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Damsel, el enésimo blockbuster a medio cocinar de Netflix

Damsel, el enésimo blockbuster a medio cocinar de Netflix

La última en la lista de estrenos a medio cocinar de Netflix es Damsel, un vehículo al servicio de la estrella de la plataforma, Millie Bobby Brown, que utiliza un pitch atractivo (una joven damisela se casa con un príncipe… para ser ofrecida en sacrificio a una dragona) pero pronto manifiesta las debilidades del algoritmo y el estrellato mal digerido.

"Es una pena que el realizador tenga que trabajar encorsetado por una serie de imposiciones de producción destinadas a hacer la aventura cuanto más urgente, perentoria y clara posible, mejor"

Damsel tiene algo bueno: la estratégica disposición de sus puntos de giro, por otro lado arruinados ya por la sinopsis oficial y el tráiler del film, que garantiza una razonable dosis de entretenimiento. Tampoco se le puede poner muchos peros a la dirección del español Juan Carlos Fresnadillo, cuya sensibilidad para el espectáculo y lo siniestro asoma en diversas escenas pidiendo a gritos nuevas y mejores oportunidades.

Es una pena que el realizador tenga que trabajar encorsetado por una serie de imposiciones de producción destinadas a hacer la aventura cuanto más urgente, perentoria y clara posible, mejor. Lo que Bobbie Brown aporta en calidad de protagonista y productora es solo rebeldía de diseño adolescente (contra las clases altas, contra las figuras de autoridad, contra el patriarcado, contra…) arruinada en todo caso por su propia actuación un tanto cargante. La protagonista de Stranger Things confunde la transformación física y mental del personaje con no mostrar absolutamente ninguna empatía con su entorno, y el guion, que busca lo trepidante, tampoco ofrece explicaciones a ciertas derivas manipuladoras en su segundo tramo.

"La supuesta reflexión sobre desigualdades sociales y de género de Damsel, perfectamente asumible y atractiva a priori, no es tal cosa sino una excusa para desatar posturas de heroína un tanto mal digeridas"

La supuesta reflexión sobre desigualdades sociales y de género de Damsel, perfectamente asumible y atractiva a priori, no es tal cosa sino una excusa para desatar posturas de heroína un tanto mal digeridas (impagable el momento “caminar heroico con explosión detrás”) en un cóctel de revisionismo pulp de La Princesa Prometida (la presencia en el reparto de Robin Wright no es casual) y Depredador (a nadie se le escapa que todo es una excusa para que Millie convierta la cueva en un campo de batalla). La cargante, por obvia, intencionalidad anula el disfrute real, y el resultado en todo caso desactiva esa serie de motivos.

Existen, como decimos, buenas ideas visuales y argumentales, no especialmente sutiles y por eso mismo arruinadas en parte por la campaña promocional o el afán de actualizar un cuento clásico, que en cualquier iteración mínimamente interesada en el horror ya resulta más estimulante que la subversión de diseño que ofrece. Si la sangre de los dragones es oro, resulta entonces innecesario insertar diálogos explicativos de la protagonista con la dragona (voz en V.O. de Shohreh Aghdashloo). Por suerte, Fresnadillo hace todo lo que puede para proporcionar entretenimiento vistoso, aunque persista la obsesión por los fondos digitales del cine actual.

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