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Amor fugaz entre escaparates

Amor fugaz entre escaparates

Con Rincones de ambigua geometría, la obra de Ignacio Vleming continúa uno de los trayectos más sólidos de la reciente poesía española. Tras títulos como Clima artificial de primavera, Cartón fósil o La revolución exquisita, todos ellos auspiciados por La Bella Varsovia, en esta última entrega su voz original se reinventa en un poema narrativo en cuatro partes («La multitud», «Los niños», «La exposición» y «Las ruinas») localizado en el corazón de un centro comercial. En el juego con referencias antiguas (trovadores o jarchas) y nuevas (imágenes operativas o tecnologías de videovigilancia), el autor consigue un tapiz (sexo)afectivo de los modernos no-lugares hilvanando las biografías de diversos personajes: Andrés y Emilio (vigilantes de seguridad), Fátima (mujer de la limpieza), Andrea (una suerte de marchante), pero también los pobres que piden en las puertas, los niños que vienen de excursión «como si fuese un museo» (p. 29), el propio centro comercial como entidad agencial y, por qué no, el entero conjunto de NPCs (non playable characters) autóctonos.

Mientras leemos, caminamos por las «celdas de luz» (p. 13) que constituyen los diferentes establecimientos y en ellas se desvela la lógica de la alienación silenciosa de quienes (por inercia o no) prestan su apoyo al haber sido capturados por las categorías del sistema (como la bruja de Los caballeros de la mesa cuadrada que decía que había tenido un juicio justo). En Rincones de ambigua geometría, Vleming interroga a la ideología de esos no-lugares, en palabras de Marc Augé, que son los grandes centros comerciales: pasajes de tránsito, solo funcionales y altamente despersonalizados, incapaces de generar identidad o sentido de pertenencia. Es decir, espacios de aglomeración que no se hallan, pese a ello, construidos para la socialización. Y, sin embargo, los personajes se esfuerzan, de algún modo, por articular esos espacios, hacer de ellos un «lugar antropológico» con memoria y vínculos sociales. ¿Cómo son posibles, entonces, las relaciones allí donde únicamente se fomentan los pasajeros solitarios, allí donde la comunicación se reduce a señalética (pasillos, promociones, food courts, escaleras mecánicas, etc.)? He aquí la pregunta rectora. Así:

Pero Andrés siempre le estará agradecido

por aliviar el tedio de las guardias,

por haber marcado un paréntesis

en medio de esta larga letanía.

(p. 21)

O:

Hay una norma no escrita en el contrato

pero imaginada por cualquier trabajador:

no robarás,

no llorarás,

no besarás.

(p. 64)

Con un modo de escritura que juega a esconder perlas de intensidad poética entre el fraseo, y en la línea de otras creaciones contemporáneas, como la serie Severance o el concepto de screenology de Huhtamo, asistimos a manos destruidas por productos de limpieza, pequeños hurtos, falta de tiempo o encuentros amorosos interrumpidos por la jornada laboral —«el amor fugaz / entre escaparates» (p.  59)—, pero Vleming nos descubre que siempre hay rincones de ambigua geometría, como pequeñas bolsas de aire donde tomar oxígeno antes de la siguiente inmersión. En la nota que cierra el libro, escribe: «Quería que pareciese un cancionero roto o el hilo musical hackeado de unos grandes almacenes» (p. 71). Lo ha conseguido.

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Autor: Ignacio Vleming. Título: Rincones de ambigua geometría. Editorial: La Bella Varsovia. Venta: Todos tus libros.

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