El optimismo recorre la industria como una electricidad. Nadie puede verla, pero está. A la picadora de carne de las novedades –ya sabéis, aquello de la ludopatía editorial– se suma la carnicería moderada de los que pueden elegir entre morir de un balazo en la nuca o renquear con un tiro en una pierna. Repuesta –o en trance de reponerse– de los ocho años de crisis que la han hecho un 40% más pequeña, la industria editorial puede ahora darse el lujo de decidir. Entre Las sombras de Grey y la literatura, parece abrirse un claro para la literatura: la posibilidad de renquear con dignidad en el circo de los superventas. Así lo confirman las ráfagas de aire limpio que empujan las tuberías de un edificio dispuesto a no venirse abajo.

Montoya se vio involucrado en el atentado perpetrado en Atocha en 2004. El Gitanillo acompañó hasta la mina Conchita, en Asturias, a Emilio Suárez Trashorras y, por orden de este, viajó hasta Madrid con una mochila cargada con 20 kilos de explosivos que entregó a Jamal Ahmidan (‘El Chino’), uno de los responsables de la operación. Como tenía 16 años cuando cometió el delito, la pena impuesta fue el internamiento en un centro de menores durante seis años, más cinco de libertad vigilada y seis meses de inhabilitación. Es justo ese tramo –el del personaje que se gesta en esos años– a los que Jabois dedica la entrega periodística.


¿Se recompone la industria? Difícil y arbitraria pregunta… ¿Cuándo se encontró mal?, preguntarán algunos como quien devuelve un ladrillo enfundado en guante de terciopelo. De momento, estas son algunas de las noticias que hacen circular el aire en la inmensa casa del negocio editorial de la literatura escrita en español.


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