Cuando ellas brillan, de Pepa Blanes

Este libro es un viaje por los personajes femeninos que nos marcaron, sacudieron y obligaron a hacernos preguntas incómodas. De Sexo en Nueva York a Fleabag, de Las horas a Una joven prometedora, de Las chicas de oro a Retrato de una mujer en llamas… En estas páginas, Pepa Blanes combina análisis feminista, memoria emocional y pasión cinéfila.

En Zenda reproducimos la Introducción de Cuando ellas brillan (Lunwerg), de Pepa Blanes.

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Introducción

Decía Costa Gavras, director político donde los haya, que sin las emociones es imposible el cambio. Son las películas, las series, los libros… los que permiten que lloremos, riamos, nos enamoremos o experimentemos ira, rabia o miedo. Y son estos sentimientos los que generan actos políticos. De todo ello sabe mucho la socióloga Eva Illouz, que en sus últimos libros ha indagado en la dimensión política de emociones y sentimientos como el amor, un tema que ha centrado el argumento de infinidad de clásicos cinematográficos que nos han educado sentimentalmente.

La ficción no solo relaja la realidad y nos muestra una mirada sobre cómo ha sido la vida de las mujeres a lo largo de los siglos, sino que también contribuye a moldear, a cambiar y a subvertir dicha realidad.

En las últimas décadas, el feminismo ha irrumpido con fuerza en todas las esferas de la sociedad, y también en la pequeña y la gran pantalla. Cada vez son más las directoras y guionistas que llenan nuestras salas y el abanico de temas en las películas y series de televisión se ha abierto, junto con los modos de representar a las mujeres.

Desde 1975, la teoría Laura Mulvey nos advirtió en su ensayo «Placer visual y cine narrativo», publicado en la revista Screen, de cómo el cine estaba cosificando a las mujeres. Los hombres habían colonizado los modos de ver y de rodar, y las mujeres se convertían en la gran pantalla en el objeto de deseo de directores, como Hitchcock, y de espectadores. La aparición de este ensayo no solo propició miles de páginas de nueva teoría, sino que además influyó sobre generaciones de cineastas feministas de vanguardia que tomaron este texto como un manifiesto político.

Cineastas como Bette Gordon, Nina Menkes o Kathryn Bigelow tomaron nota y revocaron ese esquema en su cine, tratando de demostrar que había otra forma de mirar al cuerpo de las mujeres y de representarlas. Por supuesto, no todo el cine clásico cosifica a las mujeres y hay que entender cuáles eran los códigos sociales y políticos de cada época. Las películas de los años cincuenta, por ejemplo, mostraban el retroceso que las mujeres sufrieron en el ámbito laboral y de liderazgo después del rol desempeñado durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los hombres estaban en el frente.

El contexto político y social es clave para entender cada obra, pero somos espectadoras de nuestro tiempo y la mirada desde el hoy es inevitable. Por eso es posible que algunas obras nos resulten retrógradas, aunque, como veremos, siempre hay pequeños rayos de luz, como Luna nueva, de Howard Hawks, que rompe con esa idea de mostrar a la mujer como el ama de casa perfecta y nos presenta a un personaje femenino protagonista profesional, libre y que no tiene claro eso de dejar el trabajo para formar una familia.

Y si vamos a hablar de momentos de inflexión en el cine, no podemos dejar de mencionar el #MeToo. El #MeToo ha sido un movimiento más revolucionario de lo que pueda parecer. Lo que a priori fue un llamamiento de mujeres de todo el mundo, principalmente de Estados Unidos, por mostrar la violencia sexual y el acoso que habían sufrido, se convirtió poco después en un punto y aparte para muchas cosas. La industria empezó a incorporar en sus puestos de mando a mujeres y a confiar en historias protagonizadas por personajes femeninos que se salían de la norma. Contribuyó a esto, sin duda, el éxito en taquilla de Wonder Woman, la primera película protagonizada por una superheroína.

