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Carta a Steven Spielberg

Respetado y admirado Steven Spielberg:

Eres parte importante de mi infancia, de mis antiguos recuerdos, y de otros más recientes. Acabo de ver algunas películas tuyas, he vuelto a verlas, pero por desgracia no puedo ver todas las que has hecho antes de escribir esta carta. Me las arreglaré sin embargo con mi memoria y con mi cultura cinematográfica, porque aunque no vi todas tus películas sí que he visto muchas, y las disfruté mucho. Además, son películas que se pueden ver muchas veces. Por otro lado me he dado cuenta de que viéndolas vuelvo a recuperar mis ojos de niño, y por lo tanto de algún modo vuelvo a ser el que fui. Es una sensación muy grata.

ET, la saga de Indiana Jones, que dirigiste completa salvo la última película, El imperio del sol, El diablo sobre ruedas, Tintín: El secreto del Unicornio, Parque Jurásico

Son tantas y, para mí y para tantos, tan magníficas.

Recuerdo un invierno en Madrid, las calles de mi ciudad: se estrena ET, el extraterrestre, que es un bombazo en taquilla. Yo, que soy muy niño, ya soy muy consciente de ese éxito, del fenómeno que supone la película, de su impacto en nuestras vidas, en las de tanta gente. Y además recuerdo que era una película preciosa. Aunque sea difícil de creer, pienso que no la he vuelto a ver desde entonces, como me ha ocurrido con El imperio del sol, película que estos días he vuelto a ver, lo que en buena parte me ha motivado a que te escriba esta carta, porque me ha encantado; quiero decir que me ha vuelto a encantar.

El imperio del sol me impresionó mucho cuando la vi de niño, con 11 años aproximadamente, la edad que tenía en la película el protagonista, y la edad que tenía en la realidad, si no me equivoco, el actor Christian Bale, el niño que da vida a Jimmy y que luego ha hecho tan gran carrera.

Recuerdo que mi padre me compró la novela en que se basa el filme, del escritor J. G. Ballard, que siempre me pareció demasiado libro para mí, pero que siempre guardé como un tesoro, hasta hoy. Ahora sí que puedo leerla con calma, disfrutar de ella y compararla con la película. Más que compararla contrastarla, como decimos con los textos.

Por no hablar de la saga de Indiana Jones, que siempre han sido de mis películas favoritas. Yo me quedo sobre todo con la primera, la del arca perdida, y la tercera, La última cruzada. A las dos les pongo un 10, matrícula de honor, por lo bien hechas que están, lo entretenidas que son, todavía más… lo divertidas que son, y el fondo tan interesante que tienen, cuidadísimo. ¿Quién no quiere ser Indiana Jones después de ver esas películas? Yo desde luego que sí.

Recuerdo el cartel enorme de El imperio del sol en la Gran Vía madrileña. Podría ser el cine Callao, o el Avenida, o el Palacio de la Música. Recuerdo que era verano —puedo equivocarme, quizá fuera primavera— y lo que me impactó esta película. Ahora reviso la novela de J. G. Ballard y veo lo bien adaptada que está a la pantalla grande. En efecto, creo que no había vuelto a verla hasta ahora, como otras grandes películas de esta época que hemos comprado en casa recientemente en DVD: Los Cazafantasmas, Regreso al futuro, Rain Man, Tras el corazón verde, Bitelchus y las tres primeras películas de Indiana Jones, con material complementario.

El cine no sólo es una máquina de sueños, que ya eso es maravilloso; es también una máquina del tiempo, como la música y los libros. Pero para viajar por la propia vida yo creo que lo mejor es el cine.

Y lo bien que lo pasábamos en las salas oscuras. Con razón te han llamado muchas veces “mago” (por cierto, George Lucas, tu buen amigo, también es un mago del cine). Ahora que en los hogares españoles están proliferando las pantallas más grandes se disfruta en casa más que antes las películas, películas como las tuyas, muy propicias a la pantalla grande. Al cine como estupenda fiesta.

Cuántas veces he jugado con mi hermano pequeño a ser Indiana Jones, que no sólo está en mi vida y en mis sueños, también en mi obra literaria, en mi poesía, con el poema “Después de la aventura”, de mi libro El paraíso está en la tierra.

Nunca tus películas decepcionan, y si gustan menos es por las altas expectativas que ellas mismas provocan. ¿Cómo no recordar siempre La lista de Schindler, una de mis favoritas, que también me impactó y me llegó al corazón? Tengo en casa el libro en que te basaste, y lo he estado hojeando también para escribir esta carta. Veo que está adaptado al cine, como El imperio del sol, con naturalidad, con calidad. Yo diría que con mucho respeto. Pero es verdad que estoy muy lejos de ser un experto en tu vida y en tu obra.

Y gracias a ti, con Parque Jurásico podemos revivir la experiencia de ver, casi tocar, los dinosaurios. Creo recordar que los efectos de esta película, impresionantes, son de la empresa de efectos especiales de George Lucas (o que tenía entonces), Industrial Light & Magic, y si no recuerdo mal el propio Lucas, después de que su empresa creara con éxito estos dinosaurios se dio cuenta de que ya tenía tecnología para hacer la nueva trilogía de La guerra de las galaxias (episodios I, II y III).

En esta vida en que tantas cosas se olvidan, en que tantas personas pasan sin dejar huella, o simplemente no se las recuerda, a menudo injustamente, yo puedo decir que muchos te recordaremos siempre con cariño y con gratitud, también con admiración. No sólo nos divertimos mucho con tus películas, es que éstas ya forman parte de nuestro imaginario personal y colectivo, de nuestra propia vida. Eso es lo que te he querido transmitir con esta carta.

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