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Cómo escribir sin perder el hilo

Cómo escribir sin perder el hilo

Ana Velasco es, además de periodista, historiadora especializada en moda. Y ahora, después de publicar Historia de la moda en España (2021), regresa a las librerías con Ropa vieja, cuyo subtítulo, Historia de las prendas que vestimos, lo dice todo. Dos ejemplos: la bufanda nació para proteger a las personas del calor y el chándal era una prenda que usaban los vendedores de ajo franceses.

En este making of Ana Velasco Molpeceres explica cómo escribió Ropa vieja (Catarata).

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Todo el mundo quiere ser escritor. Hasta quien nunca lee (ni hablemos de comprar) un libro. Mucha gente piensa que su vida da para una novela. Incluso que un día escribirá, finalmente, esa obra que se dibuja en su cabeza. Yo también quería ser escritora. Y un día escribí un libro. Y me lo publicaron. Y luego otro. Y otro. Y otro más. Como dijo C. Tangana sobre vivir de la música: “Esto ya es pa siempre”.

De modo que la pregunta es: cómo escribo un libro. Hacerse las preguntas correctas es muy importante. Escribir un libro es contar una historia. Los relatos se pueden narrar de muchas maneras pero lo importante es que, como sugiere su nombre, cuentan algo. Es decir: dan información. En el periodismo, y he dado muchas clases de redacción, ese problema se puede resumir en cinco preguntas: qué ha pasado, a quién, dónde, cuándo, cómo y por qué. Y se intenta contar el máximo posible en el mínimo espacio, yendo lo más posible al grano. En los libros pasa lo mismo. Hay que encontrar un tema interesante y aportar algo al lector. Hay que ser claro. Conciso. Y un poco vivo. Eso no es lo mismo que ser tramposo, como en una pésima novela negra en la que el muerto revive y todo ha sido una broma (o peor, un sueño). Por otra parte, a mí me parece que el mejor consejo que daba a mis alumnos era decirles que tenían que entender que no escribían para sus madres. Que la gente no está interesada, a priori, en ellos. El mundo conspira contra la lectura: hay cosas más chulas y mucho más fáciles. La gente lee en el móvil, en el metro o en el autobús. En la piscina. Cuando llueve. Por eso lo que se cuenta es lo extraordinario.

"Y todo el libro es la planta: un todo, formado por una estructura en la que lo bello conecta con lo fuerte. Es decir, el estilo con el contenido"

El primer paso es encontrar algo interesante. Y el segundo, escribirlo. Sobre esto, en clase (fuera no, no hay que dar consejos nunca), mi otra afirmación estrella era: no sois Shakespeare. Pero, pensemos en él. ¿Alguien cree que escribía una frase tras otra, sin releer y corregir, y ya? Una forma de mejorar en la escritura es leer en voz alta lo escrito. Sobre todo por la puntuación, que no debe ser creativa, sino instrumental. Pero también por el ritmo: repetir palabras retrasa y cansa. Además, las frases largas son más difíciles de leer. Y aburridas. Las oraciones son como flores. Van aflorando. El párrafo es como un tallo, que sujeta esas flores. El capítulo es una rama, más fuerte y que da unidad. Y todo el libro es la planta: un todo, formado por una estructura en la que lo bello conecta con lo fuerte. Es decir, el estilo con el contenido. Herman Hesse afirmaba que el hebreo es un idioma seco que da flores. Eso es para mí escribir. Y así escribo.