Los ejecutivos de Hollywood descubrieron entonces que las películas dirigidas por mujeres y con protagonistas femeninos eran muy rentables y también apelaban a los espectadores masculinos. Algo bastante lógico, pues si durante décadas las espectadoras femeninas han disfrutado con las películas protagonizadas por hombres, ¿por qué no iba a funcionar la historia al revés? De ahí, esa moda contemporánea de hacer reversiones de hitos pop con personajes femeninos protagónicos.

Como veremos en este libro, el cine y la televisión se han adelantado, en muchas ocasiones, a problemas o debates que la sociedad tenía pendientes. Un ejemplo es la conciliación, como muestra la película de Howard Hawks. Pero hay más. Nos ha enseñado a hablar de deseo femenino, de la venganza contra la violencia sufrida, de cómo las mujeres se apoyan en los peores momentos, de qué es eso de la amistad femenina, de cómo son de complejas las relaciones entre madres e hijas, cómo es el amor entre mujeres y cómo lidiamos con el feminismo cuando hemos sido educadas en un sistema patriarcal.

Películas y series de distintos géneros, épocas y generaciones nos acercan a miradas y relatos que nos cambiaron y que siguen cambiándonos cada vez que las revisamos. Nos hacen mejores, como dice el ensayista Stanley Cavell. La ficción contribuye a hacernos más felices, más empáticos, a conocer otras vidas y a entendernos mejor a nosotras mismas.

Quizá, después de ver Las chicas de oro, descubramos que la vejez no tiene por qué ser solitaria y aburrida. Después de ver a las elegantes mujeres de Sexo en Nueva York sepamos que tenemos derecho también al lujo, al sexo y a la amistad. Gracias a Greta Gerwig y su Lady Bird podremos comprender que nuestras madres han sacrificado más de lo que pensamos por nosotras y ser más conscientes de sus sentimientos.

Con Retrato de una mujer en llamas es posible salir de esa mirada masculina, fetichista y voyeur que el cine se resiste a eliminar, pues una película puede ser sexi, erótica, romántica y bella sin caer en la cosificación. Lo demuestra la directora francesa Céline Sciamma, quien nos enseña que el amor, si es de verdad, no es tóxico.

Pero hay muchas más cuestiones que no pueden quedarse en el tintero. La salud mental ha sido uno de los temas que, en los últimos años, más importancia ha cobrado en el debate público. La sociedad actual, con sus prisas, su ansia por producir, por la perfección y por la felicidad instantánea, nos ha dejado algo indefensas ante nuestras propias emociones. La buena noticia es que empezamos a nombrar lo que nos pasa, a cuidarnos y a pedir ayuda, aunque no siempre llegue a tiempo.

Hay dos ficciones, una serie y una película, que nos hablan de ello de formas completamente distintas. Fleabag, la serie de televisión de Phoebe Waller-Bridge, nos muestra a una mujer herida que se autocastiga todo el rato y que no es capaz de recomponerse después de una pérdida importante. Se echa la culpa por cualquier cosa, incluso por no ser una buena feminista y estar preocupada por su cuerpo, por los hombres, etc. Y luego está Las horas, la adaptación de Stephen Daldry, que hace una cosa interesantísima, unir las vidas de tres mujeres que sufren distintos grados de machismo e incomprensión, donde la enfermedad mental y la insatisfacción, debido a los condicionamientos de la sociedad patriarcal, hacen mella en las tres: Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep. Dos relatos sumamente contemporáneos que indican que no somos nada sin entender la lucha y la historia de mujeres que sufrieron y trataron de ser distintas en un mundo que no les dejaba espacio.

Somos el reflejo de nuestras abuelas y nuestras madres. Vivimos en otra época, en la que hemos superado muchas de las desigualdades que ellas enfrentaron, pero tenemos otras nuevas. El cine y la televisión nos enseñan a vivirlas, a representarlas y a cambiarlas, y de eso vamos a hablar en estas páginas.

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Autora: Pepa Blanes. Título: Cuando ellas brillan. Editorial: Lunwerg. Venta: Todostuslibros.