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¿Cambio de régimen?

¿Cambio de régimen?

Es este un libro que ya desde el título incorpora un sesgo político indudable, ¿quizá con el propósito de alertarnos ante situaciones de acontecer probable ambientadas en un futuro cercano? El autor comienza su reflexión, que presuntamente abarca desde 1931 hasta la actualidad… un poco más allá quizá, con la Ley de Memoria Democrática del 19 de Octubre de 2022.

No nos encontramos con una mera recapitulación narrativa al uso sobre episodios de los años 30, que tanta huella han dejado en nuestro imaginario, allí donde ha interesado configurar, como piedra miliar fantasmática, ciertos mitemas en los que inspirar procesos de modulación de la memoria colectiva que permitan incentivar proyectos políticos de otra manera improbables, hace más de un siglo, con ocasión del inicio de la Gran Guerra y la Revolución Rusa, que se atenuó significativamente la separación entre Academia y periodismo. Hoy resulta difícil distinguir este último de la propaganda.

"El autor trata de llamar la atención sobre los hechos, más allá de la humareda ideológica imperante, para mejor comprender las irritantes imprecisiones y mentiras que impregnan la Ley de Memoria Democrática"

Este insinuar un probable escenario de cambio de régimen, en formato similar al que tuvo lugar en 1931, para mejor entronizar la Tercera República, es una de las más interesantes aportaciones de esta obra. Lo de “entronizar” se lo digo yo intencionadamente al potencial lector. “Vivimos tiempos interesantes”, que no cabe duda son los peores, y parte de su cualidad estriba en la intensa niebla que lo anega todo. La Aldea Global ha resultado ser la sombra de un Castillo que ya asoma por el horizonte…

El autor trata de llamar la atención sobre los hechos, más allá de la humareda ideológica imperante, para mejor comprender las irritantes imprecisiones y mentiras que impregnan la Ley de Memoria Democrática. Su exposición recapitulará la historia de nuestro país entre 1931 y 1939. El pueblo español sufre una adoctrinación perversa y una confusión deliberada sobre este periodo de su historia, que ha generado un maniqueísmo de pacotilla. Se requiere una “vuelta a los hechos verdaderos”.

"Es una de las personas que más sabe en España sobre el entramado burocrático y las condiciones básicas que han posibilitado la corrupción que nos asola: la organización del desgobierno"

En 1931 la Monarquía y el gobierno abandonan el poder y lo entregan a un grupo de conspiradores. Un cambio de concejales es seguido por una drástica modificación de la forma de Estado en nuestro país. De la noche a la mañana, por un acto de prestidigitación plebiscitaria realizado con los votos urbanos, en aquella época una minoría, España se acuesta monárquica y se levanta republicana. Multitudes vitoreantes en las plazas más variopintas sustituyen a la mayoría silenciosa que vota o se abstiene. Un caso claro de manipulación y sugestión colectiva. Así inicia en España su recorrido la “segunda república”. Como señala el autor, alertando una posible repetición en nuestro tiempo de estas eventualidades fabricadas, «son los hechos, no las leyes, los que imponen las grandes decisiones».

Alejandro Nieto García nació en 1930. Catedrático de Derecho Administrativo, es autor de numerosos libros jurídicos e históricos. Fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es una de las personas que más sabe en España sobre el entramado burocrático y las condiciones básicas que han posibilitado la corrupción que nos asola: la organización del desgobierno. Una de las peores consecuencias de nuestra hipertrofiada partitocracia.

"La masonería participó activamente en política, a pecho descubierto en el parlamento, con la mediocridad y carencia de responsabilidad que caracteriza a gran parte de sus miembros"

España, a partir de la Gran Guerra y especialmente durante el ultimo periodo republicano, experimentó en sí misma la irrupción de la sociedad de masas organizadas. La partitocracia de entonces y el sindicalismo se impusieron al Estado a partir de 1931. La movilización de las masas menoscabó el gesto electoral. Tanto la crisis internacional como las milicias de los partidos generaron un clima que condujo al levantamiento militar de 1936, este último por lo demás apoyado por un amplio sector de la población. Nieto no escatima verdades incómodas en su trabajo, en exceso bien intencionado y bastante neutral.

El sistema electoral continuó siendo el mismo que el de la Monarquía, con escasas variantes, produciendo gobiernos inestables de corte fraccional, interesados estos últimos en gobernar solo para sus clientelas. La masonería participó activamente en política, a pecho descubierto en el parlamento, con la mediocridad y carencia de responsabilidad que caracteriza a gran parte de sus miembros.

