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Antonio Rivero Taravillo: «José Antonio y Franco no se tuvieron gran simpatía»

Antonio Rivero Taravillo: «José Antonio y Franco no se tuvieron gran simpatía»

Si queda alguna faceta sobre el libro que Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963) no ha tratado, es que aún no ha sido inventada, es que aún está por hacer. Traductor, poeta, biógrafo, editor, novelista, director de la revista Estación Poesía, Rivero Taravillo nos ofrece una obra versátil y numerosa, tanto en la cantidad de títulos como en la variedad temática de estos y, ante todo, en la calidad que los acompaña. Ahí está el Premio Andaluz a la Traducción Literaria, y el Premio Comillas por su biografía de Luis Cernuda, y el Premio Domínguez Ortiz de Biografías por su libro sobre Juan Eduardo Cirlot, y el Premio de Aforismos Rafael Pérez Estrada.

Su última obra, El ausente, novela editada en La Esfera de los Libros, cuenta los últimos años de vida de un personaje tan novelesco —y tan poco tratado, tan desconocido— como José Antonio Primo de Rivera. Desde la fundación del partido de este, Falange Española, hasta sus últimas semanas de vida, Rivero Taravillo, con esas eres de sus apellidos —y del protagonista—, recorre la vida de un hombre cuyo retrato es el de alguien complejo y poliédrico, el de una personalidad posible a todo tipo de matices, de enmiendas, de claroscuros, de nobles propósitos errados y de inevitables controversias. Y quién no, diremos.

Pero Antonio Rivero Taravillo, con esta biografía novelada, ni trata de salvar al personaje —excusar su historia— ni se conforma con el estereotipo caricaturesco, con el prejuicio, que tantos le asumen. No hay aquí homenaje —salvación— sino verdad —justicia—, aunque por esa verdad tan justa terminemos por salvar al personaje. Alejada de maniqueísmos tendenciosos y del relato sesgado de la historia, esta novela concibe —a ratos imagina, claro— la vida de un hombre. Con toda su dimensión y con todas sus adversidades. Con todo su deseo y con toda su realidad. Con toda su profundidad, con todo su rigor, con toda su, obvio, literatura. 

"El personaje siempre me ha atraído. Un personaje rico, complejo y con mucho de novelesco"

P: En esta novela conviven un tono novelesco pero a su vez otro más bien divulgativo. Tenía la sensación de leer un género híbrido entre la biografía y la novela.

R: Yo he tratado que funcione como novela, es decir, hay un peso biográfico importante, hay una documentación exhaustiva, pero luego he querido retirar el andamiaje de lo documental para que se convirtiera en algo fluido, narrativo, con mucho diálogo. Se ciñe a los hechos, prácticamente no invento nada excepto detalles menores no contrastables. Pero todo lo que ha podido quedar registrado en los testimonios, en los libros de Historia, todo eso es absolutamente fiel en la novela. Pero ya en el día a día, en conversaciones que no sabemos si se produjeron, en encuentros que se pudieron haber producido… Pues ahí ya he fabulado un poco más, pero siempre con la idea de que se presente en su conjunto al personaje y no inventar  nada que trastocara la realidad. 

P: Ya digo, no sé si estaba leyendo al Antonio Rivero Taravillo novelista o al biógrafo.

R: Sí, verás, el personaje siempre me ha atraído. Un personaje rico, complejo y con mucho de novelesco. Entonces, durante un tiempo valoré la posibilidad de hacer una biografía sobre él, pero ya hay varias, y por otra parte me apetecía dar un cambio y dar otro tratamiento.

Como tú sabes, yo he escrito en prosa dos tipos de libros —al margen de los de viajes—: biografía como tales, ortodoxas, y novelas que recrean episodios históricos o del ámbito literario pero ya con la libertad de la ficción. Entonces, aquí opté por lo segundo. Me parecía que un personaje tan complejo ganaba en su presentación mediante la visión en tres dimensiones. Así pensé que ganaba y podía apelar, por otra parte, a un público mayor. Porque una biografía sería algo ceñido a sus posibles seguidores. Y aquí simplemente quería hacer una novela para cualquier tipo de lector. 

