Punzante y tierno, como la vida misma

La primera novela de la actriz y copresentadora del podcast Keep it cutre tiene como protagonista a una chica de treinta años que, en plena crisis de identidad, recibe la notica de que su abuela ha muerto. Ese será el inicio del camino que le lleve a hacer las paces consigo misma.

En este making of Albanta San Román cuenta cómo escribió Mujer de poca fe (Ediciones B).

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Entonces me esfuerzo y recuerdo que la chispa apareció de una sensación muy concreta: acercarme a la treintena. Los treinta, esa edad rarísima, dispar, desigual. Esa frontera entre los veintitantos y los treinta en la que algunos amigos siguen bebiendo litronas en los bancos del parque como si tuvieran dieciocho y otros ya discuten sobre carritos de bebé y lactancia materna. Esa etapa en la que la adultez se siente a medias, como un disfraz que todavía no te queda bien y que ves difícil que vaya a llegar a ajustarse en algún momento.

Yo quería escribir sobre ese vértigo, sobre esa mezcla de libertad, precariedad y parálisis vital que nos define a muchas. A casi todas. Pero no quería hacerlo desde la solemnidad, sino desde la ironía, la retranca y la ternura, porque, seamos sinceros, nuestra generación tiene mucho de tragicómica: estamos agotados de tantas contradicciones y al mismo tiempo no sabemos vivir sin encarnarlas todas.

Y hablando de contradicciones, soy una fiel defensora de que nos definimos a través de ellas. De nuestras contradicciones y de nuestros contrapuntos. Somos lo que no somos. Y en medio de esa complejidad apareció la figura de la abuela. Un personaje que, sin yo planearlo, terminó siendo tan protagonista como la propia Lula. Al principio iba a ser un personaje secundario, casi anecdótico… pero se adueñó del libro: con su fe inquebrantable, sus refranes inagotables y su amor expresado de manera tozuda. Me interesaba esa tensión entre dos generaciones que se quieren profundamente y, al mismo tiempo, no se entienden en absoluto. En esa grieta hay estima, pero también hay humor, porque discutir fervientemente con alguien que quieres tanto suele ser ridículamente cómico.

Claro que no todo fue tan romántico. Escribir esta novela fue un ejercicio de paciencia. Me encontré con un montón de dificultades: ¿cómo mantener la ligereza hablando de la muerte? ¿Dónde está la línea para hablar de la fe ajena sin faltar el respeto? ¿Cómo hablar de la pérdida sin caer en el dramatismo gratuito ni en la comedia superficial? La solución fue aceptar que el tono debía ser híbrido: punzante y tierno, como la vida misma. Y confiar en que el lector iba a entender que la risa y el llanto muchas veces se confunden.

Algo que también llevó horas de trabajo y vueltas sobre mí misma fue encontrar la voz de Lula. No quería que sonara como un panfleto ni como una caricatura generacional. Quería que hablara con contradicciones, que dudara, que se enfadara y se reconciliara. En definitiva, que fuera humana. En parte, el reto fue dejar que ella hablara más que yo: escuchar a mi personaje, aunque a veces me sacara de quicio con su cinismo o con sus ganas de huir de todo.

En cuanto a los temas, creo que el libro toca varios frentes a la vez: la familia, la fe, la política doméstica, la precariedad laboral, la amistad, la muerte. Pero todos pasan por el mismo filtro: la necesidad de aceptar que, aunque siempre lo parezca, casi nunca nada está bajo control. A Lula le toca reconciliarse con una abuela que encarna todo lo que ella dice detestar, pero también descubrir que en esas diferencias se escondía gran parte de lo que la definía.

Al terminarlo, me di cuenta de que la novela no era solo un coming of age, sino también una carta de amor a las paradojas de la vida. Y sí, también fue un recordatorio de que, por mucho que lo intentemos, no podemos huir de la herencia emocional de quienes nos criaron.

Escribir este libro me hizo reírme de mí misma, de mi generación y de nuestras tragedias diminutas disfrazadas de dramas existenciales. Pero, sobre todo, me enseñó que quizá la adultez no consiste en resolverlo todo, sino en aprender a vivir en el desastre. Y si es posible, hacerlo con un poco de humor.

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Autora: Albanta San Román. Título: Mujer de poca fe. Editorial: Ediciones B. Venta: Todos tus libros.