Inicio > Libros > Narrativa > Cómo se crea una trama de thriller

Cómo se crea una trama de thriller

Cómo se crea una trama de thriller

Este artículo contiene destripes de la novela Donde haya tinieblas, editada por Planeta.

LA «GÉNESIS» DE UN PROYECTO

¿Cómo se te ocurre una nueva novela? ¿Cómo surge una idea? ¿Por qué elegir esa idea y no otra? ¿Cómo saber que no te equivocas? ¿Cómo se estructura la trama?

Cuando te planteas escribir una novela, una maraña de ideas asaltan tu mente: ¿qué quiero contar?, ¿cómo hacerlo?, ¿esto le va a interesar a alguien? Tras publicar una que se ha vendido bien, se siente una presión más o menos intensa al acometer un nuevo proyecto. Y la decisión tendrá consecuencias, ya que vas a pasarte al menos año y medio embarcado en la escritura del libro. Por eso el tema, la idea y la historia tienen que motivarte lo suficiente como para dedicarles tantas horas; tienen que generarte satisfacción y conectar con una parte importante de ti, de lo que quieres contar.

Con tres novelas de género policiaco a mi espalda, ya puedo sacar alguna conclusión: aunque intento ser realista en la manera de narrar, no me preocupa que en España no haya asesinos en serie o que los motivos por los que matan aquí no suelan ser tan sofisticados como en mis historias. El crimen es, para mí, una excusa. Construir una compleja trama de investigación que funcione y que enganche al lector es un peaje que asumo con gusto para tratar otros temas de fondo que me inquietan, como la violencia primitiva, el sentimiento de culpa o el perdón. Cuando tienes al lector enganchado con el «quién lo hizo» es fácil incluir otros temas que son, en realidad, el motivo de la novela.

"Si mi anterior novela trataba del mal desde el punto de vista biológico, de si la violencia está grabada en nuestro ADN, la nueva podía centrarse en el mal religioso. En la irrupción del concepto de pecado y culpa"

Donde haya tinieblas (Ed. Planeta. 2021) se me ocurrió durante una visita a Ávila. Había ido a dar una conferencia sobre mi anterior libro, La huella del mal, invitado por la Fundación Ávila y Gemma Orgaz y aproveché para darme un paseo por la catedral. En el claustro había un panel que analizaba los 2000 años de la religión católica y otro que se remontaba a la prehistoria a través del Génesis y el Antiguo Testamento. Al recorrer la exposición que abarcaba un lateral del claustro, me encontré con un rótulo que llamó mi atención: «El origen del mal, el pecado». Y surgió la idea. Si mi anterior novela trataba del mal desde el punto de vista biológico, de si la violencia está grabada en nuestro ADN, la nueva podía centrarse en el «mal religioso». En la irrupción del concepto de pecado y culpa. También de perdón o castigo. Aquello me daba una perspectiva completamente nueva.

En La huella del mal ya había antecedentes de mi interés por el tema: los personajes hablan de religión en algunos pasajes, pero no se desarrollaba, se centraba más en la antropología.

—¿Dios castigó a los hombres por querer saber? ¿Ese es nuestro pecado original? El texto nos dice que solo Él es quien puede dictaminar lo que está bien y lo que está mal. Solo Dios. No los hombres y las mujeres. Y por eso dicta primero los diez mandamientos, válidos hasta que llega Jesús y los reduce a dos: amar a Dios y al prójimo —dijo Samuel dirigiéndose ahora a la familia de la víctima.

(M. Ríos. La huella del mal. Ed. Planeta. 2019)

Ya tenía un tema vinculado con la religión: el pecado como origen del mal, pero necesitaba concretar más, y en el propio Génesis encontré lo que buscaba: el concepto de crimen. La propia exposición me estaba dando no solo el germen sino también toda una estructura para la trama. Incluso pensé en titular la novela «El asesino del Génesis», pero era un título muy explícito, desvelaba demasiado.

