donde prohíben libros penalizan
las bocanadas de aire. Leer es respirar.
No olvide que la literatura tiene el don
de la inmortalidad. Sepa que va a fallecer,
partirá de este mundo cruel, satánico,
antibíblico, pero no se olvide
de que el poeta (perseguidor de los saberes)
al tiempo sobrevive. Los sentires poéticos
alargan su vitalidad y estancia. El mensaje
que intenta transmitir expande su fortaleza.
Tres consejos le daré. Tal vez el día menos
pensado los utilice si llueve autocracia
por sus fronteras. En primer lugar,
no disipe su cognición. Segundo,
comprender, escuchar
son fontanas que engendran empatía.
Tercero, escriba porque
escribir es hablar con su otro yo.
Procure que no se le pudra la voluntad,
cimiento de la condición humana.
No sufra, amigo mío. Si decae
apóyese en el verso. Lea y sienta.
Cuide su libertad, pilar valioso.
Exterminarse, fin de la autocracia.

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Autor: William González Guevara. Título: Me duele respirar. Editorial: Valparaíso. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

BIO

William González Guevara (Managua, Nicaragua, 2000) es estudiante del Doble Grado de Lengua y literatura más periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos. Reside en España desde los 11 años. Actualmente, escribe en la sección de cultura de elDiario.es. Ha publicado Los nadies (Hiperión, 2022) galardonado con el XXV Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal. Me duele respirar (Valparaíso, 2023), IV Premio de Poesía Hispanoamericana Francisco Ruiz Udiel. Con Inmigrantes de segunda (Hiperión, 2023) ganó el XXXVIII Premio Hiperión de Poesía, convirtiéndose en el primer centroamericano en conseguirlo desde 1986.

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