Con la Revolución fallida de 1934 se entra en la etapa final: el centro queda completamente descentrado y todo se concibe ya como dilema entre Revolución y Antirrevolución. En las Elecciones del 36 se consolidan las dos Españas, las irregularidades en el cómputo de votos en la segunda vuelta y las continuas y brutales transgresiones del Orden Publico condujeron a la Guerra Civil. Desde el primer momento de la guerra quedó claro que los proyectos revolucionarios, en el comienzo guiados por la CNT y la UGT, chocaban de plano con la realidad. Los comunistas aprovecharon el atasco de la economía y el descontento creciente para ir escalando puestos de manera envolvente, tratando de tomar el poder antes del colapso generalizado de la estructura estatal y militar. La economía trató de autogestionarse pero acabó burocratizandose. El ejemplo de Cataluña, que Nieto analiza con cierto detenimiento, resultó penoso.

"Al final del camino, en 1939, desaparecieron sin pena ni gloria Monarquía y República. Se abría paso la Dictadura vitalicia del general Franco, que acabó consolidándose en el poder"

En el bando rebelde o nacional, como cada cual quiera llamarlo, desde el principio se impuso una organización militar que palió por completo las disidencias políticas… que las había. Al mismo tiempo, como producto de las actividades antirreligiosas violentas del bando republicano, la Iglesia fue asociada al Nuevo Estado en gestación. En los países democráticos las actividades anticlericales republicanas fueron vistas con disgusto creciente, más aún cuando implicaban, además de numerosas y brutales crueldades, la destrucción de un patrimonio artístico valioso; asunto que escatimó aliados potenciales al Frente Popular.

No insistiré más en estos asuntos que ocupan gran parte del libro, convertidos en peripecias míticas por ambos bandos, porque supongo a los lectores más o menos enterados del tema. Si no fuera el caso, este libro les ofrecerá una información sintética, valiosa y cualificada.

Al final del camino, en 1939, desaparecieron sin pena ni gloria Monarquía y República. Se abría paso la Dictadura vitalicia del general Franco, que acabó consolidándose en el poder. Recordemos sus palabras, pronunciadas en 1939: «No he iniciado el Movimiento para ningún fin político. La política no me ha interesado nunca ni jamás pensé en representar el Poder supremo de la nación». A pesar de un clima internacional hostil en sus inicios, que al final cambió por mor del enfrentamiento entre los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial, Franco persistió. El nacional-catolicismo derivó con el tiempo hacia una dictadura de desarrollo.

"Una multitud no es la opinión pública, ni el pueblo; hoy, en la era telemática, los medios de seducción y organización de masas disfrutan de considerable eficacia"

De un tiempo a esta parte, y no sólo por cuestiones generacionales, ha tenido lugar una desmitificación y puesta en cuestión de la Transición. Como en los años 30, la vida oficial está dominada por un puñado minoritario, en tanto que la vida real está protagonizada por un pueblo anónimo. La esterilidad intelectual de la Monarquía es manifiesta, aunque siga funcionando como válvula de seguridad de un sistema que percibimos cada vez más frágil y en una coyuntura interna e internacional de creciente inestabilidad e incertidumbre.

Pero no nos engañemos, una multitud no es la opinión pública, ni el pueblo; hoy, en la era telemática, los medios de seducción y organización de masas disfrutan de considerable eficacia. Pensemos en las “revoluciones de color” desencadenadas durante la era Obama. Cierto que la mayor parte de esos movimientos han sido neutralizados en los países en que se escenificaron pero tuvieron gran éxito, y muy rápido, en sus comienzos. La “tercera república” podría muy bien llegar, afirma Nieto, mediante un proceso de manipulación aprovechando la creciente irritación ciudadana, por lo demás plenamente justificada, como una manera de desviar la atención de la opinión publica y mantenerlo todo “bien atado”.

"Son tiempos interesantes sí, donde quizá haya aun que tocar fondo para poder ascender después, con decisión y voluntad reduplicadas, hacia la ingente luz"

¿Es posible, pues, que en el fondo las cosas sean hoy muy similares a las de 1931, cerca del centenario de la segunda república? ¿Nos encontramos ante la posibilidad de un golpe de estado civil en ciernes, aprovechando “acontecimientos imprevistos”, acompañado de una manipulación plebiscitaria masiva que provoque una contundente mutación constitucional? La Constitución del 78, señala el autor, no es un escudo contra los cambios revolucionarios, más aún cuando la partitocracia ha devorado tanto al poder judicial como a los medios de comunicación sociales.

Vivimos, aunque no seamos plenamente conscientes de ello, un hondo conflicto de valores. Todo ello en un contexto de ribetes demenciales, inconcebibles en el umbral del siglo XXI, donde tiene influencia en nuestra vida política el marxismo hispanoamericano legitimado por un papa que mira hacia la China comunista.

Son “tiempos interesantes” sí, donde quizá haya aún que tocar fondo para poder ascender después, con decisión y voluntad reduplicadas, hacia la ingente luz.

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Autor: Alejandro Nieto. Título: Entre la Segunda y la Tercera República. Editorial: Comares. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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