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Darcy Lockman: «Una pareja tiene que superar la doctrina sexista y llegar a acuerdos»

Darcy Lockman: «Una pareja tiene que superar la doctrina sexista y llegar a acuerdos»

Hay peticiones —aparentemente— inocuas que pueden desatar una tormenta. George, el marido de la periodista y psicóloga Darcy Lockman, estaba acostumbrado a ir todos los días al gimnasio. Un par de semanas después del nacimiento de la primera hija de la pareja, él decidió que era una buena idea volver a levantar pesas y hacer body pump. George necesitaba un respiro: el trabajo, la paternidad, el estrés… ¿Y Darcy? ¿Qué es lo que necesitaba Darcy después de estar todo el día sola en casa con el bebé? ¿Cuál iba a ser su respiro y cuándo lo iba a tener? Después de la hostilidad, llegaron a un acuerdo: George iría al gimnasio antes del trabajo. Pero la semilla de la frustración ya había anidado en el pecho de Darcy. De la frustración a la rabia solo hay unos cuantos biberones y media docena de pañales.

Darcy Lockman recoge su experiencia en una obra —Toda la rabia (Capitán Swing)— que aborda el gran problema al que se enfrentan los padres en la actualidad: cuando los niños llegan al hogar, las familias progresistas se convierten en tradicionales. Uno de los miembros de la pareja va a salir perdiendo con el nuevo estatus. No hace falta que les siga contando; el desenlace ya lo conocen.

Hablamos en Zenda con Darcy Lockman sobre padres que se creen modernos y son más antiguos que los pantalones de pana, de utilizar la biología como excusa para ser machistas y de mujeres que cuentan en Instagram lo maravilloso que es servir a sus mariditos.

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—Los padres modernos están más implicados en la crianza. ¿Verdadero o falso?

"Lo que significa ser un buen padre va más allá de lo que imaginamos; tiene que ver con el compañerismo"

—Creo que ahora los padres están más implicados en la crianza que antiguamente. Pero hay cierta confusión, porque esa implicación tiene que ver con el interés por los hijos, conocerlos, pasar más tiempo con ellos. Eso debería significar que las madres tenemos menos responsabilidades en los trabajos de crianza. Ahí está la confusión. No es verdadero y tampoco es falso. Lo que significa ser un buen padre va más allá de lo que imaginamos; tiene que ver con el compañerismo. Eso es en lo que nos equivocamos. Se implican con los hijos y con la crianza, la cual es una alegría, pero no son mejores compañeros. Son dos cosas diferentes.

—Menciona en su obra un estudio según el cual la paridad en las tareas del hogar desaparece cuando llegan los niños. A partir de ese momento, la mujer añade más horas.

—Hay muchísimo más trabajo en la casa cuando nace una criatura. Si no hay acuerdos desde el principio, si no se funciona como un equipo, no habrá equidad.

—Quizás la terapia de pareja hay que hacerla antes de tener los hijos.

—Lo digo en broma, pero creo que la gente debería leer mi libro antes de tener hijos. (Risas) Cuando nos definimos como parejas progresistas, paritarias, asumimos que vamos a vivir con nuestros valores. Pero eso no es así, lo hacemos de acuerdo con los roles de género. Si sabemos antes a qué nos enfrentamos, si somos conscientes de que todo recae en la mujer, porque vivimos en una sociedad sexista —aunque tú no lo seas como hombre—, podremos prevenir lo que puede ocurrir y saber cuáles son nuestras necesidades. La terapia de pareja no le hace daño a nadie y siempre es bienvenida.

—¿Qué parte de culpa tienen las mujeres como compañeras, y también como madres, en esta situación de desigualdad?

"Tener una postura de defensa no es el ideal de un matrimonio, pero creo que muchas personas se encuentran en esta división de roles, donde la mujer se queja y el hombre se defiende"

—No quiero usar la palabra «culpa». El problema es que, como sociedad, pensamos que el trabajo del hombre tiene más valor y sus necesidades son más importantes que las de las mujeres. Las mujeres somos criadas con esos valores. Lo vemos en la televisión, en las casas de nuestros amigos, aunque no suceda en las nuestras, en toda la sociedad. No hace falta que nadie nos lo diga explícitamente; es algo que está ahí. A las mujeres se nos agradece que cuidemos de los demás —por ser madres, por ser hijas— y a los hombres se les reconoce por ser exitosos. Hubo un momento en que las mujeres —exhaustas por su trabajo fuera del hogar y por sus labores dentro— se quejaron por su frustración y señalaron a sus compañeros. Tener una postura de defensa no es el ideal de un matrimonio, pero creo que muchas personas se encuentran en esta división de roles, donde la mujer se queja y el hombre se defiende. El primer año de crianza hay mucha demanda extra, pero para los dos. El hombre está sobrepasado y si no hay una buena comunicación en la pareja va a adoptar una postura defensiva y la conversación va a girar en una rueda, no va a evolucionar.

