Cuando la política ya se había convertido en el estercolero en el que parece estar hundida por la codicia humana, un hombre despertó la admiración de sus semejantes precisamente por la ética con que actuó en ese ámbito donde quienes ejercen el poder no parecen tener miramientos a la hora de elegir entre la tentación del dinero, las riquezas y las lisonjas, y el bien común, la modestia y la honestidad. Se llamaba José Mujica y su personalidad y los principios que guiaron su camino son un invaluable ejemplo no solo para la clase política, sino para cualquier persona que quiera comportarse con dignidad. La ejemplaridad de este hombre, nacido en Montevideo en 1935 y fallecido hace apenas un mes, y cuya vida estuvo marcada por el encarcelamiento, la tortura, la pobreza y el amor a la libertad, está reflejada, entre muchas otras cosas, en los discursos que pronunció desde que entró en el ruedo de la política de su país hasta su ascenso a la presidencia de Uruguay, y en los que ofrece un mensaje claro de dignidad, sacrificio y compromiso. En estos textos, de estilo directo y emocionante, que la editorial Siglo XXI acaba de publicar bajo el título Yo vengo del sur, está condensada la esencia del pensamiento político y humano de don José, quien a través de sus palabras nos invita a reflexionar sobre la justicia social, la equidad, la importancia de los derechos humanos y el lugar geopolítico que tiene que asumir Latinoamérica para salir del estancamiento en el que sus gobernantes la han sumido durante más de un siglo. Pero por las páginas de este libro no solo pasan sus discursos presidenciales, sino también su legado como líder y activista que luchó por cambiar su país y todo un continente, siempre fiel a los principios que guiaron su vida: la humildad, la honestidad y la cercanía al pueblo. Y es que como señala la propia editorial, “en cada intervención, Mujica deja claro que la política debe ser un servicio al otro, un acto de sacrificio, y no un juego interesado de poder”, de manera que este libro se convierte en un auténtico tributo a su vida política, un testimonio de la grandeza de su ejemplo y un legado imperecedero para las futuras generaciones, y es a la vez un merecidísimo y conmovedor homenaje a un hombre cuyas inquebrantables convicciones mostraron el camino para cambiar el rumbo de nuestras naciones y son una huella imborrable en la historia del continente, demostrando que sí existen formas dignas de ejercer la política.
Podía hablar con un presidente y con un taxista, podía visitar el más oficial y el más informal de los espacios, escuchar música popular y culta, bromear con un joven y con un anciano, y se convirtió en uno de los personajes clave de la literatura y el periodismo mexicanos, practicando los ideales de la Revolución Francesa: libertad, fraternidad e igualdad. Carlos Monsiváis fue, además, un lúcido analista que retrató en sus crónicas las distintas caras del México moderno con una mirada aguda y penetrante, usando una finísima ironía mediante la que captaba ángulos insospechados en todo aquello que observaba. Ahora que se cumplen quince años de su fallecimiento, Siglo XXI publica un compendio de evocaciones de Monsi titulado Nostalgia de Monsiváis, una obra que nace fundamentalmente de los afectos y que puede ser, a la vez, una especie de memoria colectiva que intenta reflejar al escritor y al hombre que asombró a sus lectores por su mirada plural y la cercanía con que están escritos sus textos. Coordinado por Marta Lamas y Rodrigo Parrini, el volumen reúne 36 voces que evocan al inaprensible ensayista, cronista y aforista, y entre ellos destacan los ensayos, relatos y crónicas de Margo Glantz, Elena Poniatowska, Carmen Boullosa, Juan Villoro, Sabina Berman, Sandra Lorenzano, Carlos Martínez Assad o Armando Colina. Pero este libro no solo recuerda al gran Monsi, sino que es una oportuna invitación a leerlo y releerlo.


Articulo zesgado. Omite deliberadamente los años de juventud y señor de Mujica como integrante del movimiento subversivo Tupamaro, donde asesino a sus opositores. Atte
Ni España ni Iberoamérica saldrán jamás del atolladero si no unen fuerzas y asumen criterios propios frente a los intereses anglosajones, chinos, rusos y demás aspirantes a ejercer la Hegemonía…. Ellos miran por lo suyo, legítimo, pero nosotros deberíamos mirar por lo nuestro, legítimo también, o seguiremos llevándoles el botijo hasta el fin de los tiempos…,