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Bajo cielo, de Alfonso J. Ussía

Bajo cielo, de Alfonso J. Ussía

Alfonso J. Ussía hace de Madrid un personaje literario con vida propia. Una ciudad en permanente transformación que parece soportarlo todo, que se construye entre un pasado casi olvidado y un futuro cargado de promesas que muchas veces no se cumplen, pero que, como un imán, atrae a personas de todos los rincones que la hacen suya antes de deshacer el equipaje.Una ciudad que se pierde y otra que se gana, en la que cada barrio mantiene su propia identidad gracias a aquellos que la habitan.Escrito con humor y a veces con melancolía, Bajo cielo es un paseo cargado de asombro, con sus luces y sus sombras, en donde cada esquina ofrece una mirada nueva.

A continuación reproducimos el epílogo a este libro, escrito por José F. Peláez.

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Bajo el mismo cielo

La línea recta es el camino más corto solo entre dos puntos estúpidos. Los puntos que merecen la pena se unen con líneas curvas, paradójicas y serpenteantes, como los borrachos que llegan a casa bajo la luz violácea de un día que se va. Ese es el Madrid de Ussía, una ciudad contada sin itinerario y escrita hoy a base de fogonazos improvisados, de recuerdos que se abren paso y de la luz transparente del gas, que no se ve pero que hace que todo vibre. El fuego del poeta, supongo, el velo invisible que se interpone entre su corazón y la realidad. Como el ‘spleen’ de Paris que nos mostró Baudelaire, el Madrid de Ussía es una ciudad observada con el velo del dolor, de la alegría y de la ingenuidad. Porque vivir es pasear y Ussía parece verlo todo por primera vez. Eso hace de él un flâneur que debuta cada mañana para cortarse la coleta cada noche. O un peripatético castizo que cambia Atenas por Chamberí para llegar a algunas conclusiones, envolverlas en papel de estraza y tirarlas en la primera papelera del camino para que se pudran de una vez y abonen ideas nuevas.

Podría parecer que Bajo cielo es un libro que trata sobre Madrid. No es cierto. Bajo cielo trata sobre Ussía. Madrid es solo el señuelo, el decorado de fondo que le sirve para reflexionar y dejarnos claro quién es y quién ha sido, mientras decide quién quiere llegar a ser. Como lo local es universal, Joyce hablaba de Dublín, Auchincloss de Manhattan y Dickens de Londres. Pero Ussía, como los verdaderamente grandes, solo habla de sí mismo para que los árboles te dejen ver el bosque, es decir, una ciudad que atrapa entre las manos como una golondrina herida para regalárnosla de nuevo sana, como un Belén mínimo y precipitado, como una de esas bolas en las que siempre nieva. Ussía se regala, por lo tanto, a sí mismo envuelto de ciudad; de sirenas, yonquis y porteros. De tabernas, churros y flamencos. De ambulancias que suenan por otros y campanas que doblan por ti.

"Bajo cielo es el Madrid de una generación en la que me reconozco y que empieza a evaporarse. Y es algo inaudito porque yo no soy madrileño"

¿Es una guía de Madrid? No. Bajo cielo es una guía de Ussía. Diría que Bajo cielo es 1º de Ussía, un curso introductorio, un abrazo con media sonrisa que un día te toca el hombro y que, sin darte cuenta, se queda en tu vida para siempre. Una reválida con cartografía, mitología propia y “cara b”. Pero tiene algo especial y mágico: Bajo cielo es Madrid para madrileños. Ussía no introduce, da por hecho que ya lo conoces todo y lo quiere comentar contigo. Creo que, en el fondo, desprecia la actitud del turista, pero no por desdén o por esnobismo, sino por principios, como si quisiera decirnos que Madrid exige un compromiso y que, por eso, se va a subir en un banco del Retiro para gritar con el megáfono: «Bueno, ya habéis visto el Prado, Sol y el Palacio Real. Ahora vamos a divertirnos». Por eso no empieza por el principio sino por el final, como si nos convocara a todos y nos obligara a abandonar los lugares comunes para convertirlos en lugares propios y, por lo tanto, únicos, colonizados por su mirada, habitados ya por él.

Y tiene algo de generacional. Bajo cielo es el Madrid de una generación en la que me reconozco y que empieza a evaporarse. Y es algo inaudito porque yo no soy madrileño. Pero leyendo este libro he caído en la cuenta de que sí, de que siempre lo he sido, de que esta ciudad se me metió en las venas como un anticuerpo desde la primera vez que vine en tren con mi padre y con mi hermano Juan Luis, en algún punto de los ochenta. Mi padre nos dijo: «Mirad, hijos. Cuando tenía vuestra edad, a mí me traía a Madrid vuestro abuelo, que trabaja en Renfe. Y me enseñó que Madrid es de todos. Esta es nuestra casa. Familiarizaos con ella cuanto antes». Y vaya si lo hice. Desde entonces visité Madrid sin cesar, de niño y de joven; de traje y de golfo; de vivo y de muerto. Aquel piso de Picón en Embajadores, el de Raúl en Prosperidad o el de Diego en Sor Ángela de la Cruz; el de Juan en Huertas, el de Diego en Puerta de Toledo o el de aquella mujer que rescaté de la tristeza en Fuente del Berro. Toda mi vida he estado a medio camino hasta que, un día, ya no supe si iba o venía. A día de hoy sigo sin saberlo. Pero todo lo que cuenta Alfonso me resulta familiar. Incluso cosas que no recordaba haber sentido. Si el Madrid de los ochenta es una creación de Sabina, de Umbral y de Almodóvar, el Madrid de hoy comienza a ser la creación de Ussía, una creación que surge delante de nuestras narices y que, aun así, nos atrapa, como un Houdini inverso que, en vez de escapar, buscara fijarnos con un ancla al suelo y agarrarnos por la solapa del abrigo para decirnos: «¿Pero no lo estáis viendo?».

"Este libro viene a ser un manual de instrucciones, un tratado sentimental, un evangelio según Alfonso que nos permite abrazar a la vez a la ciudad y a su cronista"

Aunque lo que este libro genera, por encima de todo, son unas ganas irrefrenables de salir a la calle. De ponerte la vida por montera y vivir de una vez entregado por completo al contexto. De perderte por las calles y por las tabernas y dejarte llevar para celebrar esta inmensa suerte que es estar vivo en Madrid. Hasta que llegue el momento en el que te sientas parte de la ciudad. Sucede una tarde cualquiera —una tarde como pudiera ser esta misma—, cuando te olvidas del cuerpo y comienzas a verte a ti mismo como hijo de la ciudad en lugar de como su amante. Ese día estás muerto porque Madrid se te ha metido en los huesos y, entonces, las canciones de Sabina, de Pereza o de Rosendo se entienden mejor. Entiendes mejor a Alfonso y un día te das cuenta de que tu ciudad es, en realidad, la suya; que son sus bares a los que ahora llamo mis bares y que repito sus consignas como un papagayo. Este libro viene a ser un manual de instrucciones, un tratado sentimental, un evangelio según Alfonso que nos permite abrazar a la vez a la ciudad y a su cronista. Y, sobre todo, firmar ese pacto con la altura y la intemperie que consiste en compartir techo con el Madrid del vértigo. Y mirar, de vez en cuando, hacia arriba para recordar que estamos todos bajo el mismo cielo. El cielo que un día se inventó Alfonso J. Ussía.

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Autor: Alfonso J. Ussía. Título: Bajo cielo. Editorial: Círculo de Tiza. Venta: Todostuslibros.  

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