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5 poemas de Nieves Chillón

5 poemas de Nieves Chillón

La casa de La Piedra, de Nieves Chillón (El Envés Editoras), es un relato en verso y una ficción. Es ficción en tanto que E., el personaje femenino que va madurando en sus páginas, es mitad carne, mitad tinta. Hay reescritura, la de un tiempo que Nieves Chillón no ha visto ni ha vivido en su piel, pero ha reconstruido como si fuera un retazar, de aquí y de allí, de unas y de otras. Para las mujeres de “La Piedra”, una cortijada humilde del altiplano granadino, la autora ha querido buscar una lengua común. La mirada a lo rural no es una mirada idealizada, tampoco crispada, sí lírica y agridulce, áspera y poética a la vez. La pobreza y lo femenino aguijoneado de violencias están en el libro convertidas en un discurso que tuvo su correlato histórico en un momento en que no era fácil ninguna postura política. En aquel tiempo, además, la idea del pecado era poderosa. Una idea inmensa y terrible con la que encadenar más, si cabe, a hombres y mujeres, y mucho más a las mujeres. La casa de La Piedra es un homenaje, un darle voz a esta casa, un poner en boca de los personajes a medio camino entre lo inventado y lo cierto un discurso lírico que es real y crítico. Porque lo lírico también es político.

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Prólogo

Inventamos un mito que encaje sobre la tierra cruda

donde se pisan las hierbas agostadas hay alguien que dice Faetón y lo escribe

aunque todos respiran el calor que escupen las cañas amarillas

algunos imaginamos un paisaje sin temperatura poblado de héroes

 

ambos cuadros no encajan               y al recorrer la tierra seca

con más dificultad conciertan mi cielo con el cielo  mi suelo con el suelo

miro caer la tarde       y las piedras granates            como el pastor que vuelve

como los que regresan después de un largo viaje

y pienso en Gerión     el Rojo           el hijo de Carson.

 

Obediente 

Me llamo E. y soy una niña obediente

me levanto al salir el sol         doy de comer a los caballos

una yegua me lleva a la escuela       cada día

también ella espera                mi regreso sin quejarse

hago cuanto la maestra me pide

todo               lo que Madre me pide

la otra noche en el baile

me puse mi ropa nueva         mis mejores zapatos

bailé de su brazo porque él me lo pidió

mi caballo trotaba más lento que su mano

sus dedos             que su lengua

por las mañanas camino de la escuela

recité las ciudades y me dije

Las niñas obedientes hablan solo

cuando se les pregunta               así que

no yo sino este lápiz en el palomar de la casa

escribirá para los ojos de los pájaros:

Ásperas como el fango          aquellas manos

me dibujaban círculos debajo de las bragas.

 

riega las flores al atardecer 

La rosa abre sus pétalos        enseña las axilas

proyecta con descaro sus diecisiete labios

yo

quisiera esa rosa entre mis piernas

así de suave así de tersa así

tan sin el árbol.

 

Panfletos 

Dorada es la casa de La Piedra

en la grisura del páramo        junto a los taráis

el sol la mira a ella      primero a su pared de barro y yeso

después la luz eriza y vuelve flechas

la pelambre amarilla de los campos

y la vida cocea      relincha     canta      y calla solo

cuando se lee el correo

ha sido detenida por difundir panfletos

cuando se escucha el parte de noticias        en la radio inmensa del aparador

hay varios detenidos por difundir panfletos

en el llano       como un broche perdido

la casa de La Piedra en la cañada    relumbra con más intensidad

y se dora         rojea        se amorata        reflejo de esa imprenta

lejana y clandestina.

 

Desde la lejanía 

El corazón me tira hacia la tierra blanca

sale de mi pecho arrastrándose en el barrizal

ya seco polvareda      pobre         savia seca donde hubo

pisadas de niños         pies desnudos

mis ojos brújulas se detienen en el mismo lugar

lejano lienzo ocre donde la piedra se confunde con La Piedra

osamentas dispersas árboles que emigraron

hacia huertos más fértiles a otras estaciones

si la lengua me tira         como a una vaca sedienta        como a la yegua

es porque el paladar quiere escribir          los animales comen sal

referir la ropa de A. niño sentado en el poyo de la casa

levantándose con la uña la rodillera que cubre el roto

de un pantalón heredado que a su vez fue heredado

hurgando hasta que se levanta el parche y tira

y Madre ni se fija colgando como está las telas de ese barco

grande que es La Piedra        desde la distancia yo la veo

señalándola con mi lengua negra de pájaro

le grazno         le grazno        incapaz de hacerme comprender.

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Nieves Chillón (Orce, Granada, 1981) se formó en la Universidad de Granada y es profesora de Lengua y Literatura. Ha publicado ocho libros de poesía, algunos de ellos galardonado con premios de reconocido prestigio como el Premio Unicaja de Poesía de Málaga o el premio Juan Gil-Albert/Ciutat de València. Su obra figura en varias antologías, publicaciones online y volúmenes conjuntos. Ha coordinado el volumen: Pero yo vuelo. Antología de la más joven poesía en Granada (Ediciones en Huida, 2015), que recoge las voces de doce poetas menores de treinta años vinculados a esta ciudad. Desarrolla distintas acciones culturales en el Altiplano granadino.Tras ser galardonada con el XXVII Premio Andalucía de la Critica, Nieves Chillón, publica en El Envés Editoras, La casa de La Piedra, un relato en verso donde la ficción poética se articula en torno a esta casa como elemento central.

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Autor: Nieves Chillón. Título: La casa de La Piedra. Editorial: El Envés Editoras. Venta: Todostuslibros

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