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El viejo librero. Cultura del tiempo perdido

El viejo librero. Cultura del tiempo perdido

La poderosa imaginación literaria de Diego Martínez Torrón ha convertido este excelente ensayo en un texto multiforme, de numerosas facetas, tan sólidamente narrativo como poético, sin daño a su naturaleza investigadora, perspectivas que ya había planteado en El alma de los libros. La literatura como refugio, en 2024. Se trata de un libro singular, por su condición brillante, peculiarmente híbrida de lo estudioso e imaginativo y que, según el propio autor, “cierra mi dedicación al estudio de la Literatura… Es mi testamento filológico”.

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Dividido en 11 partes, el libro comienza con EVOCACIONES, donde a través de 16 textos breves, incluso microrrelatos —a veces recuerdos concretos—, se pregunta sobre el sentido —“el tren”— de la vida,  el deterioro personal, el amor, la belleza y el poderío de los libros, la fuerza y sustancia de la escritura…

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La segunda parte se titula IDEOLOGÍA, y ofrece 11 textos, que exponen ese “fin de una época” que estamos viviendo, la realidad de la ideología como ideología de la realidad; el desprecio del universo capitalista por la cultura que le da su imagen  y poder; la fuerza de la cultura, sin la que no puede haber democracia, ni libertad, ni felicidad; la ideología como diseño actual de la clase política en los países desarrollados, y la religión en los subdesarrollados…

Hablando de connotaciones, el autor se refiere al entorno, al marco ideológico, que, para ser detectado, precisa de una intuición que va más allá de la lógica… Pide que se estudie siempre la ideología de un modo abierto, para poder comprender la realidad, y lamenta la condición “trituradora del pasado” del siglo XXI, con la decadencia de la educación y la evidente pérdida de cultura…

"Sin olvidar aquella sentencia de Jovellanos: La política es el arte de hacer felices a los pueblos, ni temas como la migración, las metafísicas y su problemática"

Y también reflexiona desde una perspectiva crítica, nada halagüeña, sobre la realidad que nos rodea, señalando el deterioro del mundo del arte y de la cultura como consecuencia directa de la decadencia social y política, sin declararse tampoco muy optimista con la situación internacional, oprimidos por la realidad virtual, aunque en la ciencia y la técnica tenga su parte positiva…

Se queja de que se estén desmantelando las colecciones de clásicos y recuerda la llamada “generación de la contracultura” y el timo de la droga… con la necesidad de un capitalismo controlado, sin olvidar aquella sentencia de Jovellanos: La política es el arte de hacer felices a los pueblos, ni temas como la migración, las metafísicas y su problemática, la angustia existencialista, el idealismo quijotesco, la falta de comunicación del pueblo con los políticos y el azaroso destino que nos espera con la Inteligencia Artificial, valioso instrumento o terrible instrumento…aunque siempre nos quedarán los libros…

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Y LITERATURA se titula la tercera parte, dividida en varios textos, a partir de una especie de divertido aforismo sobre la poesía… y trata —y agradece su existencia— de los libreros de viejo —“casta maravillosa, con una sabiduría superior a la de cualquier catedrático de universidad…”—; proclama con orgullo su empedernida bibliofilia —“un filólogo debe ser pensador, bibliófilo y artista”—, y recuerda sus lecturas de Shakespeare en inglés, analizando con esmero unas cuantas obras y otros temas, como la relación de Cervantes con la homosexualidad; la desaparición en el mundo occidental del concepto de cultura que acuñamos durante siglos de luchas; los hai-kus de Matsuo Basho; recuerdos de la elaboración de su tesis doctoral sobre La poética interior de Octavio Paz, hasta desembocar en “el gran Antonio Machado, siempre tan humano y tan cordial”, sus prosas publicadas en sucesivas ediciones y la influencia de la Institución Libre de Enseñanza en Machado y en Juan Ramón: el amor por la naturaleza en el primero, y el panteísmo panenteísta  en el segundo. En sus referencias, Martínez Torrón no olvida a Benito Pérez Galdós ni a Ramón Gómez de la Serna, celebrado en este caso por los críticos en una actividad en línea que lo hace comentar que la crítica crea una leyenda sobre el texto literario

La lectura de lo que él considera una bellísima edición del Cancionero llamado Flor de enamorados, de Antonio Rodríguez Moñino, hace que recuerde con afecto al recopilador y a su generosa viuda, María Brey…

Todo esto antes de entrar en Las cerezas del cementerio, de Gabriel Miró, rara lectura que refleja amor por la naturaleza y amor al amor, “prolonga el universo de ficción de las Leyendas de Bécquer” y “tiene una profunda y clara relación con el estilo de las Sonatas de Valle…”, y “un ámbito de ficción que nada tiene que ver con la realidad de las cosas que antes habían novelado con acuerdo y profundidad Galdós y Clarín…”.

