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Chipre y Grecia: quizá no haya risas, pero sí buen cine

Chipre y Grecia: quizá no haya risas, pero sí buen cine

La pregunta se las trae: ¿qué hace un autónomo como yo, padre de dos niños pequeños, traductor a jornada completa y periodista cultural cuando la casa y la ciudad duermen, aceptando ser uno de los tres miembros del jurado de un festival de cine griego y chipriota, obligándose por tanto a ver cinco películas y seis cortometrajes de una cinematografía en la que no anda demasiado versado en el plazo de poco más de un mes? Pues supongo que ceder a la curiosidad, agradecer la confianza de los organizadores, tirar de la coartada de que el cine es un lenguaje universal, tentar la suerte… y, respecto a este último apartado, en efecto: conocer, disfrutar, debatir largo y tendido con los otros dos jurados, experimentar la satisfacción de haber premiado una película y un corto muy notables y, a la postre, escribir un artículo al respecto que prolongue esos placeres y quizá, a saber, se los contagie incluso a algún lector igual de cinéfilo y curioso. Como diría un presentador de los Oscars, he aquí las cinco películas finalistas… (y, como debo añadir yo: que se proyectarán este fin de semana en los cines Girona durante la quinta edición del Festival de Cine Chipriota y Griego de Barcelona).

Patchwork de Petros Charalambous

Es difícil ser mujer y, en según qué sociedades, las expectativas derivadas de la tradición pueden actuar como una losa sobre la psique femenina. El chipriota Charalambous, viejo conocido del festival (ganó el Premio del Público en su primera edición con Un chico en el puente), pega la cámara a la nuca de su protagonista y Angeliki Papoulia nos hace sufrir con las dudas, ansiedades, temblores y autolesiones de una madre trabajadora que cree estar fracasando en todos los apartados de la vida. Lo que sí se le da de fábula es reprimir sus emociones… hasta que llegue el estallido inevitable. Un dramón con su catarsis, contado con inteligencia visual (esos planos cada vez más amplios, a medida que va surgiendo la esperanza) y que apuesta por un final abierto, porque coger al toro por los cuernos es en sí un triunfo, pase lo que pase a continuación.

Viernes 3 de febrero, 19:00 horas. Seguido de un coloquio con el director.

Rebaño de ovejas de Dimitris Kanellopoulos

Un prestamista, dos sicarios y seis hombres de negocios en deuda con el primero conforman la alineación de este noir rural y realista, que logra escapar a la sombra de Tarantino para presentar un último acto cargado de belleza y simbolismo. Quizá le falte un poco más de definición en sus personajes secundarios, quizá algunas de las decisiones que toman estos desafíen la lógica (interna o externa, tanto da), pero Aris Servetalis ofrece un recital y Dimitris Lalos esgrime con solvencia su papel de oveja que, por desafiar al lobo, acaba aullándole a la luna. Y ojo a su último plano, tantas veces visto pero que a la vez insinúa con sutileza que la tragedia protagonizada por unos pocos bien podría acabar contagiándose a todos sus vecinos.

Viernes 3 de febrero, 21:30 horas.

18 de Vasilis Doublis

La película «social» de esta edición (la primera de las dos que cuentan con el inquietante Nikos Zeginoglou como secundario, aquí bordando el papel de neonazi) nos sitúa en un instituto cada vez más dividido por el racismo y otras pésimas decisiones propias de la adolescencia (por cierto que también hay doblete de Dimitris Lalos, que aquí es el profe enrollado). No hay nada que no hayamos visto antes, pero Doublis lo narra con fuerza y la película crece cuando traslada su brújula moral del guaperas sosaina al no tan guaperas no tan sosaina que ha flirteado con la Esparta de Amanecer Dorado y que de repente se queda sin referentes. Hay mucha verdad en su solución a lo Forrest Gump: correr, correr sin parar.

Sábado 4 de febrero, 17:00 horas. Seguido de un coloquio con el director.

.dog de Yianna Amerikanou

Dimitris vive en un albergue para huérfanos, pero no lo es. O no del todo: tiene un padre que se ha pasado su infancia y adolescencia en prisión, y que no ha permitido que fuera a visitarlo. Cuando sus caminos se reencuentran, las necesidades afectivas de ambos tendrán que convivir con una rivalidad latente, cada vez más descarnada. La puesta de largo de Amerikanou le debe mucho a la composición que realiza Andreas Konstantinou de ese padre cargado de ambigüedad y de deseos quizá no buenos pero vamos a decir que regulares, y representa el complemento perfecto para 18. Lástima de los tics videocliperos con los que se celebra la amistad adolescente y la capacidad del protagonista para superar el rito de paso.

Sábado 4 de febrero, 20:00 horas.

Dignidad de Dimitris Katsimiris

Tres hermanos (y las parejas de dos de ellos) se reúnen para celebrarle el cumpleaños al paterfamilias, bastante mermado por un ictus. En un piso diminuto, bajo una cámara en mano nerviosa pero precisa, la fiesta comienza a torcerse en cuanto hacen acto de presencia las rencillas fraternas de siempre: que si las responsabilidades, que si el dinero, que si los egoísmos, que si las herencias… Son 85 minutos apenas, pero de intensa claustrofobia; una pieza de cámara muy teatral y bien interpretada, levemente lastrada, quizá, por alguna salida de tono en su progresión dramática y porque la elección estética y musical de las pequeñas escenas de fuga no acaba de tener la misma fuerza que la acción principal.

Domingo 5 de febrero, 16:00 horas. (A las 18:00 horas se proyectará Ifigenia, de Mihalis Kakogiannis, en homenaje a la actriz Irene Papas, fallecida en septiembre pasado).

No hay película que baje del bien. Al menos tres de ellas transitan los territorios del notable (las he descrito un poco con cara de póquer para no revelar la ganadora). Y, de un modo u otro, todas dialogan entre sí (también con los cortos) y alumbran muy curiosas coincidencias paisajísticas y temáticas: la pandemia, el maltrato animal, la búsqueda femenina de un sentido emotivo, el peso de las figuras maternas, sobre todo en un escenario económico donde los hombres se ven obligados a emigrar… Eso sí, de las once producciones solo una es una comedia. Ya me lo advirtieron los organizadores: Chipre y Grecia, a fin de cuentas la cuna de la tragedia, no parecen ser territorios demasiado afines al género de la sonrisa. Por ello, quizá a modo de compensación, durante la semana siguiente al festival, los «10 días de cultura griega y chipriota en Barcelona» en los que este se enmarca ofrecen toda una serie de actividades dedicadas a aspectos menos sufridos: talleres de cocina, recitales de música y poesía, una exposición gastronómica… cuyos horarios, precios y escenarios se pueden consultar aquí. Για να απολαύσετε!

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