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César Güemes, el Batman

César Güemes, el Batman

Es muy triste ver partir a un amigo. El narrador y periodista, amigo y compañero de incontables fatigas, César, el Batman, Güemes, falleció el pasado domingo 10 de abril en un hospital de la Ciudad de México. Hace cuarenta años, Güemes, quien el próximo 22 de julio cumpliría 59 años, comenzaba una trayectoria profesional que lo llevaría a convertirse en uno de los mejores periodistas de su generación. Siendo aún estudiante publicó su primera pieza en el diario La Jornada, que hoy le hace lo que está de moda en llamarse ghosting, y simplemente no ha publicado nada de su muerte, a pesar de que Güemes trabajó en su redacción varios años y fue uno de sus mejores reporteros; una vergüenza para un medio nacional que se precie. César fue becario del Centro Mexicano de Escritores y autor de dos novelas que se adentraron en la narrativa negra y criminal: Soñar una bestia, (Joaquín Mortiz, 1996; reeditada por Alfaguara, en 2011) y Cinco balas para Manuel Acuña (Alfaguara, 2009). Ahí se mezcló el talento de Güemes para escribir como periodista tramas de novela. Su prosa es clara, directa, feliz. En el año 2000 ganó el Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2000 por el reportaje Jesús Malverde: De bandido generoso a santo laico, y el Premio Nacional de Periodismo 2001 en el género de Entrevista, que dominaba como pocos. Era muy inteligente y bebía litros de ron, gustaba de la ironía y tenía un estilo desenfadado. Su carrera periodística la hizo prácticamente en las páginas de las secciones de Cultura, de donde extrajo material para el libro Vieja ciudad de hierro: Biografías geográficas de la cultura mexicana (Conaculta, Periodismo Cultural, 1995), y comenzó a publicar narrativa con el volumen de relatos Reinas de corazón (Océano, 1997). Otros libros suyos son Varia invención: Arreola en voz alta (Conaculta, 2002), Ricardo Garibay: Crónica, volumen 2 (Océano, 2002) y Herencia musical: Un patrimonio de leyenda, un texto del booklet del álbum 20 Corridos Inolvidables, de Los Tigres del Norte (FONOVISA, 2003). Una amistad musical y literaria lo unió a la escritura de La Reina del Sur, novela de Arturo Pérez-Reverte en la que su autor dedica el nombre de uno de sus personajes a César. Seguramente han quedado muchos libros por publicar, ya que su deceso ha sido sorpresivo y prematuro. Lo echaremos mucho de menos.

PONIATOWSKA, NOVENTA AÑOS

Elena Poniatowska en Querétaro. Foto: Daniel Mordzinski.

"A don Tomás lo amenazaron, le dijeron que iban a hacer volar por los aires su editorial si publicaba el libro de Poniatowska"
Hace pocos días le rindieron un homenaje a Elena Poniatowska por su noventa aniversario como parte de la Fiesta del Libro y la Rosa que organiza la UNAM. Doña Elena recordó su incursión en el periodismo, cubriendo la boda del pintor Alberto Gironella para la sección de Sociales del diario Excélsior, en 1954, con 22 años. Años más tarde, dijo, bajo la influencia de su amiga María Alicia Martínez Medrano, fundadora del Teatro Obrero y Campesino, su oficio periodístico la llevaría a acercarse a Tlatelolco en octubre de 1968, a pesar de tener poco tiempo de haber dado a luz a su hijo Felipe. “Elena, tienes que venir porque hay manchas de sangre en el suelo, los elevadores perforados, vidrios por toda la Plaza (de las Tres Culturas)”, le dijo Martínez Medrano por teléfono aquel fatídico 2 de octubre. Al día siguiente, Elena se acercó a la Plaza de las Tres Culturas y encontró “un paisaje después de la batalla”, en donde había muchos zapatos regados, tacones de mujer y calzado infantil, que confirmaba que la gente había buscado escapar. Eso, dijo Poniatowska, fue lo que más la impresionó. Aún había tanques, soldados y algunos hacían fila frente a un teléfono público. La noche de Tlatelolco —crónica que refleja el pensamiento y el sentimiento de estudiantes, víctimas y familias que vivieron el movimiento estudiantil mexicano en 1968 que culminó con una masacre en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México—, se publicó gracias a la valentía de don Tomás Espresate, director de la editorial Era, ese magnífico sello que fundaron tres catalanes que vivían en México. A don Tomás lo amenazaron, le dijeron que iban a hacer volar por los aires su editorial si publicaba el libro de Poniatowska, pero él respondió que el libro se publicaba porque si había estado bajo la Guerra Civil española ya sabía lo que eran los bombardeos. Así es que hay que reconocerle el mérito. Para ese libro Poniatowska incluso fue a la penitenciaría de Lecumberri para entrevistarse con los líderes del movimiento estudiantil, presos en la crujía “C” de aquella cárcel. Fue un trabajo complicado, porque no la dejaban meter nada, ni grabadora, así que tuvo que echar mano de su buena memoria y recopilar los testimonios escritos que los presos le pasaban, con lo que dio forma a su más célebre libro periodístico, una obra para no olvidar y por la que Elena Poniatowska será recordada siempre.
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