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Coraje, actitud y sonrisas

Coraje, actitud y sonrisas

Si alguien me preguntara cuál es la virtud que más admiro en una persona, mi respuesta sería rotunda: el coraje o la valentía; esa fuerza de voluntad que nos impulsa a seguir adelante pese a las dificultades, la misma fuerza que hace que nos sobrepongamos y continuemos hasta alcanzar las metas que nos hemos propuesto.

Las primeras personas en las que reconocí dicha virtud fueron mis padres, que lucharon hasta la saciedad, salvando o sorteando las chinitas e incluso, en ocasiones, los pedruscos que se encontraban en el camino para ofrecernos a mis hermanos y a mí una educación que nos hiciera libres.

"Las raquetistas o señoritas pelotaris fueron mujeres valientes que antes y después de la Guerra Civil dejaron sus hogares para jugar en los numerosos frontones"

Tiempo después, el coraje ha estado muy presente en mi familia más cercana: mi difunto marido y mis hijos. El primero, en la enfermedad luchó por cada día de vida, y más tarde se enfrentó a la muerte con una valentía y dignidad inusitadas mientras mis cuatro hijos, haciendo gala de la misma virtud, permanecían a su lado además de con coraje, con serenidad y un inmenso cariño.

Por otra parte, mi hijo Xabier se enfrenta día a día a una enfermedad rara: las cefaleas en racimos o de Horton, también conocida como “la enfermedad del suicida” con una valentía que ya me gustaría tener a mí.

Y como Xabi, gracias a mi blog, he conocido a otras personas, la gran mayoría enfermos o familiares, que me han demostrado lo que es el coraje en momentos en los que la balanza se inclinaba en sus vidas hacia un abismo desolador.

Finalmente, también encontré dicha virtud en las mujeres que inspiraron mi primera novela, El silencio de Clara Lyndon. Las raquetistas o señoritas pelotaris fueron mujeres valientes que antes y después de la Guerra Civil dejaron sus hogares para jugar en los numerosos frontones del Estado, donde como deportistas profesionales encontraron un medio de vida. Vascas, madrileñas, andaluzas, catalanas, riojanas… Para subsistir se enfrentaron a una sociedad que los únicos derechos que reconocía a las mujeres eran los de ser buena esposa y madre ejemplar; el resto, los que la mujer debía disfrutar como persona que es, habían sido eliminados, aniquilados. Y a pesar de ello, estas deportistas llenaron frontones y sacaron a sus familias adelante.

Clara Lyndon, la protagonista de la novela, las representa haciendo una y otra vez gala de dicha virtud, lo mismo que otros personajes: Margaret, su amiga inglesa, sus compañeras de frontón, su madre Miren o su padre Ramón, el tío Simón…  Son personajes que me caen muy bien: durante sus vidas de ficción, como sucede en la vida real, se enfrentan habitualmente a situaciones a veces difíciles, otras delicadas o peligrosas, ante las cuales deben tomas decisiones. En ocasiones aciertan y en ocasiones cometen errores y, sin embargo, asumen sus consecuencias y siguen luchando, plantando cara a su destino.

"Hay que saber diferenciar un problema de un inconveniente"

Coraje y actitud. Esta segunda virtud es casi tan importante como la primera. Las personas y personajes que acabo de mencionar tienen en común la actitud con la que se enfrentan a la vida. Lo hacen con sencillez, sin hacer gala de su valentía, como si cada paso que dan resultara fácil, cuando en realidad no lo es. Ser valiente requiere de mucha energía, hay que perseverar, de nada sirve darlo todo hoy para mañana abandonar; requiere de un gran esfuerzo, físico y emocional, y nuestras fuerzas no son ilimitadas. Por eso hay que saber diferenciar un problema de un inconveniente, y distinguir esas pequeñas cosas buenas que hasta en la más profunda oscuridad nos iluminan y nos impulsan a seguir con una sonrisa. Esa sonrisa, que aunque en ocasiones olvidamos esgrimir, es nuestra mayor arma frente a la adversidad, porque si bien pensamos que es importante mostrarla y ofrecerla, todavía lo es más sentirla, cuando hacemos el gesto, en nosotros mismos.

En El silencio de Clara Lyndon hay coraje, actitud y sonrisas. Solo de esta forma pueden los personajes de la novela, las personas al cabo de la vida, albergar esperanza y lograr la felicidad.

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Autora: Elene Lizarralde. Título: El silencio de Clara Lyndon. Editorial: Ediciones B. Venta: Amazon y Fnac

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