La piel del pasado

La lectura atenta de ambas permite al lector hallar puntos de fuga, motivos recurrentes, ejes emocionales y esquemas de comportamiento en unos personajes cuyo retrato traza la autora sirviéndose de una escritura lírica, certera y contenida en el mostrar y el describir escenas, confiando su desciframiento a la inteligencia y sensibilidad de los lectores.

Si Los abismos radiografiaba el entramado resquebrajado de una familia perteneciente a la clase media caleña de principios de los 80 a través de la mirada presuntamente ingenua de una niña y con la cultura pop y el papel cuché como marco ambiental, en Noche negra la protagonista indiscutida es una mujer joven, en plena posesión de sus recursos físicos y morales, quien decide dar un brusco giro de timón a su previsible existencia como profesional liberal urbana y probar el sueño edénico de alzar una casa en medio de un paraje selvático, confiada en su solo esfuerzo y el de su compañero, un irlandés vagabundo y aventurero con quien se ha comprometido. Con austeridad, empeño y coraje de pioneros, ambos abrirán brecha en el entorno hostil pero leal de la selva y crearán lazos de pertenencia con los escasos vecinos del entorno. En duras jornadas conformadas por el trabajo físico y el retorno al orgullo primigenio de la materia, albergarán la esperanza de tomar plena posesión de su rincón de mundo.

Sin embargo, Rosa ha traído de la ciudad, entre su escaso equipaje, algunos de los fantasmas personales y familiares que esperan pacientemente una ocasión para manifestarse. Gene, su compañero irlandés (también en Los abismos un irlandés recorría el pasado y el corazón de la madre de la protagonista), debe ausentarse por un breve período para formalizar en una remota ciudad asuntos relacionados con su visado.

Es en este punto donde la autora da comienzo a la novela. De regreso a la casa, la protagonista, inmersa en el afán autosuficiente de su día a día, percibirá sutil e inequívocamente cómo la ausencia de su compañero despertará entre los hombres que habitan la comarca —un leñador ciclópeo, un ingeniero alcoholizado, un anciano pescador, el hermano en proceso de rehabilitación de una vecina— un oscuro deseo construido en base a encuentros presuntamente casuales y palabras equívocas. Como los personajes ambiguos que pueblan las mejores novelas de Joseph Conrad, en Noche negra también los actores masculinos de la novela son seres asediados por un pasado en la metrópolis, como pecios arrastrados por la marea a estos solitarios parajes.

A lo largo de tres días, coincidiendo con la fase lunar que da título a la novela, Rosa sentirá el asedio de los ojos de la selva, el de la duda profunda acerca de las verdaderas intenciones de su compañero y el de los fantasmas de un relato biográfico durante mucho tiempo relegado y que con el paso de las horas comprometerán su integridad mental.

Si en Los abismos era la mirada de una niña inmersa en el la tramoya y el desmoronamiento de una familia aparentemente normal, en Noche negra es la de una mujer que se ha venido ocultando muchos años episodios de su infancia que dejaron en su ecosistema emocional una profunda huella. Hécate temblorosa, Penélope entregada a las dudas, deberá hacerse fuerte y esgrimir el coraje de la supervivencia frente a la tarántula, el murciélago, la termita, la serpiente y los hombres.

De repente, el frágil entarimado que la sostenía amenaza con derrumbarse, ha sentido posarse sobre su cuerpo de mujer miles de ojos invisibles que la persiguen y acechan, y se ha sentido desnuda. Esta pupila omnipresente la conforman todos los hombres de su vida, que acaban siempre esfumándose y dejándole en herencia un profundo sentimiento de orfandad: su padre, que formó otra familia siendo ella niña, Fermín, su novio en años universitarios y desaparecido en extrañas circunstancias, y este irlandés, compañero de nuevo cuño y de quien desconoce sus verdaderas intenciones, aunque la autora siembra pistas para el lector cuando describe la desaparición del único gallo que la pareja criaba en el corral.

Noche negra es el relato duro y poético de una mujer abandonada a sus fuerzas y que atraviesa momentos críticos. Pero también lo es del coraje de querer recuperar la inocencia y el del renacimiento de una mujer nueva, despojada dolorosamente de la vieja y pesada piel de su pasado.

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Autora: Pilar Quintana. Título: Noche negra. Editorial: Alfaguara. Venta: Todos tus libros.