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Porque no todo puede ser consumir y trabajar, ¿no crees?

Porque no todo puede ser consumir y trabajar, ¿no crees?

Este ensayo parte de una pregunta francamente interesante: ¿Y si la verdadera crisis de nuestro tiempo no fuera económica ni climática, sino de imaginación? A partir de esta premisa, la autora reivindica la imaginación como fuerza política y emocional, como modo de afrontar el futuro, como solución a muchos de nuestros problemas.

En este making of Berta del Río explica qué le llevó a escribir El arte de imaginar (Barlin Libros).

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Y es que necesito que sea verdad. Que otros mundos sean posibles, que sepamos y queramos organizarnos para hacer frente a la desigualdad y la precariedad acelerada en la que estamos inmersos y que seamos capaces de inventar formas de respetarnos y acompañarnos. Que seamos capaces de imaginar escenarios más amables y deseables. Porque no todo puede ser trabajar para consumir. Tiene que haber algo más, pero ¿qué es ese “algo más”? ¿Eres capaz de soñarlo?

Ha sido luminoso escribir El arte de imaginar. No sabía que lo necesitaba tanto hasta que lo he visto alejarse de mí, de mis conversaciones cotidianas, y ya deja de pertenecerme para ser de otros y otras. Este ensayito es una invitación a reconciliarnos con la imaginación adulta, la esperanza y el deseo de un futuro mejor. Es también el punto de llegada de muchos años de rumiaciones internas y conversaciones inacabadas, atropelladas y fragmentadas. Creo que lo he escrito para poner en orden todos mis asideros internos y para seguir creyendo en pilares fundamentales para la vida en común, pese al frío que arrecia fuera de mi cobijo. Necesito pensar que la honestidad, la empatía, la generosidad y la alegría todavía importan, aunque no coticen en bolsa. Que lo que nos hace humanos resiste.

"Creo que responde, este acto de divulgación, principalmente, a querer constatar que no estoy sola. No debo estarlo, no quiero estarlo"

Publicar un libro es una osadía que imagino me va a perseguir hasta el fin. Es fijar sobre papel ideas y condenarlas al reproche. Una vez fijadas estas ideas en papel, pienso en que, para tener el valor al que aspiran, deberían poder ser permeables, mutar y disfrazarse de otros colores con el paso del tiempo y las experiencias. A pesar de la sensación de abismo que siento ahora mismo, prima el deseo de dar mis ideas a otras personas pensantes y que germinen o desaparezcan.

Aunque creo que responde, este acto de divulgación, principalmente, a querer constatar que no estoy sola. No debo estarlo, no quiero estarlo, en la firmeza de querer vivir mejor, reivindicar el bien común, la interdependencia entre nosotros y nuestro entorno medioambiental, así como la necesidad de criticar hasta la médula el sistema que habitamos por injusto y doloroso y que hemos naturalizado como si no fuera una construcción social.

El arte de imaginar es un repositorio de piezas que he ido coleccionando durante más de diez años en diferentes espacios: en conversaciones con compañeros durante el doctorado, en el grupo de investigación de Histopía y UtopiAtlántica, de prensa, de documentales, de la memoria familiar y doméstica… Es un baúl de pequeños tesoros, un gabinete de curiosidades, que juntos, estoy convencida, alumbran un mundo distinto del cortado por parámetros de la codicia, el individualismo y la competitividad.

"Me quedó la sensación de que todos tenemos algo que decir sobre el mañana, sobre nuestro porvenir. Quizá solo tengamos que encontrar el tiempo y reactivar la curiosidad por escuchar otras historias"

El ensayo nació con dos acciones paralelas: entrevistas y archivo. Me gusta esa metodología de trabajo, la de cuestionar al presente desde la arqueología del pasado. Mientras ordenaba lugares utópicos, desempolvaba notas sobre distopías o trataba de jerarquizar comunidades intencionales, me citaba con personas a las que admiraba por su posicionamiento en el presente. En todas ellas veo un motor de esperanza, un no amilanarse ante lo asfixiante que puede resultar el día a día. Fueron diez entrevistas de personas extremadamente diferentes, desde una trabajadora del 112 a la que pregunté sobre futuros en contexto de emergencias a un periodista de larga trayectoria que vive abrasado por la actualidad política desde hace más de 10 años. Fue francamente interesante de escuchar cómo habitan ellos el horizonte de futuro y qué imaginan desde un hoy en conflicto. Y, al final, me quedó la sensación de que todos tenemos algo que decir sobre el mañana, sobre nuestro porvenir. Quizá solo tengamos que encontrar el tiempo y reactivar la curiosidad por escuchar otras historias.

Decidí aligerar el ensayo de esas voces, que me sirvieron para pensar y tomar caminos, y dividir el ensayo en tres: una introducción que justificara el por qué de tantas preguntas (¡hay muchísimas preguntas en El arte de imaginar!), una selección de experiencias utópicas y un cierre, más ligero, sobre la necesidad de recuperar conceptos como la esperanza.

Siento que es un libro que me hubiera gustado leer. Al menos para respirar y aliviar la carga invisible que cada uno de nosotros sostenemos. Hay una idea transversal en El arte de imaginar y es que siempre ha habido gente creando mundos magníficos, de exploración y desborde de la imaginación y el placer colectivo. Solo hay que buscarlos en los márgenes y mirarlos con curiosidad porque, no puede ser todo trabajar y consumir, ¿no?

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Autora: Berta del Río. Título: El arte de imaginar. Editorial: Barlin Libros. Venta: Todos tus libros.

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