Crímenes, de Carles Porta

Carles Porta se ha convertido en el mejor periodista de investigación judicial sin aplicar ni un ápice de sensacionalismos a su trabajo. Con el rigor ha tenido más que suficiente para escribir un libro que ha marcado escuela (Tor) y para levantar un programa de televisión único en su género (Crims/Crímenes). Ahora regresa a las librerías con una compilación de historias negropoliciales que incluye los guiones completos de la miniserie El crimen de la Guardia Civil, emitida en TV3 y Movistar+.

En Zenda ofrecemos el arranque del primero de los relatos contenidos en Crímenes. Siete historias de oscuridad (Reservoir Books).

***

LA VIUDA NEGRA

Existe una araña que algún científico listo bautizó con el nombre de «viuda negra» porque, a veces, después de copular con el macho, lo mata envenenándolo. Reconoceréis a este arácnido –de color negro, como es evidente– porque tiene una forma redondeada y unas manchas rojizas en la espalda que podrían parecer un reloj de arena. Tiene un veneno quince veces más potente que el de las serpientes de cascabel. Sin embargo, como es muy pequeña, la dosis de una picadura no puede matar a un humano, excepto que el humano en cuestión sea alérgico, claro.

El caso es que la expresión «viuda negra» se utiliza, también, para designar a una mujer que se ha dedicado a envenenar a personas, sobre todo si la víctima es el marido. Y es la que eligieron la Policía Nacional y la prensa para referirse a la protagonista de la siguiente historia. Algunos le añadían «de L’Hospitalet», ya que la zona donde «picaba» era L’Hospitalet de Llobregat, con preferencia por Collblanc y los barrios cercanos al Camp Nou.

Estamos a finales de 1991, la URSS está en plena disolución y la antigua Yugoslavia también. En el cine triunfan Thelma y Louise y Terminator 2. Es el año en que muere Freddie Mercury, y que nace el Club Super3, un programa de televisión infantil de TV3. En Catalunya hay una familia, entre otras muchas, que pasa por una situación económica muy complicada. El marido y padre, Luis Navarro, no consigue llegar a fin de mes, y la mujer, Margarita Sánchez, no tiene ningún trabajo conocido. Los dos hijos, una niña de once años que se llama Sonia y uno de siete, Javier, juegan con lo que pueden y, desde pequeños, aprenden a sobrevivir. Hay un problema añadido que lo enturbia todo: el marido es alcohólico.

Como no pueden pagar el piso de la calle Riera Blanca de L’Hospitalet, deciden irse a vivir a casa de la madre de él, en la calle Caballero, en Barcelona. Luis y Margarita se inventan una pequeña mentira y cuentan que vuelven a casa de los padres de él porque el abuelo está recuperándose de una operación en las cervicales y la abuela no puede cuidarlo sola. Sin embargo, la realidad es otra: los han desahuciado.

Al cabo de poco tiempo, en el piso de la calle Caballero del barrio de Les Corts, la convivencia empieza a complicarse. Siguen las dificultades económicas de la familia Navarro Sánchez. Aunque Luis tiene un trabajo seguro en el metro de Barcelona, está inmerso en deudas. Y su mujer, Margarita, no se lleva nada bien con la suegra, Carmen Nuez. Para acabar de rematarlo, Carmen les pide que paguen una contribución económica mensual para poder vivir allí, porque, según dice, a ella tampoco le sobra el dinero. Ya se sabe que la convivencia suele ser difícil, y, si encima no hay dinero, cuesta más aguantarlo todo. Los nervios siempre están a flor de piel.

De repente, un día, después de comer, Carmen Nuez ingresa de urgencia en el Hospital Clínic de Barcelona por una pérdida de conciencia y dificultades respiratorias. Pese al susto inicial, la señora Nuez se recupera y vuelve a casa. Parece que no ha pasado nada. Aun así, el episodio se repite: la madre de Luis ingresará hasta cinco veces más en el hospital con los mismos síntomas. Siempre después de una comida. Pero los médicos que la atienden no saben decirle por qué se desmaya, ni la causa de ese ahogo tan angustioso.

En el primer ingreso vía urgencias no le hicieron ningún análisis toxicológico; en el segundo, sí. Cuando comprueban en el historial que es la segunda vez en pocos días que la señora Nuez ingresa con los mismos síntomas, Francesc Valldoriola, neurólogo del Hospital Clínic, se ocupa del caso. Aplican el protocolo y los resultados son negativos. Y, como además la paciente está recuperándose bien, no le dan más vueltas.

Pero cuando ingresa por tercera vez, ya están con la mosca detrás de la oreja. Como las analíticas de sangre y otros fluidos no muestran nada extraño, deciden desplazarse al domicilio de la paciente y fijarse en más cosas. Ella, muy asustada, les da permiso para ir a su casa mientras sigue hospitalizada, pero no ven nada: ningún escape de gas, ningún producto tóxico en la cocina, ni alimentos en mal estado. Nada, nada de nada.

Carmen vuelve a casa. Van pasando los días y la convivencia no mejora. La suegra y la nuera siempre están como el perro y el gato; y Luis, además de los problemas con el alcohol, maltrata a Margarita, su mujer.

Una vecina les explicó a policías y periodistas lo siguiente: «La madre y la hija, Sonia, habían llegado a pegarse en alguna ocasión. Pero la madre enseguida le daba a la hija lo que quería porque, si no, la niña de once años le decía: “Que se lo cuento a papá, ¿eh?”. Margarita corría a dárselo todo y, durante unas horas, la niña estaba como una seda. La suegra, a veces, pensaba por dentro: “¿Y qué debe de querer contarle esta mocosa al padre?”».

(…)

—————————————

Autor: Carles Porta. Título: Crímenes. Siete historias de oscuridad. Traducción: Montse Meneses y Ana Ciurans. Editorial: Reservoir Books. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.