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Cuando los perversos se sentaron en el banquillo

Cuando los perversos se sentaron en el banquillo

Aprovechando el puente de la Constitución, como suele ser habitual en esas fechas, fui al cine. Elegí el estreno de Nuremberg, película protagonizada por Russell Crowe y Rami Malek, y dirigida por James Vanderbilt. Aunque la publicidad insiste en definirla como un thriller judicial, la película aspira a más. Relata, desde un ángulo muy particular, el juicio más importante del siglo XX y que marcó la historia contemporánea.

Siempre he sostenido que la afirmación, tan repetida, de que «una imagen vale más que mil palabras», aplicada a la comparación entre cine y literatura, es engañosa. Son contadas las películas que, a mi juicio, igualan y aún menos las que superan, a la obra escrita de la que procede el guion. Mil palabras bien trenzadas permiten asomarse a matices y honduras que la imagen, por sí sola, rara vez alcanza. Con todo, el guion de Nuremberg se inspira en el libro El nazi y el psiquiatra, de Jack El-Hai, obra que lamento no poder releer hoy, pues está descatalogada, para confirmar o desmentir mi afirmación.

La cinta cinematográfica articula su planteamiento en torno a varios dilemas morales.

"A partir de 1932 los dirigentes nazis parecieron embarcarse en una carrera por demostrar quién era capaz de perpetrar las mayores atrocidades"

El primero es la tensión entre justicia y venganza sumaria en el contexto inmediato de la posguerra. A pesar de las presiones políticas, se impone la idea de que, tras la derrota del terror, también deben imponerse las garantías jurídicas. Ya no caben sentencias fulminantes y sumarísimas ni ejecuciones sin garantías procesales.

El segundo dilema es el riesgo de sentar en el banquillo a los verdugos nazis. Los vencedores sabían que los fascistas acusados podrían aprovechar ese altavoz para reescribir su causa y sembrar la semilla de un renacimiento del fanatismo y del auténtico fascismo.

El tercero es la necesidad de mostrar la maldad desnuda que anidó en los jerarcas del régimen, hombres aparentemente comunes que cruzaron sin vacilación todas las fronteras morales y justificaron su conducta en la obediencia debida, la disciplina y un supuesto destino colectivo. A partir de 1932 los dirigentes nazis parecieron embarcarse en una carrera por demostrar quién era capaz de perpetrar las mayores atrocidades.

"Entré en el cine con el recuerdo de Vencedores o vencidos, la magnífica película de Stanley Kramer de 1961, centrada en el proceso judicial propiamente dicho"

Los juicios de Núremberg, acordados en la Conferencia de Potsdam, establecieron la obligación de exigir responsabilidades penales a quienes habían hecho posible la maquinaria criminal del Tercer Reich entre 1939 y 1945. El lugar elegido para el proceso fue, precisamente, aquel donde una década antes se proclamaron las infames leyes raciales: la justicia debía pronunciarse en el mismo escenario donde los nazis escenificaban su poder corrompido, en donde la injusticia y la inhumanidad pasaban de ser males a ser normas jurídicas.

Entré en el cine con el recuerdo de Vencedores o vencidos, la magnífica película de Stanley Kramer de 1961, centrada en el proceso judicial propiamente dicho. En Nuremberg asistí, en cambio, a un poderoso duelo interpretativo entre Russell Crowe y Rami Malek. Crowe encarna a Hermann Göring, mostrándolo como un hombre dominado por una mezcla de narcisismo, inteligencia, cinismo y teatralidad que hiela la sangre. Malek da vida al doctor Douglas Kelley, el psiquiatra del ejército estadounidense encargado de evaluar la salud mental de los acusados y evitar que se suiciden. Entre ambos se forma un vínculo extraño, basado en explicaciones convincentes y de la tentación, por parte del doctor, de entrar en la mente de su paciente y comprender lo irracional.

"El elenco de personajes secundarios está a gran altura. La confesión final del intérprete estadounidense encargado de traducir a los acusados añade un matiz humano y estremecedor"

El director, Vanderbilt, logra envolver al espectador en una atmósfera de creciente tensión mediante la luz, los escenarios en ruinas y una música contenida. Varias veces me descubrí aferrado al asiento y con la tensión contenida. Los dilemas morales que se despliegan en pantalla mantienen un pulso constante. Vanderbilt construye, además, otros enfrentamientos notables, como el interrogatorio final entre los fiscales estadounidense e inglés y el propio Göring. La batalla dialéctica está tan bien construida que a pesar de saber cómo finaliza mantiene en vilo al espectador, porque no está claro quién prevalecerá y si la justicia o el mal saldrá triunfante.

El elenco de personajes secundarios está a gran altura. La confesión final del intérprete estadounidense encargado de traducir a los acusados añade un matiz humano y estremecedor.

El juicio de Núremberg abrió la senda que llevó a la Declaración Universal de Derechos Humanos y, décadas después, al Tribunal Penal Internacional. Fue el primer paso hacia una justicia penal internacional, aunque no siempre libre de la sombra de la llamada “justicia del vencedor”.

Los créditos finales cierran la película con una frase que, a mi juicio, desmonta el razonamiento esgrimido en su defensa por los gerifaltes nazis juzgados: «A los hombres se les juzgará por lo que han hecho, no por lo que dicen».

A los acusados de nada les sirvió aferrarse a la obediencia debida ni refugiarse en coartadas históricas: la responsabilidad individual prevalece sobre las palabras. La cinta insiste en mostrar la verdad desnuda de los crímenes, no solo su castigo, y propone una lección permanente para la memoria colectiva.

"Como colofón quiero añadir que Nuremberg no es solo una película, sino una ocasión para pensar dónde anida la maldad, cómo se juzga y qué dice eso de nosotros"

Por todo ello, Nuremberg es una película sólida y absorbente. Su ritmo deliberadamente pausado obliga al espectador a atender a la densidad del contenido y a la calidad de los intérpretes, virtudes que la hacen aún más atractiva y entretenida. El enfoque elegido por Vanderbilt resulta sorprendente y oportuno: la barbarie no es un capítulo cerrado de la historia; permanece al acecho. Quizá la única manera de impedir su regreso sea recordar los hechos y comprenderlos. Ningún esfuerzo es excesivo cuando se trata de vivir en un mundo más justo y de legar a quienes vengan detrás un mundo más libre, igualitario y fraternal.

Como colofón quiero añadir que Nuremberg no es solo una película, sino una ocasión para pensar dónde anida la maldad, cómo se juzga y qué dice eso de nosotros.

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Ficha técnica de Nuremberg

Dirección: James Vanderbilt. Año: Estados Unidos, 2025. Reparto: Russell Crowe, Rami Malek, Michael Shannon, Richard E. Grant, Leo Woodall, John Slattery, Colin Hanks y Lydia Peckham. Producción: Walden Media, Bluestone Enertainment y Mythology Entertainment. Distribución: DeAPlaneta. Estreno: 28 de noviembre de 2025.

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