La referencia a Valle, que considera que “parece como si escribiera para el siglo XXI en el que estamos” lo hace referirse de nuevo a Ramón Gómez de la Serna, sobre el que le gustaría escribir un libro, celebrando especialmente su Automoribundia, del que hablará más adelante…

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AZORÍN SENSITIVO será el protagonista de la cuarta parte, y el autor comienza afirmando, ante nuestro “problema con la cultura”, que Azorín reaccionó en su época recluyéndose en los clásicos, y que él utiliza a Azorín —al que ha dedicado varios ensayos—… como símbolo de una complicidad personal, criticando la condición de reaccionario que se le atribuyó, recordando sus miradas de la condición campesina: “el amo es el enemigo” o “las leyes se hacen para los ricos”, y otras que reflejan…“el deterioro de la situación social de la España de la oligarquía y el caciquismo”. Y celebra su obra “… llena de idealismo, pero cercana a la realidad, que refleja con un estilo diferente y moderno”, celebrando a Cervantes —La ruta de don Quijote— “donde se identifica con los pobladores modestos de La Mancha”, o escribiendo sobre Alejandro Lerroux y dedicando su libro España a Francisco Giner de los Ríos…

El autor considera a Azorín un reportero del espíritu, enamorado de España, recuperador de libros cono La lozana andaluza, revalorizador de Luis de Góngora, de Larra, descubridor del siglo XVIII, capaz de comprender el talento de Rosalía de Castro, la modernidad de Bécquer y otros muchos aspectos —analizando sus Obras Completas con meticulosidad y evidente entusiasmo—. El autor nos anima a leer a Azorín…

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La quinta parte trata de EL PENSAMIENTO ÚLTIMO DE VALLE-INCLÁN. LA COMPLEJIDAD DE EL RUEDO IBÉRICO: “Considero a Valle quizás el más valioso autor de la literatura universal del siglo XX. Quien quiera ampliar información puede hacerlo a través de mi libro Valle-Inclán y su leyenda”. Escritor legendario —la biografía-retrato de Ramón Gómez de la Serna y otras— el autor lo define como inclinado hacia el marxismo, curioso carlista —“Hay dos clases de carlistas, los otros yo. A los otros, ni los miro ni los trato”…“Producto humano y artístico claramente español”—… Con referencias muy interesantes a los Manuscritos inéditos de El ruedo ibérico, obra cumbre de la narrativa universal del siglo XX, crítica social y esperpento…

Fin del capítulo, Anarquismo y literatura: Valle fue tan genial, original e independiente, que ni siquiera encajó totalmente en las tendencias anarquistas que salpican sus últimas obras.

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LOS CAFÉS DE RAMÓN se titula la sexta parte. “Ramón es admirable. Un escritor que en vez de vivir escribe todo lo que está viviendo”… “Redescubrirlo requiere una lectura inteligente”… Libros preferidos por el autor: Automoribundia, Pombo, La sagrada cripta del Pombo y Retratos contemporáneos.

Pombo. El autor se refiere a la estudiosa editora, Ioana Zlotescu, y a las ilustraciones originales descartadas por el editor material… Preámbulo: ideología de Ramón. Repaso de libro: mujeres de la vida, soldados que regresan del frente, la vida al margen, las tertulias, la bohemia madrileña…

La sagrada cripta del Pombo. Tuvo gran aparato inconográfico.Historia de los cafés tradicionales de Madrid, con anécdotas de la pandilla de Ramón: “en el Bilis-club predominaban por manera absoluta las ideas liberales y republicanas; pero jamás, como corporación, confundimos el arte con la política”. Encuentros con Pereda, Clarín o Galdós, respetados por los jóvenes bohemios, con preciosas anécdotas. “Un libro tan variado como ameno y lleno de encanto. De lo mejor que nos dejó el gran Ramón”.

Coda: Automoribundia —ya citado—: “Libro originalísimo y magnífico, que necesitaría ya de por sí un ensayo propio…”.