"Concluí que, toda la historia de la religión católica, a pesar de que Dios resulte castigador en algunos momentos, está centrada en dar segundas oportunidades a la humanidad"

El planteamiento me gustaba, solo necesitaba algo que diese sentido filosófico a lo que quería contar, una teoría para el asesino. No era suficiente con que matase siguiendo esta iconografía, me faltaba la motivación. Conversé con un sacerdote experto en diégesis bíblica buscando el sentido de esos pasajes y concluí que, toda la historia de la religión católica, a pesar de que Dios resulte castigador en algunos momentos, está centrada en dar segundas oportunidades a la humanidad. El capítulo más evidente era el de Adán y Eva, con el que empieza todo.

El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día en que comas de él tendrás que morir».

(Génesis 2, 16-17)

Pero Dios no cumple sus amenazas, no los mata, solo los destierra del Paraíso. Y hay fieles a los eso no les satisface. Al analizar los motivos, me resonó la frase que me había dicho unos días atrás el sacerdote al explicar por qué una parte de la iglesia era tan dura con el pecador: «Perdonar es dejar el mal sin castigo». Ese concepto fue una de las claves. ¿Qué pasaría si una persona con esa filosofía de vida quisiera corregir el error de Dios? Un asesino que pensase que la humanidad había fallado a su creador y que no era merecedora de su misericordia, que había desaprovechado todas las oportunidades que Él le había dado. Ahí surgió un segundo título: «El pecado de Dios», que no es otro que la excesiva misericordia hacia el ser humano. Ahora sí tenía completo el concepto de la novela.

—Y que ese era el verdadero pecado de Dios, perdonar al hombre —apostilló el comisario sin darse cuenta de la trascendencia de sus palabras.

(M. Ríos. Donde haya tinieblas. Ed. Planeta. 2021)

Pero esta idea había que desarrollarla.

Necesitaba un detonante de la historia que diera unidad: desaparece una modelo muy joven y sin ombligo. (Inspirado en una modelo real muy famosa, Karolína Kurková, que no tiene ombligo). En la novela se explican los diferentes motivos por los que puede suceder algo así, pero lo importante era la simbología; Adán y Eva tampoco lo tuvieron ya que no nacieron de madre y las representaciones artísticas así suelen pintarlos.

A este planteamiento, tenía que sumarle unos personajes que me permitieran contar lo que pretendía.

"¿Por qué los thrillers tienen que ser oscuros y serios? ¿Es obligatorio que los protagonistas de novela negra sean unos amargados?"

Llevaba tiempo queriendo huir del narrador omnisciente en mis novelas y escribir algo en primera persona desde la voz del protagonista. Era un reto. Pretendía también que la novela tuviera una visión irónica de la sociedad, pero no necesariamente dramática. ¿Por qué los thrillers tienen que ser oscuros y serios? ¿Es obligatorio que los protagonistas de novela negra sean unos amargados? ¿Se podría incluir algún componente de comedia en la investigación? ¿Resultarían creíbles las escenas de los asesinatos si nos hemos reído unas páginas antes?

Así que elegí dos investigadores que no podían ser más diferentes: Martínez, un tipo de 50 años, de educación religiosa y familia más tradicional, aunque con un sentido del humor peculiar, y Nuria Pieldelobo, una joven millennial, inteligente y feminista, de educación laica y que prácticamente no ha oído hablar del Génesis, salvo del grupo musical nacido a finales de los años 60 y que le parece completamente desfasado.

LA CONSTRUCCIÓN DE LA TRAMA

Con estos mimbres me enfrenté a la construcción de la trama. Había una decisión esencial que ya estaba tomada: el Génesis vertebraría los crímenes y, por lo tanto, la investigación de los policías. Era un tema atractivo, muy visual y que me ayudaba a concretar la estructura de la novela.

