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Muñoz Machado: «Dentro de poco, el español será una lengua tan importante como el inglés»

Muñoz Machado: «Dentro de poco, el español será una lengua tan importante como el inglés»

Estamos citados en el despacho del entrevistado. Una secretaria diligente nos hace pasar a una confortable sala de espera; y mientras Jeosm prepara sus cámaras, yo repaso las notas sentada en el sillón de cuero que al recibir mi peso cruje dulcemente. En un extremo, los gruesos lomos de una monocroma colección de volúmenes jurídicos se alinean en perfecto orden sobre la madera torneada de la estantería que rutila con destellos color tabaco. Al fondo de la estancia se abren dos puertas correderas y Santiago Muñoz Machado, catedrático de derecho administrativo, miembro de número​ de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, abogado, escritor y editor, nos invita a pasar.

La adquisición paulatina del conocimiento es el músculo que sostiene y potencia las virtudes del ser humano. El conocimiento histórico proporciona lucidez; el científico, saludables incertidumbres; el de las diferentes lenguas, la aceptación múltiple, compleja y variable del pensamiento humano; pero aquel que realmente aporta las armas valiosas del hombre moderno, de ese que ha de vivir y luchar en comunidades más o menos civilizadas, es sin lugar a dudas el estudio del derecho. Conocer en profundidad las reglas que regulan el complejo juego de las relaciones humanas es poseer el verdadero control.

(La sesión de fotos ha terminado y Santiago Muñoz Machado viene a sentarse a mi lado frente a la enorme mesa de madera de diámetro inabarcable, como un tronco diseccionado de secuoya.)

La extensa bibliografía incluida en el apéndice de Hablamos la misma lengua (Ed. Crítica) es la prueba de la cantidad de obra que ha ilustrado de alguna u otra manera la historia de América y su inevitable vínculo con España. ¿Qué aporta este libro a esa bibliografía?

Reconsideré e incluí en mi obra esa bibliografía para orientarla de dos maneras: primero, para hacer un estudio sistemático que abarcase los tres siglos largos de estancia de los españoles en América, ordenando sistemáticamente la historia de allá para explicar la implantación y expansión del español, aunque siempre teniendo mucho cuidado de embutirlo en la historia general; es decir, intentar no hacer en seco el desarrollo de qué pasó con la lengua desatendiendo qué pasó con las relaciones sociales en general; cómo estaba reestructurada la sociedad indiana en cada uno de esos siglos; cuáles eran las preocupaciones principales de la monarquía; cómo se regulaban los asuntos indios; qué posibilidades había de realizar políticas culturales económicas o sociales en América…. En fin. Todo eso yo debía traerlo a la narración para poder contextualizar y lograr que se entendiese cómo poco a poco se fue abriendo camino el español en América con tantas dificultades como en el libro se explican.

Tradicionalmente, la bibliografía sobre este tema procedía en su mayor parte de la literatura de filólogos y lingüistas centrada en las características del español de América, pero apenas existía una literatura sobre lo que algunos filólogos llaman “la historia externa” de la lengua. Y ese es el hueco que, creo, ha venido a completar este libro.

"Al ingresar en la RAE pensé que tenía que hacer un libro que sirviera a la Academia y que ayudara a poner en valor el idioma común"

Para el lector, su libro resulta casi una historia novelada de la lengua española.

Diré que es característica mía esa manera de afrontar estas investigaciones históricas. Pienso que es muy interesante incluir en el cauce narrativo las vidas de las personas; añadir quiénes fueron o por qué lucharon son elementos que desde mi punto de vista, refuerzan brillo a lo narrado.

¿Dónde reside el germen de la concepción de esta ingente obra?

A mí siempre me ha interesado la historia de América, pero hace unos años hice un libro que se llamaba Sepúlveda, cronista del Emperador, con el que disfruté mucho. El tal Sepúlveda, cronista del Emperador Carlos V y cronista también, parcialmente, de Felipe II, fue además un humanista extraordinario, traductor de Aristóteles, asesor de papas y reyes, tutor de Felipe II; solo conocido, sin embargo, por el enfrentamiento que tuvo con fray Bartolomé de las Casas en 1550 en Valladolid. Este personaje me resultaba tremendamente atractivo por razones diversas, así que finalmente decidí poner en pie esa biografía que sirvió también para cerrar la traducción de todas sus obras, algunas de las cuales estaban todavía en latín. Para eso organizamos un grupo de estudio financiado por el ayuntamiento de su pueblo, Pozoblanco, en Córdoba, que también es el mío. El resultado fueron 14 volúmenes de recuperación definitiva de sus escritos además de su biografía escrita por mí, último volumen de esta ingente obra que publicó magníficamente la editorial Edhasa.

"Hablamos la misma lengua es por tanto una consecuencia de ese afán mío por las historias de la presencia de España en América"

En esa ocasión pude estudiar a  fondo América, explicando de verdad cómo había sido el pensamiento de Sepúlveda sobre aquellas tierras y sobre los justos títulos de la conquista, y qué diferencia había con el padre Victoria, o cuál fue la realidad del padre Las Casas y en qué consistió aquella polémica.

