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Geoff Dyer y el peloteo del final

Geoff Dyer y el peloteo del final

Podrían existir tres tipos de ánimo relacionados con nuestra forma de percibir el tiempo. El primero posee una mirada taciturna sobre el pasado y vive con certeza que el presente es algo encostrado. El segundo considera el pasado como un antojo sin huella y festeja el presente como un manantial indeterminado. Ambos desprecian el futuro. El tercero sería un estado intermedio, melancólico y a la vez alegre. Esta actitud vital tiene conciencia de pérdida, pero al mismo tiempo celebra el pasado como impulso para el presente y el futuro.

Algo de este ánimo tiene el libro Los últimos días de Roger Federer y otros finales, de Geoff Dyer, publicado por Random House. Nietzsche, junto a cantantes, artistas, deportistas y el propio autor, son los personajes que comparten algo en común: la aproximación al final de aquello que daba sentido a sus vidas.

"Cuando el sentido del mundo se derrumba, y ya no se puede creer en las viejas promesas, uno se topa con lo absurdo que había sido la vida regida por extrañas reglas"

La obra posee algo del estilo de Nietzsche: división del texto en pasajes cortos y numerados que, leídos con estrecha perspectiva, parecen advenedizos e inconexos. Sin embargo, una mirada general pone de relieve un inmenso mosaico donde el sentido corre a cargo estrictamente del lector. No obstante, Dyer no posee el carácter poético y aforístico de Nietzsche.

El peloteo, en tenis, es el momento previo del partido cuando los jugadores calientan, las reglas se ensombrecen y lo que prevalece es golpear la pelota para que el otro la devuelva, sin la pretensión de ganar puntos. El peloteo es un momento de paz, consigo mismo y con los otros, y algo de esta atmósfera encontramos a lo largo del libro, donde mantenerse activo, escribiendo, fue la manera de conquistar el presente, sin las deudas del pasado y sin la presión de futuras pretensiones.

"Especialmente bellos son los pasajes dedicados a William Turner, donde su pintura durante sus últimos años ya solo se compromete con su ceguera y la disolución de la forma"

El estilo de Nietzsche estuvo motivado por una convicción: los grandes ideales habían muerto, la deuda con el pasado debe difuminarse y el lenguaje debe retornar a su carácter metafórico: hay que nombrar de nuevo sin apoyarse en la herencia de los conceptos. La filosofía ya no puede ser una empresa que erige verdades universales, y la finalidad adquiere su compromiso únicamente con el presente. Además, hay otro motivo personal determinante: Nietzsche escribió bajo las inclemencias de la ceguera y la enfermedad; debía darse prisa, porque el final estaba a la vuelta de la esquina. La obra de Nietzsche es análoga a un peloteo constante, inventó el futuro. Cuando el sentido del mundo se derrumba, y ya no se puede creer en las viejas promesas, uno se topa con lo absurdo que había sido la vida regida por extrañas reglas. Algo así tuvieron que sentir los tenistas retirados, cuando la posibilidad del triunfo se esfumó y el peloteo ya no era el momento previo al partido, sino una forma de seguir con vida.

Escrito en el momento del confinamiento, Dyer había sobrepasado los sesenta y es consciente de que los años de esplendor ya pasaron, pero no está solo, se apoya en aquellos que también se aproximaron al abismo del final de la vida creativa o deportiva. La mano de Federer agarrando la de Nadal. Especialmente bellos son los pasajes dedicados a William Turner, donde su pintura durante sus últimos años ya solo se compromete con su ceguera y la disolución de la forma. Dyer no se prepara para el partido, se prepara para la muerte de aquello que hacía posible la vida: la escritura.

"No es tan fácil pelotear sin más. El partido sólo puede gozarse bajo la pretensión de ganar cumpliendo las reglas del juego"

Estamos ante un libro que es un ejercicio de resistencia contra el final. Dyer escribe para olvidar que un día no podrá hacerlo, y no quiere morir prematuramente, como los deportistas que se retiran. Tal es la coherencia de este libro sobre los finales, nuestro ánimo intermedio, esa melancolía alegre. Triste porque el pasado no volverá, alegre porque todavía puede celebrarse. Golpea la pelota como quieras, no te debes a las normas, los razonamientos o los propósitos ajenos.

Nietzsche escribió que el ser humano necesita que le mientan, porque solo así olvida que la vida es una invención y que el único sentido posible es el que uno crea. Este libro es un intento de no caer en la decadencia y en la parodia de sí mismo que conlleva el absurdo de la existencia, como les sucedió a tantos deportistas retirados que perdieron el sentido de aquello que les hacía sentirse vivos: jugar.

No es tan fácil pelotear sin más. El partido sólo puede gozarse bajo la pretensión de ganar cumpliendo las reglas del juego. Cuando la sombra del final se acerca, el objetivo de un triunfo se torna absurdo, uno se ha exiliado de la finalidad y de aquello que hacía posible el partido. Aprendimos durante el tiempo de confinamiento que el presente tiene sentido si está escoltado de pasado y futuro. El aspecto irónico, y a la vez trágico, es que el peloteo sólo es divertido cuando sabes que estás preparándote para jugar.

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Autor: Geoff Dyer. Traductor: Damián Alou Ramis. TítuloLos últimos días de Roger Federer y otros finales. Editorial: Literatura Random House. VentaTodos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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