La colección «Los versos de Cordelia», de la editorial Reino de Cordelia, llega al número 100 con una nueva edición de Cuaderno de vacaciones, de Luis Alberto de Cuenca, revisada y prologada por Daniel Migueláñez, coincidiendo también con el décimo aniversario de la concesión del Premio Nacional de Poesía al poeta madrileño.
En Zenda ofrecemos un fragmento de la introducción de Cuaderno de vacaciones (Reino de Cordelia), de Luis Alberto de Cuenca.
***
Suena la sirena: Luis Alberto de Cuenca, hacia la escritura gozosa
Todos recordamos con deleitosa emoción ese momento previo a la última sirena que daba comienzo al período vacacional veraniego, cuando un huracán de estuches y cuadernos volaban con estrépito para aterrizar rápidamente en la mochila, solapándose en la despedida del pobre maestro que aún no había tenido tiempo de concluir la materia. Comenzaban esas tardes de banco y pipas, los reencuentros en el pueblo —el que tenía—, con sus amores volátiles y sus baños en las charcas, las mañanas despreocupadas (triunfantes) en la piscina local, las lecturas adolescentes, las madrugadas al fresco y esos ratos —quizá tras el desayuno, quizá aprovechando esa inútil suspensión del tiempo en la tarde que los adultos llamaban siesta— en que los cuadernillos ocupaban nuestras manos y nuestra memoria en un reto estudiantil, ahora que podíamos elegir cuándo y cómo coger el lápiz. Cuaderno de vacaciones, que le valió a Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) la concesión del Premio Nacional de Poesía en el año 2015, nos devuelve a esa luminosa sensación de disfrute.
Formado en la Universidad Autónoma de Madrid, discípulo de Antonio Fontán y Manuel Fernández-Galiano, los primeros versos del joven Luis Alberto de Cuenca aparecieron en 1971 en la antología Espejo del amor y de la muerte de Antonio Prieto. Después de unos inicios eruditos e influenciado por los fulgores novísimos, nuestro poeta se da a conocer con el tríptico oscuro y hermético de Los retratos (1971), Elsinore (1972) y Scholia (1978), con su simbolismo parnasiano y la posterior gavilla de Necrofilia (1983), en la vocación por romper con la poesía social y el intimismo exacerbado de los años sesenta. Posteriormente, Luis Alberto de Cuenca decantó su verso hacia lo popular, donde la claridad expresiva (no exenta de sabiduría y humanismo) acabó por configurar el espíritu lírico de su línea clara, término comiquero franco-belga tan bien reflejado por los dibujos de Hergé en las aventuras del joven Tintín o los Blake & Mortimer de Edgar P. Jacobs. Y como ut pictura poiesis, esa claridad simbólica, transparente en el mejor sentido del término, alejó el barroquismo de los versos, introduciendo lo urbano en su lírica, soplando en su ventana el aire de la calle y cerrando la estructura de las composiciones, que tendieron hacia lo narrativo, especialmente a partir del celebradísimo La caja de plata (1985), que nacería bajo los últimos coletazos del heterogéneo, popular y espontáneo movimiento contracultural que fue la Movida madrileña, de donde provendrá su conocida alianza como letrista con Gurruchaga y la Orquesta Mondragón. La caja de plata supondría una inflexión decisiva en la poesía de Luis Alberto de Cuenca, consolidando la retórica, los temas, los personajes recurrentes y el tono empleado en su poesía posterior, con el epigrama heleno —por aquello de la brevitas et argutia— y la trova provenzal como indiscutibles puntales líricos.
Después de las fantasías de El otro sueño (1987) agavillará nuevos poemas en El hacha y la rosa (1993) —con un Luis Alberto más afectivo—, llegará a la introspección sufrida en Por fuertes y fronteras (1996), que prolongará su desolación en Sin miedo ni esperanza (2002), para caer poco a poco en la serenidad vitalista de La vida en llamas (2006). Tras este coherente viaje, la poesía cuenquista tenderá a lo reflexivo con El reino blanco (2010) hasta llegar a Cuaderno de vacaciones (2014), que tendrá en Bloc de otoño (2018) su prolongación más inmediata (amén de la libresca similitud de los títulos). El reino blanco, Cuaderno de vacaciones y Bloc de otoño podrían leerse como un tríptico con semejanzas, donde la línea clara se va oscureciendo paulatinamente. No tanto en su comprensión como en su recogimiento. En resumidas cuentas, podemos contemplar dos grandes bloques poéticos en nuestro autor; un primer inicio culturalista, plagado de referencias eruditas, con un oscuro halo surrealista en buena parte de las composiciones y otro más vívido, colorista y callejero, pero entendiendo ambas maneras de hacer como vasos comunicantes y no tanto como compartimentos estancos.
Los versos que nos ocupan consolidan algunas características fundamentales de la poesía luisalbertiana, a saber: la predilección por el metro medido (endecasílabos y alejandrinos en su mayoría), la voluntad narrativa, la intertextualidad y las referencias literarias, artísticas, cinematográficas —culturales, en suma— cruzadas como signo original, el binomio formado por el coloquialismo y la erudición como un todo armónico, el evidente humorismo y el vuelo irónico en buena parte de las composiciones, amén de la biografía como caldo de cultivo poético. Además, se aprecia una desaparición progresiva de lo urbano en esta etapa última, mucho más figurativa.
La unión de la alta y baja cultura —cajones de sastre algo ambiguos— ha creado esa particular cosmovisión —o Weltanschauung, si nos ponemos estupendos— en la poesía transculturalista, tan popular como erudita, de Luis Alberto de Cuenca, donde se han ido dando la mano Ovidio con Shrek, Hulka con Guillermo de Aquitania, Shakespeare y Star Wars, Lope con Flash Gordon, Bocángel con Tintín, Borges con Game of Thrones o Virgilio con John Wayne, porque, en sus palabras «hay que mezclar Homero con Spiderman». Abramos el cuaderno.
—————————————
Autor: Luis Alberto de Cuenca. Título: Cuaderno de vacaciones. Editorial: Reino de Cordelia. Venta: Todos tus libros.



Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: