Esta noche seré yo quien elija las palabras. Esta noche seré yo quien hable desde este lugar al que he sido condenada. Este limbo imperecedero en el que vuestra memoria me convierte en inmortal. Este espacio fecundo e imaginativo en el que también soy inmortal por ser hija del todopoderoso Zeus. Su única hija con una mortal. Condenada por él al eterno deterioro para hacerme pagar mi insolente acercamiento a la belleza divina. Una eternidad de fealdad para expiar… ¿mis culpas, padre?

Juicio a una zorra es la versión del mito de Helena de Troya que Miguel del Arco reescribió con la intención de ver la otra cara de la Historia. Dice en ocasiones Helena durante la obra que la Historia la han escrito siempre los hombres. Por esta razón de Helena de Troya pervivió el mito de su legendaria belleza y poco más. En los libros enseguida nos centramos en el laureado episodio del caballo de Troya, mientras que en el cine la aventura romántica que vivieron Helena y París fue exprimida por varias producciones.
El poderoso texto de Del Arco bebe de las fuentes de Homero y Offenbach y supone un homenaje a la mujer que se esconde detrás del mito. Un homenaje sincero a la mujer que es víctima de una narración de hombres. Una mujer que fue víctima a los nueve años de una violación por parte de Teseo. Helena fue recordada por su belleza, Teseo, ése gran héroe griego, lo fue entre otras grandes hazañas, por vencer al minotauro gracias al hilo de Ariadna.
Durante la obra Helena se enfrenta a un jurado que la juzga como causante del largo enfrentamiento entre Esparta y Troya. Aunque, ella misma dice, ha sido juzgada de antemano. No sólo por los dioses, por su padre Zeus, y por todos los que la alabaron y “protegieron” su belleza prostituyéndola en un matrimonio que hoy sería condenado, Helena ha sido juzgada por el tiempo. ¿Quién escribe la Historia? se pregunta Helena en un momento del duro y catártico monólogo.

Las palabras de este texto golpean al espectador gracias al espléndido tour de force de Carmen Machi. Y gracias a esta Helena, el espectador acaba sintiéndose incómodo, pues asumiendo la versión oficial de la Historia se ha convertido en cómplice de una mujer enamorada, infeliz, abandonada a un juicio desmedido.
Un texto que no sólo reinvindica a un personaje histórico, sino que acaba reivindicando la importancia de las palabras.
Si me permiten el epílogo, el teatro es un universo que envuelve las palabras, con magia, con una atmósfera, una escenografía y un trabajo interpretativo de calidad. Pero la base del teatro son las palabras. El texto dramático ha cobrado en los últimos años una importancia de la que adolecía en el ámbito editorial.
Han surgido y se han mantenido editoriales que han apostado por divulgar obras y con crear ese feedback: de la sala al libro. Un trabajo espléndido el de editoriales como Antígona, Fundamentos, Ñaque, La Uña Rota o Continta me tienes o Acto Primero (por citar sólo unas pocas).
Al trabajo de estas editoriales, y al de los propios dramaturgos, se suman iniciativas espontáneas en redes sociales y en los propios teatros. #Elteatrotambiénselee es el hashtag bajo el que se reúnen iniciativas de lectura de obras: dramatizaciones, presentaciones de libros, venta directa en teatros, encuentros con el autor y salones teatrales.
El teatro no se acaba cuando acaba la función. Lean teatro.
Imágenes: Sergio Parra y Teatro Kamikaze


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