“Hay que redescubrir a Ramón y disfrutar de su literatura…”

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LA CUNA DEL ARTE se titula la parte séptima, en la que se desarrollará una crítica del arte actual. Se trata de un período decadente, pese a la divina pulsión del arte. Aunque hay alguna sorpresa en la sala Thyssen: Gauguin, esculturas de Rodin… la pintura que va de 1840 a 1900 parece eternizar el fluir de la vida…

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EL VIAJERO CANSADO se llama la octava parte. Textos, relatos breves. “Algún día la mente dejará de pensar. Y se sumirá suavemente en el universo”. Conciencia del tiempo pasado, de la edad: El tiempo lo destruye todo, no te engañes. Dijo Víctor Hugo que la melancolía es la alegría de estar triste. En El jubilado, el autor nos recuerda la sombra del sauce al lado de una piscina de aguas azules… Susurro del viento… El pájaro… El árbol me habla… me acaricia con el susurro de sus ramas y sus hojas al viento… Cuando te haces viejo los recuerdos vienen a tu mente como grupos numerosos de gaviotas. Y lamentas que quizás ya para todo es demasiado tarde, cuando antes era tan solo demasiado pronto…

¿A quién le interesará Cervantes dentro de diez mil años? ¿Habremos vuelto de nuevo a la regresión y a la barbarie, bajo una pátina de desarrollo científico y social?

"Comparo la vacuidad cultural que las nuevas tecnologías y el neoliberalismo de los mercados han establecido como fuente de referencia, quizá para que nadie piense, para que nadie reflexione..."

¿Para quién escribes?… En un universo que ha cosificado la cultura y ha convertido los logros que hay detrás de lo políticamente correcto en una especie de puritanismo absurdo de las formas. En ese universo tecnológico las obras de auténtica creación ni interesan, ni siquiera existen, se tratan de olvidar…

Siento que nuestro universo cultural desaparece. Soy un viejo profesor de provincias ya jubilado. Y recuerdo la época de mis años jóvenes. Comparo la vacuidad cultural que las nuevas tecnologías y el neoliberalismo de los mercados han establecido como fuente de referencia, quizá para que nadie piense, para que nadie reflexione… que define el mundo del siglo XXI en sus inicios… Quizás llegará otra época.

El más absoluto desánimo hacia el modo en que camina el siglo XXI. Expansión de la mafia de la droga, del petróleo, de las armas, sin políticos ni filántropos con ideas, ni con empatía hacia el pueblo…

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LA GRANDE MUSIQUE se titula la novena parte. En ella el autor declara que la música occidental constituye el arte más prodigioso, la cima de la belleza… Constituye una especie de matemática abstracta de sonidos peculiares… Pero encuentro que la música de grandes composiciones coetáneas de esta época parece toda escrita para el cine… Hay una decadencia absoluta en el concepto de la música grande, la grande musique, que llamaban los franceses… Hablando de Handel y de Bach dice el autor: “Mi única droga es la Belleza. Y la Cultura cuando la refleja… Enrique Granados, el último romántico…”

Evocaciones de Mozart, Haydn, Beethoven, Brahms, Chopin, las mil piezas desconocidas de Dvorak… Alusiones a desconocidos y a Radio Clásica, al Auditorio Nacional de Música de Madrid, a las versiones, que lo emocionan, de los poemas de santa Teresa de Jesús, cantados por Amancio Prada…

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DE BUHOS Y JARDINES se titula la décima parte. Comienza con el texto  En la ciudad dormida —alusión a Córdoba—. Llamadme fatuo, pero creo en el Destino orgulloso de su pasado, su arduos trabajos y dura lucha, su vida personal y familiar, disfrutar de otros modos de lectura, deleitándome con los ruidos y los olores del campo. Aprender a morir como muere un pero… No podemos vivir sin la cultura… La cultura, como el amor, son dos maravillosas drogas… La idea del Infinito. Dios no es una norma. Sino la respiración y la armonía del universo…

Y un colofón en el que dice que acaso somos un proyecto que se inicia en círculo y termina en círculo…

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LA TRANSPARENCIA, es el final. Estimulante colección de textos poemáticos que nos hablan de la Cultura, la Belleza, el Amor, la destrucción de la Naturaleza, el Tiempo, la Muerte, la Vida…

Escribir es detener el tiempo, asegura el autor antes del epitafio:

Abierto al Infinito

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Autor: Diego Martínez Torrón. Título: El alma de los libros. La literatura como refugio. Editorial: Almuzara. Venta: Todos tus libros.

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