"Mi experiencia como director de cine y televisión me invitaba a imaginar escenarios muy visuales para el lector, deseaba meterlo en un ambiente misterioso y sobrecogedor"

El proceso de documentación tuvo tres apartados que avanzaron en paralelo: por un lado, necesitaba buscar escenas bíblicas que descolocaran al lector; por otro, el sentido que en el texto original tenían esos pasajes y, por último, la posible interpretación que les diera mi asesino. Todo ello lo veríamos a través de los ojos de uno de los policías que investiga lo que está ocurriendo.

Quería que el arte religioso tuviera una presencia especial en la novela. Mi experiencia como director de cine y televisión me invitaba a imaginar escenarios muy visuales para el lector, deseaba meterlo en un ambiente misterioso y sobrecogedor y eso me llevó a buscar iglesias atípicas para los crímenes.

Adán y Eva

El primer hito, que se corresponde con el primer asesinato, no podía ser otro que el pecado original, protagonizado por Adán y Eva y la serpiente, con la expulsión del Paraíso. Lo tiene todo: una mujer aparentemente culpable me servía para dar una interpretación feminista de la Biblia y de la opresión de la mujer en la historia y en el presente (ligado con la modelo desaparecida); una serpiente como detonante del pecado (incluida en la portada), la falta de ombligo para que tuviera una relación clara con la citada modelo y con el mundo del arte; el desafío del ser humano que come del árbol prohibido; el perdón de Dios que no cumple la amenaza y el planteamiento de quién decide lo que está bien y lo que está mal.

"Hoy en día, la tecnología ha avanzado mucho y no terminaba de creerme que alguien fuese capaz de introducir un cadáver hasta una de las salas del museo"

A partir de ahí, empezó la búsqueda de representaciones artísticas de Adán y Eva. En España hay muchas y muy variadas, y una espectacular, originaria de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo, actualmente en el Museo del Prado. Tiene mucha fuerza visual, pero me generaba dudas. Cuando Dan Brown escribió El código Da Vinci eran otros tiempos. Hoy en día, la tecnología ha avanzado mucho y no terminaba de creerme que alguien fuese capaz de introducir un cadáver hasta una de las salas del museo. Así que empecé un recorrido por otros lugares para buscar a la Eva de mi relato: El jardín de las Delicias también en el Prado, San Martín de Frómista, el retablo renacentista de Bidaurreta, el de San Andrés de Éibar, Santa María en Galdakao, hasta que apareció una foto de la cúpula de Virgen del Ara, una ermita extraordinaria.

La ermita de la Virgen del Ara, una pequeña construcción ubicada en Fuente del Arco (Extremadura) que deja boquiabiertos a sus visitantes cuando acceden a su interior. Y es que nada hace indicar, al ver su austero aspecto exterior, que dentro exista un espectacular programa decorativo a base de frescos que recrean 26 pasajes del Génesis y que cubren por completo la bóveda de cañón que ejerce de cubierta, sus muros y zócalos. Los autores de estas maravillosas pinturas pertenecieron a la escuela que tuvo en la vecina localidad de Llerena Francisco de Zurbarán, uno de los artistas barrocos españoles más importantes.

Tanto asombro genera, que los lugareños la conocen cariñosamente como la Capilla Sixtina de Extremadura.

La decoración interior se completa con los frescos del zócalo mudéjar (representa una ciudad con elementos geométricos) y un espectacular retablo barroco, con cuatro columnas salomónicas, que custodia la imagen de la Virgen del Ara, a la que los fuentelarqueños profesan una gran fe.

Fue restaurada entre 1998 y 2003 y declarada Bien de Interés Cultural en 2018. En la actualidad, recibe más de 20.00 visitantes al año.

(Fernando Plaza. Misterios y milagros en piedra. Ed. Planeta. 2021)

En la ermita había diversas pinturas de Adán y Eva y, en particular, una muy expresiva en el que un ángel los expulsaba del Paraíso. Era el lugar idóneo: apartado de la civilización, con unos frescos increíbles y muy poco conocidos por el gran público. Un sitio estéticamente perfecto para depositar el primer cadáver.