La norma, para mí, es que cada oración sea independiente pero que, por párrafo, haya una idea. En cada capítulo hay un principio y un final, conectados. Y, como en una madeja, la historia avanza tirando del hilo. De modo que el comienzo y la conclusión se desentrañan, esto es: se cuentan. Una obra maestra es en la que, al término de ese proceso, hay algo profundo que suma. En el caso del libro Ropa vieja: Historia de las prendas que vestimos el hilo conductor es, precisamente, conocer qué se ha elaborado con hilos, qué se ha tejido y confeccionado y qué llevamos hoy. El texto responde a una pregunta: ¿de dónde viene lo que nos ponemos? O, lo que es lo mismo, ¿qué esconde nuestra ropa? Y la respuesta es: muchas cosas. Tantas que hay que escribir un libro. Porque son muy interesantes (no por escribir un libro, no por decirle a mis amigos que he escrito un libro, no porque me entrevisten, no por hacerme rica). Y porque el libro que yo querría leer no lo ha hecho nadie. En definitiva, como decía Bukowski: “Si no te sale ardiendo de dentro, no lo hagas”. A mí me interesa la moda. Y sé ver lo que no muchos ven. Y sé contarlo.

"Y los libros tienen un misterio. O deberían tenerlo. Porque los lectores ya saben lo que es un pantalón. Tienen varios. Hay que darles lo que no saben"

Como en el cuento en el que unos animales encuentran unas joyas en la basura pero nadie puede sacar ningún provecho de ellas, es necesario saber qué hacer. ¿Cómo organizo lo que quiero contar? La cuestión de la estructura es de las más complejas. Se suele decir que hay autores de brújula, que se dejan llevar, y de mapa, que saben exactamente adónde van. A mí me gustan ambas. En el libro se cuenta la historia de muchas prendas: jersey, pijama, alpargatas, chándal, bikini, deportivas, falda, velo, etc. y podría organizarse de diversa forma. ¿Cronológicamente? De lo más antiguo a lo más reciente, o al contrario. ¿Por países? ¿Por tipos de prendas? En virtud de la simplicidad, porque escribir es como hacer un mapa: no puede estar todo, hay que agrupar y resumir, o no sería un mapa, me pareció que esa era la mejor elección. La ropa ya la clasificamos de forma cotidiana así: interior, exterior, de abrigo, accesorios… Pero esto no es un diccionario, un tipo de texto de consulta, como una enciclopedia. Es un libro. De esos en los que se piensa cuando se dice la palabra «libro». Y los libros tienen un misterio. O deberían tenerlo. Porque los lectores ya saben lo que es un pantalón. Tienen varios. Hay que darles lo que no saben.

Y, ¿qué hacemos cada día con la ropa? Ponérnosla. Quitárnosla. Desde la mañana a la noche. Y en un orden: solo Superman se pone los calzoncillos por fuera. Por eso el libro empieza con lo primero que nos colocamos: las prendas interiores, y avanza por el resto de ropa y adornos que vamos sumando. Y termina otra vez, como nuestros días, en el hogar. Donde nos despojamos de las máscaras y uniformes profesionales y sociales. Aunque en nuestras casas también llevamos ropa especial. A la que estamos tan acostumbrados que incluso creemos que es cómoda. ¿Cómo estamos tan engañados? ¿Cómo somos tan ciegos a la realidad? Este libro ayuda a comprender mejor el mundo. Es un hilo que saca del laberinto, como el que dio Ariadna a Teseo. Porque eso es escribir. Y leer. Y vivir. Porque eso es ser escritor.

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Autora: Ana Velasco Molpeceres. Título: Ropa vieja. Editorial: Catarata. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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Raoul
Raoul
9 meses hace

Aunque algunas reflexiones son bastante evidentes (y el tal Tangana quizá no sea la referencia más recomendable), en general el artículo está bien. Pero al ver juntas las palabras historia y moda (y también el nombre de pila del señor que escribió el prólogo) sentí un escalofrío porque me acordé de un personaje que me dio clase de cine en una universidad del noroeste hace más de veinte años y por aquel entonces sabía tanto de cine como yo de física nuclear, y que al parecer ahora anda dando conferencias por el mundo adelante sobre el cine y la moda o la moda y la poesía o qué sé yo… Son ecos del pasado que resuenan a veces cuando uno menos se lo espera, pero la vida sigue. (Por cierto, si la cosa va de apartarse de los cauces oficiales, ¿por qué en los puntos de venta de los libros que se comentan aparecen siempre Amazon y el dichoso Fnac? ¿Es que ya nadie va a las librerías de barrio de toda la vida?)