P: La novela está estructurada, otra vez la dualidad, en dos tiempos: en unos capítulos se escribe la vida de José Antonio Primo de Rivera desde sus primeros mítines con Falange Española, en otros capítulos cuentas los últimos momentos de su vida, en prisión. Un esquema en la trama que provoca celeridad en la lectura, y, así, una sensación de caos, de ansiedad,  desconcierto, muy acorde a la imagen que tenemos de aquella época.

R: No es algo que buscaba. Es la primera vez que lo pienso así. Es cierto que no vendrá mal dos hilos narrativos, dos formas de narrar. Están los capítulos impares en los que un narrador en tercera persona va contando los acontecimientos, la vida diaria con sus violencias, lo que los libros de Historia han recogido… Y luego quise dar voz al propio protagonista en un momento distinto, cuando ya se encuentra en la hora de la verdad, en la prisión de Alicante, porque eso me permitía, mediante una serie de reflexiones, mostrar cómo pensaba, cuáles eran sus inquietudes. Cierta confusión se puede producir. De hecho, hay novelas en las que no empiezas a ver cómo funcionan hasta cuarenta, sesenta, ochenta páginas. Al principio, a un lector que lo sitúas ante dos narradores y dos tiempos distintos, le causa cierta estupefacción. Hasta que ya se da cuenta de que es una pauta muy marcada, pues son impares los unos y pares los otros, y van convergiendo hasta el final.

Volviendo a tu pregunta, fueron tiempos  muy confusos, muy convulsos, y en el día a día trepidante sucedían muchas cosas… Hoy parece que la Segunda República fue una balsa de aceite, y nada más lejos de la realidad. Unos y otros se emplearon con gran violencia, y todo fue muy rápido: hubo muchos gobiernos, hubo muchos cambios de ministros, hubo más elecciones de lo que en un periodo normal se podrían producir, hubo muchos sucesos que marcaron la historia. 

"Yo creo que las últimas generaciones tienen la idea de que fue un líder fascista más, alguien cercano a Franco, y no se adentran más en el personaje"

P: Una imagen, por cierto, muchas veces equivocada o distorsionada. ¿Conoce la sociedad española de hoy a José Antonio Primo de Rivera?

R: Yo creo que las últimas generaciones tienen la idea de que fue un líder fascista más, alguien cercano a Franco, y no se adentran más en el personaje. Quienes ya son un poco mayores y tienen más conocimiento en general lo ven con mayor simpatía, porque se dan cuenta de que no era un mero defensor de lo autoritario sino que tenía un discurso social interesante y en muchos casos homologable a lo más radical de la izquierda. Tenía concomitancias con posturas anarcosindicalistas en cuanto a cuestiones sociales.

El personaje, por lo general, suscita simpatía. Pero las generaciones más jóvenes, como dije, lo desconocen. Y si se dice algo de él, enseguida aparece la sombra de la dictadura, ya sea la de su padre o la del régimen de Franco, quien lo utilizó como una especie de mascarón de proa. Eso ya va en detrimento de su aprecio. 

P: La personalidad del abogado la proyecta en su partido, Falange Española. Que tampoco se ahorma a una etiqueta concreta. Rechaza la burguesía conservadora y derechista pero también las fuerzas políticas de izquierdas, socialistas y comunistas. ¿Cómo se interpreta su ideario en el contexto de su tiempo?

R: Sí, es un ideario complejo. De hecho, Falange nunca llegó a aclararse del todo. En Falange convergen sectores muy distintos: por una parte están casi un grupo de monárquicos que habían sido fieles a Miguel Primo de Rivera, había también gente muy revolucionaria, cercana al fascismo teórico como Ramiro Ledesma… y el propio José Antonio, quien trató de hacer una especie de simbiosis, partiendo del fascismo, pero realmente trató de buscar su propio camino, aunque no le dio tiempo. Él, su ideario, estaba también presidido por ideas de cierta catolicidad, sin ser en absoluto un meapilas. 