—Todo esto de lo que estamos hablando genera primero frustración y luego rabia, mucha rabia. 

—Cuando alguien está frustrado, frustrada, necesita que la otra persona, con la que convive, le escuche. Si esa otra persona está a la defensiva, siempre está cansada y no puede escucharte la frustración aumenta. La única manera de resolver conflictos es hablándolos, comunicando y siendo entendidos por nuestros compañeros. El problema es que el hombre no lo comprende porque nunca ha tenido que gestionar situaciones en las que no ha sido escuchado, no ha sido visto.

—¿La biología y el instinto maternal cuelan como excusas?

—No. Lo que creemos en relación con la biología no es verdad. Miramos al mundo y decimos: las mujeres se encargan de los cuidados por una cuestión de biología. Pero tanto hombres como mujeres están preparados biológicamente para procrear y cuidar de los hijos. La evolución ha preparado biológicamente a esas dos personas para cuidar de ese bebé vulnerable. Como vemos que las mujeres se ocupan más del cuidado de los hijos decimos que es por la biología. Todos cambiamos cuando somos padres y madres, y todos estamos capacitados para cuidar de nuestra descendencia.

—Quizás el problema es que tenemos una ideología estupenda, pero cuando tenemos que ponerla en práctica fallamos. 

"Cuando actuamos de forma natural sale nuestra genética, el patriarcado"

—Sí. Imaginamos que nuestros ideales guían nuestro comportamiento. A veces es cierto, como cuando vamos a votar en función de mi ideología. Pero esta es una cuestión muy aislada. En la vida cotidiana, en el día a día, no pensamos tanto en nuestras acciones. Cuando actuamos de forma natural sale nuestra genética, el patriarcado. Tendríamos que ser capaces de sobrescribir esa herencia. Una pareja tiene que superar esa doctrina sexista y llegar a acuerdos. La comunicación es la única solución.

—¿Hay diferencias entre las parejas LGTBIQ+ y las heterosexuales tradicionales?

—No hay mucha investigación sobre este tipo de parejas, pero los pocos estudios que se han hecho revelan que las parejas lesbianas son las que tienen menos conflictos. Cuando hay dos mujeres criando el acuerdo es más armonioso y equilibrado porque están acostumbradas a tener en cuenta las necesidades de su pareja; ellas han sido educadas para cuidar a otros.

—En el otro extremo están unas influencers muy populares en Instagram, las tradwives. Su lema es «me someto y cuido a mi esposo». ¿Qué opinión tiene de este fenómeno?

"El problema está en las parejas donde ellas no quieren ser tradwives y los hombres no tienen en cuenta la voluntad de sus parejas de no ser amas de casa"

—(Se echa las manos a la cabeza) Siempre hay un retroceso cultural cuando hay una nueva tendencia. Cuando el progresismo avanza siempre hay alguien que va a decir «me gusta más como era antes». Estas mujeres dicen que quieren estar todo el día en la cocina sin pensar en sí mismas, solo cuidando de otros. Si es algo que decides por ti misma y no hace daño a nadie más, adelante, sé tú misma. Pero el problema está en las parejas donde ellas no quieren ser tradwives y los hombres no tienen en cuenta la voluntad de sus parejas de no ser amas de casa. Cualquier decisión, consciente y consensuada, que tome una pareja de cómo quieren vivir es lícita. En mi libro yo escribo del problema que se produce cuando no hay un acuerdo para ser una pareja tradicional. En el momento en el que el hombre se comporta como un padre tradicional, la mujer se va a preguntar qué hace con ese señor y por qué ella se dedica a hacerlo todo. Si tu deseo es someterte a otra persona, eres libre de hacerlo. Ahora, como psicóloga que soy, me gustaría saber de dónde surge esa necesidad de someterse a otro.

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