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Corrientes subterráneas

Corrientes subterráneas

Hay corrientes subterráneas que nos transportan desde un lado a otro de una ciudad, entre países, entre lados opuestos de un océano. Esas corrientes pueden arrojarnos al abismo o convertirse en electricidad. A través de esta novela quise unir extremos opuestos: el primer y el segundo mundo, las porterías y los pisos altos, distintas clases sociales, porque es a través de esas conexiones, de las fricciones que se producen cuando se descubre lo mejor y peor de nosotros mismos, se revelan los secretos o resucitan nuestros demonios.

Escribí el primer capítulo el 8 de julio de 2014 sobre el niño David Luis, nacido en Colombia tras el partido entre Brasil y Alemania en el Mundial de ese año, y pocos días después apareció Mercedes, opositora de una familia tradicional española venida a menos. A través de estos dos personajes se conectaban mis dos ciudades, Bogotá, donde vivía entonces, y Madrid. Pero tuvieron que pasar seis años y una pandemia para que al fin me decidiera a forzar su encuentro.

"A través de los capítulos cortos deseé dinamizar los encuentros entre ellos y que se sintiera cómo, a pesar de su aislamiento, unos y otros se buscaban en un agosto maldito"

En un edificio cercano al Retiro, donde vivía un buen amigo, descubrí un patio de manzana que se convirtió en el lugar en el que las vidas de los cinco personajes, cinco soledades, convergerían. Quería que Madrid y el delirio provocado por un calor asfixiante, que muchas veces nos priva de oxígeno, llevaran a David Luis, Gladys, Tomás, Elena y Mercedes hasta el abismo, un abismo hacia el que se dirigieron por su propio pie porque, casi desde el inicio, tuvieron vida propia, lejos de los planes que para ellos había trazado en mi cabeza.

Comencé a escribir los siguientes capítulos en el mes de julio de 2020, en una terraza, a varios kilómetros del Retiro, y aunque no veía desde allí ninguna ventana con luces encendidas ni tan siquiera sombras, creé un pequeño teatro donde los personajes hicieron suyo el escenario y me convertí en una mera espectadora.

A través de los capítulos cortos deseé dinamizar los encuentros entre ellos y que se sintiera cómo, a pesar de su aislamiento, unos y otros se buscaban en un agosto maldito. Para hasta, en ocasiones, incluso retratar el mismo suceso a través de las miradas de distintos personajes, porque nunca hay un relato único.

"Poca resistencia podía ofrecer yo en verano, cuando se volatiliza el aire, cuando arde la tierra y Madrid se convierte en escenario de ruinas y fastos"

También quería que Colombia estuviera presente en sus páginas, que se hablara brevemente de su historia, de su realidad siempre dolorosa, y, sobre todo, del viaje, no solo físico, que emprenden aquellos que sueñan con una vida mejor que siempre acaba estando lejos de su alcance y cómo se llevan consigo sus fantasmas a pesar de cruzar el Atlántico. Quería también hablar de cómo nosotros mismos escarbamos con nuestras manos agujeros en los que ocultarnos o cómo con los dedos en carne viva construimos muros con los que aislarnos.

Al terminar la novela, pasé días sin título, hasta que una noche, poco antes de quedarme dormida, llegó a mí el juego de palabras de «averno verano», que una vez más me conducía a un infierno, imaginario y real, al que nunca pensé que arrastraría a mis personajes, como si todo hubiera sido manejado en realidad por la fuente del Ángel Caído, rincón oculto en el Retiro a 666 metros de altura sobre el nivel del mar. Poca resistencia podía ofrecer yo en verano, cuando se volatiliza el aire, cuando arde la tierra y Madrid se convierte en escenario de ruinas y fastos.

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Autora: Bárbara Espinosa. TítuloAverno veranoEditorial: Altamarea. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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