"Yo creo que José Antonio nunca autorizó la violencia, pero creo que también el raudal de violencia arrastró a todos"

P: Falange Española de las JONS congregó a intelectuales. Es decir, era un partido que defendía la trifulca callejera y el matonismo, pero al que acudió el escritor, el pensador, el profesor universitario. Cuesta entenderlo.

R: Sí, pero esa cuestión muy bien planteada tiene una respuesta fácil en cuanto que en todos los partidos sucedía lo mismo. Es decir, el muy respetable PSOE, con figuras intelectuales de gran talla, con muchos catedráticos, miembros de la judicatura… En el PSOE había pistoleros, y esa es una cuestión que no puede dejarse de lado. De hecho, Falange Española tiene varios asesinados antes de ellos empezar a disparar. Eso se ve reflejado en la novela.

Yo creo que José Antonio nunca autorizó la violencia, pero creo que también el raudal de violencia arrastró a todos. Hablamos hasta 1936, donde ya se desborda todo. Pero se podría decir que Falange Española sufrió muertos y mató. 

P: Luego hay, también, la que para algunos será una desconcertante vinculación entre el sindicalismo —la CNT— y Falange. Porque esta gente de Primo de Rivera eran unos niños bien, pero se interesaban por el concepto de justicia social.

R: Pues, mira, hubo algún intento de captar interés de Buenaventura Durruti, quien por cierto murió también el 20 de noviembre del 36. José Antonio era un hombre que trataba de integrar en su proyecto político a intelectuales, a personas que pudieran tener puntos en común. De hecho, hubo personas que llegaron desde la fila de la izquierda. Y con la CNT hubo concomitancias: sus propios colores, el rojo y el negro, son los de la Falange.

Como anécdota y curiosidad, aparte de la CNT, hubo un partido sindicalista de Ángel Pestaña. Hace muchos años conocí a un familiar de Pestaña que militaba en una Falange clandestina, contra Franco, la Falange Auténtica de los hedillistas. Era un familiar de Pestaña, quien fue el líder de los sindicalistas. Es decir, que hay puntos de coincidencia. Es verdad que la idea nacional, por ejemplo, no era asumible por la CNT. 

"Es verdad que los hechos lo desbordaron y que tenían muchas contradicciones"

P: Me sugiere mucho la definición del pensamiento de Primo de Rivera como una política poética —concepto que él aplica a su visión política—. Creo que en su ideario había más retórica que acción política, que posibilidad de aplicar un programa político en la España de los años treinta.

R: Hasta cierto punto sí. Él hablaba continuamente de estilo. Estilo se puede interpretar de modo literario pero también el estilo en cuanto a talante y comportamiento. Y es verdad que cuidaba ese estilo a la hora de no caer en cosas que a él le parecían nefandas. Por ejemplo, cuando él criticaba a Azaña, dice que habría que atacarlo por los grandes errores de su política, pero no con insidias, como era habitual desde las filas de la derecha. Con esta elegancia, porque tuvo gran elegancia personal, por ejemplo, evitó atentados contra dirigentes socialistas… Él procuró que hubiera ideales superiores que se imprimieran sobre todo lo que hacían. Pero es verdad que los hechos lo desbordaron y que tenían muchas contradicciones. José Antonio nunca llegó a tener una idea forjada, pues era muy joven.

P: Yo es que veo a Primo de Rivera como un idealista. Y donde digo idealista podríamos decir ingenuo.

R: Él era muy idealista. No sé si la palabra ingenuo es la que mejor le cuadra. Pero sí es cierto que con la cantidad de militantes que él tenía, con el peso específico que representaba, que era muy poco en el conjunto de partidos de la República, se lanzó a batallas donde tenía todas las de perder. En este sentido, se puede decir que es ingenuo. Pero es el idealismo el que evita que lo que parece ingenuo se quede en un cruce de brazos. Y es verdad que en muchas ocasiones sintió una especie de zozobra interior por errores que había cometido. Eso he tratado de reflejarlo en las partes que habla de su propia voz, porque hubo un momento en que se angustió por el curso de los acontecimientos y por haber traído a tantos jóvenes a ese maremágnum.

"Él se dio cuenta de que en España si no se hacía reforma agraria, muchas personas seguirían viviendo en la miseria"

P:  Y puedo entender el resquemor respecto del anticlericalismo, el anarquismo y el comunismo. Pero ¿ese desprecio de José Antonio Primo de Rivera a la burguesía? La cual era republicana, sí; pero era su clase, su condición.

R: Porque era un rechazo al atraso que suponían. José Antonio, salvando las distancias, fue una especie de regeneracionista. Alguien que quiso hacer una España moderna.

Hay una frase que se suele decir y que choca mucho con la idea de alguien fanático de la derecha: “Queremos una España alegre y faldicorta”. Como diciendo que era tiempo de modernizar el país. Él, por ejemplo, fue muy beligerante con la reforma agraria. Él se dio cuenta de que en España si no se hacía reforma agraria, muchas personas seguirían viviendo en la miseria. Esto choca con la derecha de casino, de sociedades de caza… Aunque él también, como miembro de esa alta burguesía, participó también de muchos de los comportamientos sociales de aquello.

P: ¿Cómo fue la ya no tan desconocida relación entre Lorca y Primo de Rivera?

R: Se conocieron. Tuvieron algún trato. Yo no creo que tuvieran una amistad intensa. Hay que tener en cuenta que Lorca se llevaba bien con prácticamente todo el mundo, tenía multitud de relaciones. Cuando Lorca llegó a decir que se veían todos los viernes en un coche con las cortinillas bajadas, yo creo que ahí estaba diciendo una boutade más que otra cosa, como para epatar. Pero sí es verdad que José Antonio lo quiso captar, del modo en que quiso captar a Unamuno o a Bergamín, pero todos le dieron calabazas. 

P: Pero en ambos intuyo cierta tradición romántica e incluso algo quijotesca. La lucha por un ideal que termina de forma trágica, fracasada, melancólica. 

R: Sí, hasta cierto punto sí. A ambos les une la muerte violenta y temprana. Lorca totalmente asesinado con todas las de ley, aunque hubo un simulacro legal ínfimo. A José Antonio lo juzgó un tribunal compuesto en su totalidad por miembros del Frente Popular, que lógicamente tenía inquina al reo. Hoy día eso es insostenible. Cualquier jurado que tenga motivos de antipatía hacia el reo es apartado del jurado. En este caso era un fraude. En cualquier caso, aparte de la muerte temprana, Lorca fue una persona de izquierdas, una persona que no podía ser comunista, aunque en algunas ocasiones firmara algunos manifiestos. Aunque hay personas que lo han tildado de conservador, a Lorca, que yo creo que no lo era. Entre Lorca y José Antonio había grandes distancias ideológicas. Pero por encima de eso había lo cordial, el carácter. Al menos por parte de José Antonio hubo una corriente de simpatía hacia Lorca. Todo escritor, por el hecho de serlo, le causaba una especie de admiración.

"Es cierto que José Antonio tomó a Franco para dar un golpe, pero Franco en alguna ocasión mostró cierto desprecio por el personaje"

P: ¿Por qué Falange Española integra a tantos escritores de la época?

R: Algunos de ellos no fueron directamente militantes de Falange pero sí amigos de José Antonio. Hubo tertulias en La Ballena Alegre, que está en el centro de Madrid. Hubo también las llamadas cenas Carlomagno en las cuales iban ataviados con gran prosopopeya y tenían banquetes… Eso no era de Falange, era del círculo de amigos intelectuales de José Antonio. ¿Y por qué había tantos?  Pues porque José Antonio tenía cierto carisma y, por otra parte, todo lo que es nuevo, revolucionario y que se está creando, atrae a gente de la literatura. Y en este caso, fueron muchos los que confluyeron, con carnet y sin él: Eugenio Montes, Giménez Caballero, Rafael Sánchez Mazas, Foxá. Jóvenes también: Ridruejo, Rosales. Porque era algo que encandilaba. 

P: ¿Alguien con tanto carisma, con tanta determinación, con tanta ambición, pudo ser incómodo a los intereses de un futuro régimen franquista?

R: Sí, sin duda. Yo he tratado de ser justo con el personaje en cuanto presentar sus luces y sus sombras. Y he hecho cosas que pueden sonar positivas respecto a él, y ahora voy a decir una: él conspiró por un levantamiento militar que pusiera fin a una deriva que iba adquiriendo la República.

Hablamos de República, como si eso fuese un monolito, pero en la República hubo momentos en los que tuvo gobiernos de derechas, hubo momentos con el triunfo del Frente Popular en los que la legalidad se puede poner muy en tela de juicio… Sin duda, habría resultado incómodo porque Franco no tenía ninguna formación ideológica, no sabía lo que hacer, sino simplemente realizar una operación quirúrgica para extraer la República e instalar un nuevo régimen para el que no tenía una teoría política. Ahí se sirve de Falange, pero hizo también una especie de monstruo compuesto que eran los requetés y Falange. Aunque los requetés tampoco tuvieron gran importancia en la Segunda República.

José Antonio y Franco no se tuvieron gran simpatía. Es cierto que José Antonio tomó a Franco para dar un golpe, pero Franco en alguna ocasión mostró cierto desprecio por el personaje. Pero tampoco lo podía hacer con gran vistosidad, por decirlo así, porque tenía seguidores muy importantes, y le hubiera sido incómodo ese desprecio más a menudo. Pero en el círculo íntimo, sabemos que no fue admirador de José Antonio. 

"Yo simplemente he tratado de iluminar al personaje de manera que el lector juzgue por sí mismo"

P: ¿Eres consciente de que escribir un libro sobre José Antonio Primo de Rivera, en esta España tan prejuiciosa, puede confundir la escritura o la historia con el proselitismo?

R: Sí y no. Sé que siempre hay lecturas de todo tipo y también que se despiertan inquinas y malas voluntades. Esto es una novela, o una biografía novelada, en la que sin duda el personaje tiene interés, es novelesco, y tiene muchos puntos atractivos, pero no es una apología del personaje. Lo que pasa es que es el personaje quien ocupa toda la novela. Pero no temo que se me pueda acusar de nada raro. Lo raro es que no hubiera una novela que desarrollara su vida. Y por otra parte, si te digo la verdad, si me causa algún sinsabor me da exactamente igual. A estar alturas no me va a incomodar que alguien diga algo con mala voluntad.

P: ¿Quiénes entendieron peor a José Antonio Primo de Rivera, sus detractores o sus seguidores?

R: Ambos. Sus seguidores, muchos de ellos, lo hicieron de una forma maquinal, sobre todo cuando en julio del 36 se desborda todo. Falange tenía muy poca militancia y de repente muchos se afilian. Eran personas además que en su mayoría procedían de la CEDA, y eran personas que no habían admirado a José Antonio sino que hasta cierto punto lo habían visto mal. En sus detractores, creo que le faltan elementos de juicio para saber exactamente cuál era el conjunto de su ideario. Que, por otra parte, vuelvo a subrayar, no estaba formado de manera inamovible, sino que fue evolucionando. De hecho, he tratado que en la novela se aprecie cómo se evoluciona de octubre del 33 a julio del 36 y cómo, por ejemplo, en el 35 el discurso es muy revolucionario contra la banca, la derecha. Eso la mayoría de la gente que está contra él pues no lo quiere saber. Pero eso fue así.

Yo simplemente he tratado de iluminar al personaje de manera que el lector juzgue por sí mismo. Pero poner en la mesa todo: lo que puede ser más favorecedor y lo contrario.

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