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El arte de arder

El arte de arder

Misfit. Alguien que no encaja en los moldes. Incapaz de adaptarse.

Esa es la palabra favorita de Lidia Yuknavitch. La palabra que la define y define su escritura y define esta novela: ciencia ficción —maybe— con un toque gore y cargada de imágenes casi pornográficas. ¿Es eso literatura?

Literatura misfit.

“Arder es un arte. También lo es quemar”

Así arranca esta historia, en una gigantesca nave interestelar, un planeta flotante en el que se han refugiado los últimos supervivientes de la Tierra, arrasada por una guerra sin fin. La protagonista que pronuncia esa frase —Christine— se tatúa a fuego sobre la piel la historia del planeta, su historia, que es la historia de Joan de Dark. ¿Joan de Dark? Sí, Juana de Arco, la mujer guerrera que fue condenada a arder en la hoguera por salvar… al planeta, en este caso.

“Arder es un arte. También lo es quemar”

Se podría decir que Lidia Yuknavitch ardió y sobrevivió a su hoguera, como Joan.

Y también que tiene su historia tatuada en la piel, como Christine.

"The cronology of water, su autobiografía, publicada en 2011, implosionó y devino agujero negro que se tragó millones de lectores, éxito de crítica, y su propia vida"

Niña que sufrió abusos de su padre ante la pasividad de su madre alcohólica, adolescente que se refugió en la competición deportiva de natación y acabó drogándose para soportar sus tensiones, abandonó el deporte, se casó dos veces, perdió a su primera hija durante el parto, entró en un bucle de autodestrucción, terminó durmiendo debajo de un puente —literal—, pasó una breve temporada en la cárcel y después: escribió su vida.

Escribió su vida.

¿Cómo se hace eso cuando estás derrotada? Quizá empujada por la rabia, la desesperación o la pasión. Y la historia siguió: ganó un concurso literario, la invitaron a Nueva York a un hotel de lujo, la pasearon por un restaurante exquisito, donde robó tres servilletas de lino y una carta —“para tener la prueba, cuando volviera a casa, de que no había sido un sueño”— y allí se hundió. Fue incapaz de hablar, de explicarse, perdió todas sus oportunidades y regresó a su mundo miserable con las manos vacías —y tres servilletas y una carta—.

Pero de alguna manera la semilla de la escritura prendió.

La palabra como salvación. 

The cronology of water, su autobiografía, publicada en 2011, implosionó y devino agujero negro que se tragó millones de lectores, éxito de crítica, y su propia vida: Yuknavitch se convirtió en protagonista de sus novelas. Yuknavitch se convirtió en su escritura. Empezó a dar charlas TED —ese estilo tan yanqui de enardecer el espíritu—. Las tituló: La belleza del inadaptado, del misfit. Y después, en un paso más hacia la reivindicación de los outsiders: El Manifiesto del Inadaptado.

Con su segunda y tercera novelas, Dora: a head case y The small backs of children, alcanzó el estatus de favorita de esa biblia sagrada que es The New Yorker. Y con la cuarta —la primera que se publica en España—, el de favorita internacional.

"Lidia Yuknavitch pertenece a esa estirpe de escritoras misfit como A.M. Homes, Jeanette Winterson o Lucia Berlin"

Ahora es profesora en Oregón, pareja de un cineasta, Andy Mingo, y amiga de escritores inclasificables como Chuck Palahniuk y Tom Spanbauer. Y ya pertenece a esa estirpe de escritoras misfit como A.M. Homes, Jeanette Winterson o Lucia Berlin, con historias oscuras detrás, vidas rebeldes y palabras salvajes.

¿Qué tiene la novela de Yuknavitch que la hace radicalmente distinta a cualquier cosa que hayas leído antes?

Para empezar, está viva, es Yuknavitch en cada página, todas sus obsesiones, que ella describe bien:

“…lo cerca que está la violencia de la sexualidad, la muerte de la vida, colecciono huesos y piel de muda de serpientes y calaveras y otras cosas muertas, me parecen hermosas, y claro, siempre y para siempre, agua: lágrimas, océano, lluvia, orgasmo, hielo, nieve, nubes preñadas con lluvia, chaparrones, bañeras, lagos, estanques, grifos, líquido amniótico”.

Además de ritmo. Un ritmo endiablado que viene de la poesía.

Además de imaginación.

Además de escenas de sexo oníricas y viscerales —de vísceras—.

Además de juego con los géneros: transgénero, mujeres masculinizadas, hombres feminizados, amores del mismo sexo o quizá de sexo indiferente, y personajes asexuados.

Además de terror, dolor.

"El amor se integra en la narración con sus pequeñas menudencias y la impregna de ternura, aunque eso sí, entre odio y odio, entre maldades eternas"

En esta novela está todo y, además, el Universo: mundos subterráneos con extrañas especies que sobreviven a la destrucción, Geología, Astronomía, Anatomía.

Y Amor.

El Amor como fuerza interestelar que se lleva todo por delante: los géneros, las barreras corporales, la tierra. Contado así parece un amor épico, y no lo es. Es un amor que se integra en la narración con sus pequeñas menudencias y la impregna de ternura, aunque eso sí, entre odio y odio, entre maldades eternas.

Es una novela medieval, de tribus enfrentadas.

Es una novela futurista.

Yuknavitch logra que todo esto que suena complicado fluya entre las manos del lector sin que se le escape el hilo. Que la historia se te grabe a fuego en la piel y seas incapaz de deshacerte de ella.

Eso es lo que la hace radicalmente distinta a cualquier cosa que hayas leído antes: es una novela outsider.

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Autor: Lidia Yuknavitch. Título: El libro de Joan. Editorial: Alpha Decay. Venta: Amazon, Fnac y Casa del libro

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