Esa voz en tu cabeza ¿es la verdad?

—¿Cuánto dura el primer Acto?

—Sesenta y ocho años.

—Vale. ¿Y el segundo acto?

Perdón por el chiste malo, pero hay que contar que hay una revista que se llama Primer acto y que lleva, lo voy a volver a decir, sesenta y ocho años publicándose.

Primer acto es una institución. Podemos llevarnos una institución al sillón y leer a prácticamente todas las voces del teatro contemporáneo en lengua castellana, dialogando y proponiendo ideas sobre el teatro en todas sus vertientes: investigación, dramaturgia, producción, interpretación…

Y además, en cada número el texto de dos obras de teatro.

En el número trescientos sesenta y nueve encontramos El vientre de las arañas, de Gracia Morales, galardonado con el premio Jesús Domínguez.

El vientre de las arañas nos habla de uno de esos cuerpos que parecen empeñados en desaparecer, en disolverse, en dejar de existir. En este mundo, donde todos intentan ocupar cuanto más espacio mejor, algunas solo quieren hacerse cada vez más pequeñas hasta dejar de existir.

Hablamos de anorexia.

Aparte de la protagonista menguante, el resto de personajes son: el padre, la madre, la hija, la amiga y el ruido. El Ruido. De todos los personajes el que me ha parecido más interesante es “el Ruido”. Ese Ruido.

Todos conocemos ese “Ruido”, con mayúsculas, esa voz que suena dentro de nuestra cabeza y que continuamente nos narra lo que está pasando, nos juzga, y define el mundo en el que vivimos. Esa voz es más importante que nuestras ideas políticas, nuestro cuerpo o cuánto dinero tengamos en el banco. Ese “Ruido” determina si nuestra vida va a ser feliz o desgraciada.

La protagonista de la historia ha cedido a ese soniquete toda su autoridad. Tiene más poder que su madre, su padre o su mejor amiga. Tiene más poder que la realidad. Mejor dicho, el “Ruido” crea la realidad. El “Ruido” es la realidad.

La protagonista le ha dado tanto poder al “Ruido” que incluso le ha dado la autoridad para matarla.

No sería la primera vez que ese “Ruido” ejecuta una pena de muerte.

Cuando se monte esta obra, decidir cómo se muestra ese ruido en escena es la decisión de dirección más importante.

Lo mejor sería un coro, un coro de chicas anoréxicas que acompañan a la protagonista en todo momento y van formando la telaraña en la que está atrapada. Un coro de mujeres vestidas con tallas imposibles de Stradivarius y posando para Instagram comiendo ramas de apio.

Zombis que quieren llevarla a su mundo de zombis. Auténticos walking dead.

¿Cómo ayudo a mi hija a escapar de ese ruido? Esa es la pregunta que el resto de personajes se hacen a lo largo de la obra y es la pregunta que se plantea al espectador. ¿Cómo sacar a la gente de su neurosis?

La depresión y la autodestrucción tienen algo agradable, acogedor. Son un pozo de mierda, pero un pozo de mierda caliente. Cuando sales notas el frio, la incomodidad de volver a ser responsable de lo que ocurre en la realidad. Siempre hay una buena excusa para rendirse, y siempre hay gente que te va a dar la razón y te va a acompañar cuando te rindas.

¿Será capaz nuestra protagonista de ir más allá del “Ruido” de su cabeza y salir del pozo de la depresión y la autocompasión?

Además de este texto podemos encontrar también el penúltimo texto ganador del Lope de Vega, Cuaderno de Dinamarca, de Nieves Rodríguez.

Completan este número reseñas, conversaciones, artículos, encuentros… 320 páginas sobre teatro. Páginas físicas, de papel bueno. No la puedes descargar, no está en pdf, tienes que suscribirte para recibir en tu casa un fragmento más del teatro español contemporáneo.

En cualquier casa de un teatrero mínimamente formado hay ejemplares de la revista Primer Acto. Suscríbanse y entrarán en el selecto club de la gente que sabe de teatro, o aunque sigan sin saber nada de teatro, podrán fingir mucho mejor si hay ejemplares de la revista Primer Acto en su casa.

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Autora: Gracia Morales. Título: El vientre de las arañas. Publicación: número 369 de la revista Primer Acto, dirigida por Ángela Monleón.