Caín y Abel

El segundo crimen ligado al Génesis viene impuesto por el relato bíblico sobre Caín y Abel: el primer asesinato de la historia.

En La huella del mal también traté este tema, pero desde el punto de vista arqueológico, lo que ilustra la diferencia de planteamiento entre ambas novelas. Allí se trataba de un hecho de relevancia científica: un cráneo encontrado con dos golpes producidos por la misma lanza hace 400.000 años.

—Se trata del primer asesinato constatado de la historia de los homínidos —añadió solemne—. Hace más de 400.000 años.

—Ya, ¿y eso cómo lo saben? —preguntó insolente un alumno que había permanecido de pie durante toda la explicación, inquieto y sin parar de mascar chicle. Por su corpulencia parecía mayor que el resto, pero no debía de tener más de trece años.

Inés le dedicó una sonrisa franca antes de responder:

—La historia que os he contado no tuvo por qué ocurrir exactamente así. Pero sí sabemos que el dueño del cráneo 17 fue asesinado por dos golpes contra su hueso frontal con el mismo objeto punzante. Un solo impacto podría ser por un accidente, pero el hecho de que sean dos golpes nos permite deducir que fue intencionado.

(M. Ríos. La huella del mal. Ed. Planeta. 2019)

En España no hay tantas representaciones de Caín y Abel como de Adán y Eva, pero sí unas cuantas: en la catedral de Toledo, en la iglesia San Pedro el Viejo en Huesca, otra vez en San Andrés de Éibar y en el Museo del Prado, pero la que más me llamó la atención fue la de San Juan de la Peña, en el Pirineo aragonés. Contaba con todos los elementos necesarios: un expresivo bajorrelieve en un impresionante claustro excavado en la montaña y la violencia de la escena. Hay diferentes teorías de qué representa en realidad, pero me quedé con la que convenía a la historia. Un lugar perfecto para descubrir el segundo cadáver.

El monasterio de San Juan de la Peña (Huesca) es otro de los lugares clave en la novela. Ubicado bajo una gigantesca peña (de ahí su nombre) que parece «abrazar» a toda la construcción, ha sido testigo del nacimiento del reino de Aragón, de la primera misa en Hispania según el rito romano y hasta ha custodiado el legendario Santo Grial.

Desde el punto de vista arquitectónico, destaca su maravilloso claustro románico, uno de los más importantes y mejor conservados de España. Acceder a él a través de un fantástico arco de herradura mozárabe y «leer» –con el sonido del agua y el rumor del bosque de fondo– los capiteles cincelados por el conocido como Maestro Agüero (en el medievo, a los arquitectos y escultores se les conocía por el nombre de las construcciones en las que habían intervenido) supone para el visitante una experiencia mágica.

(Fernando Plaza. Misterios y milagros en piedra. Ed. Planeta. 2021)

Dios tampoco castiga a Caín, e incluso, amenaza a los demás hombres para que ninguno le haga daño. Para un asesino como el de mi novela eso demuestra una vez más la debilidad de Dios con el ser humano, su equivocación con nosotros al creer que aprovecharemos la nueva oportunidad que nos otorga. Y no lo podía permitir. Ese es el mensaje que manda: no hay perdón sino castigo.

Noé

El tercer enclave me costó más. Decidí que debía centrarme en los «grandes hits» del Génesis. Hay otros muchos personajes, pero son poco conocidos incluso para los católicos. La tercera escena bíblica debía ser la de Noé, el diluvio universal, del que, aunque es un relato popular, escasean las representaciones. Como siempre, el Museo del Prado, Patrimonio Nacional, algún retablo moderno que no llegaba a convencerme, hasta que se me ocurrió un planteamiento diferente: en este caso, la simbología no haría referencia a la representación del personaje, sino a la estructura de la nave central de la basílica del santuario de Aránzazu con forma de casco de barco invertido. ¿Podría ser una moderna arca de Noé? Me pareció que funcionaba y el sitio era agreste e impactante, lo que le venía muy bien a la historia.