Estudié también con detenimiento la relación entre americanos y españoles, o al revés, en los primeros años del siglo XVI, lo que me sirvió para contextualizar la política, la economía y la sociedad en este siglo. Y todo eso traté de hacerlo en el marco de una biografía de carácter novelada pensando también en el lector, queriendo que éste me acompañase de la primera página a la última con cierto gusto por lo que estaba leyendo.

Hablamos la misma lengua es, por tanto, una consecuencia de ese afán mío por las historias de la presencia de España en América, estudios que siempre hago con la pretensión de poner a España en su lugar con respecto a su trabajo en el continente americano.

¿Y la leyenda negra?

Soy bastante crítico con la llamada leyenda negra y con todo lo que se ha escrito en torno a ella. Los españoles hicimos muchas barbaridades durante la colonización, pero ni más ni menos que las que hicieron otros países colonizadores europeos. Y esto a mí me ha parecido digno de ser defendido siempre.

¿Su ingreso en la Real Academia Española también intervino en la decisión de escribir un libro sobre la lengua española?

Claro, claro. Mi afición a América, una cierta orientación político-intelectual acerca de cómo se debe afrontar la presencia de España en América y mi propia presencia en la Real Academia Española cierran el círculo de razones que me decidieron a escribir este libro. Al ingresar en la RAE pensé que tenía que hacer un libro que sirviera a la Academia y que ayudara a poner en valor el idioma común, algo que también gustara a nuestros socios americanos. Digamos que mi ingreso en la Academia aceleró una vieja idea que ha derivado finalmente en este libro.

"Los revolucionarios independentistas no querían que la Academia limpiara ni fijara nada, pues argumentaban que la lengua se fraguaba en el pueblo libre"

En este contexto académico y lingüístico, ¿qué papel juega ASALE, la Asociación de Academias de la Lengua Española, en el hecho de que “todos hablemos la misma lengua”?

ASALE está jugando un papel fundamental, pues es una asociación que reúne a todas las academias y permite un trabajo en común. Ya cuando se produjeron las independencias de los países americanos, una de las cosas que cuento en el libro que ocurrió, y que realmente es de una gran intensidad política y literaria, es que estos países quisieron tener su propia lengua. Por eso, Hablamos la misma lengua es la conclusión real después de esa lucha impulsada por algunos románticos argentinos y chilenos, especialmente, en la cual la Academia jugaba el papel de “enemigo”.

Ya el lema mismo de la Academia, “Limpia, fija y da esplendor”, era de por sí un principio odioso para los que intentaban defender una lengua basada en las singularidades gramaticales. Los revolucionarios independentistas no querían que la Academia limpiara ni fijara nada, pues argumentaban que la lengua se fraguaba en el pueblo libre, por lo que no debía existir ningún regulador que pusiese límites a la iniciativa de sus gentes, a su capacidad creativa. Ese fue un discurso muy bonito pero al final no triunfó, pues frente a ellos estaba la mayoría que pensaba que la lengua en América tenía que ser la misma lengua castellana; es más, la lengua castellana castiza que era la que hablaban los mejores literatos de nuestro (y su) Siglo de Oro. Esta tendencia fue defendida por D. Andrés Bello, que en ese momento crítico fue capaz de elaborar la primera gramática para americanos, lo que significó un hito en este proceso.

Con el tiempo la Academia designó con afán conciliador a los llamados académicos correspondientes, nombrados entre las personalidades más relevantes de la cultura americana entre los que estuvo Bello, claro.

Este primer paso derivó en las Academias Correspondientes, formándose las academias de América en el último tercio del siglo XIX a partir de la colombiana, y de ahí derivamos a la asociación ASALE, que es la entidad que coordina a todas en el trabajo en común de las obras básicas de la Academia cuya estrella es el DRAE, Diccionario de la Real Academia Española que ahora es el D.L.E, Diccionario de la Lengua Española, nombre que ha sido modificado para subrayar precisamente ese carácter universal y cosmopolita del diccionario.

¿Qué debe hacer la Academia para comunicar de forma más eficaz esa labor tan importante que realiza en América?

La Academia tiene una importancia en América que no sabemos valorar desde España en general. Los académicos y los que estamos vinculados de alguna manera a esta institución sí la valoramos en lo que vale, pero digamos que los gobiernos y los empresarios y la clase dirigente española, o incluso la clase culta, no saben o no le dan el valor que tiene la significación de esta institución.

Pero la realidad es que la RAE posee una autoridad indiscutible en todos los países americanos. Cuando la Academia toca la campana o llama la atención sobre algo es secundada siempre sin dudarlo, dada su autoridad, por los más de 500 millones de hablantes.

En los últimos años, como bien sabes, la Academia vive situaciones de equilibrio precario, pero yo creo que nos estamos batiendo bien y que esta casa tricentenaria, aún con la realidad de su actual momento crítico, también arrastra otra realidad, que es la de ser una institución invicta, con un patrimonio intelectual valiosísimo e indestructible.

"Los lingüistas clásicos americanos se empeñaron realmente en utilizar un lenguaje clásico español implantándolo como la más bella y mejor manera de expresarse"

Gracias a ella, entre otras cosas, se produce el milagro de que a pesar de los siglos y de las particularidades lingüísticas del castellano en América, un niño colombiano, ecuatoriano, mexicano o chileno estudie con el mismo diccionario, gramática y ortografía que cualquier niño español, cosa que no ocurre con las otras lenguas americanas (el portugués y el inglés).

Efectivamente. Los lingüistas clásicos americanos se empeñaron realmente en utilizar un lenguaje clásico español implantándolo como la más bella y mejor manera de expresarse. Luego, los gobiernos de los diferentes países americanos contribuyeron también con un sistema educativo que siempre ha respetado y admirado la lengua y la literatura españolas, poniéndolas en valor ante los más jóvenes, sin olvidar el fenómeno económico que sin lugar a dudas ha contribuido a ello, como es la presencia masiva de las editoriales españolas en América, pues las relaciones comerciales entre pueblos son tan antiguas como decisivas para el hermanamiento y no debemos olvidarlas. Pero sin duda el papel de la RAE ha sido primordial.

¿Y cuál ha sido el papel del derecho en la consecución de “una nación, una lengua”?

El derecho ha tenido una importancia decisiva para esa unificación. Recuerda las palabras de Antonio de Nebrija: “La lengua acompaña al Imperio”. Aunque es cierto que el Imperio Español no fue acompañado por su lengua con la misma intensidad que el latín acompañara al Imperio Romano.

No olvidemos que España no implantó inicialmente la lengua; no la impuso nunca. De hecho, en su consolidación final tuvieron tanta influencia los criollos americanos como los monarcas españoles, cuyas leyes sostuvieron desde el principio el respeto a los indios y la focalización en la conversión de éstos al catolicismo, utilizando para ello las herramientas que estuviesen a mano, bien fuese la lengua castellana, bien el latín como lengua prioritaria de la evangelización, bien esforzándose el español misionero por aprender las lenguas autóctonas para mejor comunicarse con el indio. De modo que podríamos decir que la implantación del español en América se realizó de manera dulce…

"Si se le hubiera ocurrido a alguien hacer un código civil en quechua o en nahual, pues todo se habría acabado y hoy no estaríamos aquí hablando usted y yo de aquellas letras y aquellas voces"

Bueno, bajo el reinado de Carlos III la palabra «dulzura» tal vez no sería la más adecuada…

(Sonríe Muñoz Machado aprobador, con un destello de curiosidad divertida en los ojos)

No, realmente no…. Con Carlos III desde luego fue menos dulce, menos dulce. Digamos que hasta la llegada de los Borbones la implantación de la lengua nunca se impuso. No obstante, no podemos olvidar que la legislación de aquellos tiempos, de los Austrias también, era en castellano, por lo tanto quien quisiera no infringir la ley tenía que leérsela. Pero cuando el derecho cumple un papel fundamental es cuando los criollos independientes tienen que crear su propio derecho, su propia constitución, su propio código civil; y claro, lo construyen utilizando el castellano de Castilla, lo cual fue definitivo, pues si se le hubiera ocurrido a alguien hacer un código civil en quechua o en nahual, pues todo se habría acabado y hoy no estaríamos aquí hablando usted y yo de aquellas letras y aquellas voces.

¿De todos los personajes que pusieron “letra y voz” en la primera parte de la conquista, cuál le resulta más interesante: Benavente, Zumárraga, Quiroga, Zárate, Las Casas, López de Gomara…?

Por su aportación al conocimiento de las culturas indias, fray Toribio de Benavente (Motolinía), sin duda, pues es el primero que hace una historia del indio importante. Me han interesado mucho los etnógrafos, antropólogos, los misioneros que hacen ese trabajo desde Benavente hasta José de Acosta, misionero del Perú, que recoge datos de México.

"La historia de la conquista de América nos regala personajes que esconden auténticas vidas de novela"

Me entusiasman también los cronistas, esos que escriben a pie de batalla. La historia de Bernal Díaz del Castillo, por supuesto, así como la de otro personaje menos conocido, Cieza de León, que escribe la crónica del Perú y del que este año, por cierto, se celebra el 500 aniversario de su nacimiento en el pueblo que lo vio nacer y que no está lejos de los nuestros, en Andalucía.

Todos esos son personajes fantásticos. Es que la historia de la conquista de América nos regala personajes que esconden auténticas vidas de novela, muchos de los cuales apenas se conocen y deberían conocerse.

Por último, ¿cómo ve Santiago Muñoz Machado el futuro del español?

No tengo más datos objetivos que los estadísticos que figuran en los análisis de las instituciones designadas para tal fin, de los que se deduce, y yo estoy convencido de ello, que en unos años, el español será una lengua tan importante o más como ahora lo es el inglés.

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