Creo que Villaventosa (Milmadres, 2025) empezó a escribirse el día que mis padres decidieron tenerme en Zaragoza. Y eso fue en 1989. Desde entonces, vivo en la ciudad española donde más días de viento hace al año. Y no hablo de cualquier viento: hablo de cierzo, uno de componente noroeste que cuando tira, tira, como los mañicos. Es cierto que las otras opciones para ellos eran Pamplona, de donde son, y Valladolid, donde mi padre hizo la residencia de Medicina, dos ciudades donde también saben un rato de frío, pero al final fue Zaragoza, donde también sabemos un rato de calor. Pues bien, tras treinta y pico años despeinado por el cierzo, un día me dio por preguntarme por qué habiendo climas mucho mejores a poco más de dos horas de distancia, nos aferrábamos a este. Y empecé pensar hasta cuantos kilómetros de viento de más y grados de menos podría llegar a aguantar un humano. Y así nació Villaventosa, un pueblo donde hace tanto, tanto, tanto viento, que estar gordo es una ventaja para sobrevivir, se recomienda que los niños salgan atados a la calle, se come de lo que trae el aire y donde se practica el eolicismo, una religión en la que el viento es el centro de todo. Y pese a la crudeza de ese pueblo, Cándido, el protagonista, y el resto de villaventosos viven ahí felizmente ―resignados―. Y así pasan los años hasta que un día llegan rumores de la existencia de Villasoleada, un lugar donde, en teoría, no llega el viento y Cándido decide emprender un arriesgado viaje para encontrarlo. Debajo de la trama de Villaventosa subyace una idea que me acompaña desde hace tiempo: hay más felicidad en quien se hace menos preguntas. Es mucho más fácil mantenerse en la corriente aunque te duela que cuestionarla e intentar salirse. Porque los villaventosos han echado raíces en un paisaje donde el viento les podría matar en cualquier momento, pero, en la vida real, somos capaces de hacerlo junto a personas que nos dañan, en un sistema que nos asfixia o en un trabajo que nos carcome.
Supongo que yo sentía un poco de esa resignación cuando, en plena pandemia, me di cuenta de que hacía tiempo que solo escribía sobre lo que necesitaban otros ―me dedico al marketing digital― y no sobre lo que necesitaba yo. Y en ese pensamiento di con una escuela de escritura y me apunté. Aunque en la universidad aprendí mucho sobre juntar letras para que suenen bien ―estudié Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas―, allí hacíamos sobre todo guion, por lo que tuve que modificar bastante mi forma de escribir. Durante los dos primeros años de esta escuela recibimos formación general sobre escritura literaria para el tercero meternos con una novela. Para entonces, el mundo de Villaventosa ya había aparecido en mi cabeza, pero yo andaba tonteando con otra historia más “realista”, por así decirlo. Y cuando llegó el momento de elegir sobre qué escribir el libro, el profesor me dijo: “Esa historia la puede contar cualquiera, pero la de Villaventosa solo la puedes escribir tú”.
Año y medio después de aquella frase y treinta largos años después de sentir el cierzo en la cara por primera vez, Villaventosa era un manuscrito. A continuación, vinieron las primeras correcciones, las segundas correcciones, las terceras correcciones… (bis) hasta llegar al punto al que quería llegar. Y después la búsqueda de una editorial que quisiera apostar por esta suerte de comedia con toques de realismo mágico. Y aunque no fue fácil, más difícil es la vida de un villaventoso, que tienen que subir cada día a una colina a cazar la comida que les trae el viento, aun a riesgo de que cualquier impacto los pueda matar. Porque Villaventosa es, por encima de todo, una historia de resiliencia, algo que, me guste o no, he practicado bastante en mi vida. Supongo que en el personaje de Cándido y en el viaje que emprende hay algo de mí y del proceso que ha supuesto la escritura de esta novela. Ahora te invito a descubrir si este viaje llegará a buen puerto. ¡Buenos vientos para todos!
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Autor: Sergio Otegui. Título: Villaventosa. Editorial: Milmadres. Venta: Amazon



Me encanta ver este libro aquí reseñado! Me lo acabo de leer y me ha gustado mucho. Lleno de creatividad y de imaginación. Una historia diferente y divertida.
El libro promete. Con ganas de hacerme con él
Lo he leído y me parece una historia con mil matices dentro. Una fábula como hace años que no se escribe. Es un libro recomendable.
¡Muchísimas gracias por abrirme la puerta de Zenda! Es una ilusión enorme poder estar en una revista literaria de tanto prestigio. ¡Os espero a tod@s en Villaventosa! ️
Yo ya me he lo he leído y puedo decir que es un libro que no deja indiferente a nadie. Mucho humor y con un mensaje entre líneas muy bonito. Lo recomendaría 100×100!!!
¡Qué bonita experiencia ha debido ser, dan muchas ganas de leer Villaventosa!
Lo he leído y me ha gustado mucho. Se lee fácil y tiene con conceptos muy interesantes. Es una historia de cuento, que resulta no ser tan cuento. Lo recomiendo
Tremendamente original. Una historia sobre resiliencia, un viaje y un protagonista carismático. Se agradece muchísimo el tono de humor y el viento maravilloso.
Siempre es un placer leer, pero más, aún placer cuando el mismo viento pasa las páginas. Novela simpática y refrescante que engancha y se
Unos personajes llenos de ternura y contrastes. Un mundo mágico narrado con una voz valiente, como el protagonista Cándido, cuyo viaje deseas seguir de cerca hasta ese final, redondo y simbólico. Maravillosa.
Una historia deliciosa en un mundo fantasioso tan bien recreado que parece real, o acaso lo es? Sin duda, sus raíces son profundas y el viento solo le ayudará a crecer, muy recomendable.
Villaventosa ha sido una muy grata lectura, tremendamente amena, creativa y muy disfrutada. La recomiendo encarecidamente