Ubicada a 10 km de la villa de Oñate (Guipúzcoa), y «colgada» de un barranco a más de 700 m de altitud, se yergue la última construcción presente en la trama de Donde haya tinieblas: el santuario de Aránzazu. Es una obra considerada un hito arquitectónico ya que tuvo una gran influencia en la introducción de las corrientes artísticas del siglo XX en España.

Al llegar a Aránzazu, somos recibidos por dos impresionantes torres y un campanario con decoración de punta de diamante que nos transmite la sensación de que nos encontramos ante una construcción con «piel de espinas».

Los arquitectos Luis Laorga y Sáenz de Oiza iniciaron su construcción en 1951 y su estilo –demasiado «moderno» para la España de época– chocó con las facciones políticas y religiosas más conservadoras, lo que provocó que la Santa Sede paralizara su programa decorativo desde 1955 hasta 1962. En este programa decorativo intervinieron artistas de la talla de Jorge Oteiza (esculturas de la fachada), Eduardo Chillida (puertas principales, conocidas como Puertas del Infierno) Lucio Muñoz (retablo del altar mayor) y Néstor Basterrexea (pinturas de la cripta).

Su interior, custodiado por una curiosa cubierta en forma de casco de barco invertido, ha sido testigo de la creación del Euskera batua en el Congreso de Aránzazu (1968) y de varios conciertos del famoso Orfeón Donostiarra. Además, aparece en las primeras escenas de la premiada película de Álex de la Iglesia El día de la bestia.

(Fernando Plaza. Misterios y milagros en piedra. Ed. Planeta. 2021)

Dios permitió a Noé y su familia que se salvasen, y con ellos dos animales de cada especie. Y volvió a dar una oportunidad al ser humano con una promesa.

«[…]Establezco pues mi alianza con vosotros: el Diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la Tierra».

(Génesis 9, 11)

Pero tampoco aprendimos en esa ocasión y la historia de traiciones al pacto continua hasta nuestros días a los ojos del asesino de la novela.

Estos son los tres grandes escenarios religiosos de la novela: Virgen del Ara, San Juan de la Peña y Aránzazu. El Génesis continúa y Donde haya tinieblas no termina tampoco aquí, pero para saber más habrá que acudir a la novela.

En definitiva

Una frase en una exposición de una catedral, el mal desde el punto de vista religioso, el pecado original, el Génesis, dos personajes contrapuestos; todo ello matizado por mi educación religiosa, mi interés por el arte y el desafío de escribir en primera persona. Muchos ingredientes que me resultaron lo suficientemente atractivos como para dedicarles el año largo de la pandemia.

Y lo más interesante de todo, es que esta trama de thriller me ha servido para reflexionar sobre las dicotomías perdón o castigo, misericordia o venganza y hacer que mis protagonistas y el lector también se posicionen según avanza la historia. Existen dos maneras casi antagónicas de entender la religión, pero también de entender la sociedad; no hace falta creer en Dios para ser partidario de una u otra filosofía.

Cuando los lectores acaben la novela descubrirán quién lo ha hecho y porqué, pero espero que, además de haber pasado un buen rato, conozcan algo nuevo de la rica iconografía española y se hagan preguntas sobre en qué tipo de sociedad les gustaría que viviésemos.

Solo cuando consigo que todos estos elementos se alineen emprendo la aventura de escribir una nueva novela. Espero que la disfrutéis.

***

NOTA. Misterios y milagros en piedra de Fernando Plaza es un opúsculo editado para complementar la lectura de Donde haya tinieblas.

—————————————

Autor: Manuel Ríos San Martín. Título: Donde haya tinieblas. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

4.7/5 (6 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios