Se compró una finca en Guayaquil para retirarse y le puso Macondo. Allí se pegó un tiro en 1975, aunque su hijo cuenta hoy, desde una residencia de ancianos, que su padre fue el único hombre del planeta capaz de suicidarse pegándose dos tiros en el pecho. Domingo era torero, comunista y hermano de su hermano: Luis Miguel Dominguín. Se enriqueció apoderándolo, y se gastó fortunas en utopías varias. En una jornada de caza Franco le preguntó a Luis Miguel: “¿Cuál de los tres hermanos es el comunista?”. “Los tres, Excelencia, los tres somos comunistas”, le contestó el diestro con guasa.
Falangista casi de primera hora, combatió en la guerra junto a Girón de Velasco, pero la desnaturalización de la Falange promovida por el dictador le llevó a rechazar las mieles de la victoria. Se puso a torear, una carrera breve de seis años, pero intensa en cornadas. En México conoció al escritor Jorge Semprún (Federico Sánchez), que lo metería en el Partido Comunista. Bajo el amparo político de su hermano, máxima figura del toreo y héroe sin par del franquismo, en su casa de la calle Ferraz se editaba con su dinero el Mundo Obrero y entraban y salían miembros destacados del PCE, que encontraban allí seguridad y cobijo.
Domingo, Dominguito para diferenciarlo de su padre, lo mismo acompañaba a Hemingway, en aquel verano sangriento de 1959 en el que su hermano y su cuñado, Antonio Ordoñez, se retaban a muerte en los ruedos, que estaba de tertulia con Camba, Ortega o Baroja en la Cervecería Alemana, en Lhardy o en el Café Pelayo de Madrid. En una ocasión le abrió las puertas de la plaza de Vista Alegre, que regentaba, al Che Guevara, que aprovechó una escala aérea para visitar El Corte Inglés.
Con Juan Antonio Bardem y Ricardo Muñoz Suay fundó UNINCI (Unión Industrial Cinematográfica), una aventura cinematográfica-comunista que pretendía crear un neorrealismo español inspirado en el italiano, que triunfaba entonces, contando con figuras como Fernando Rey o Francisco Rabal. Los Golfos, de Saura, Bienvenido Mr. Marshall, de Berlanga, o Viridiana, de Buñuel, fueron producidas por el diestro.
A Buñuel el exilio lo crucificó por volver a España para rodar Viridiana, pero aquello tenía truco, era una bomba contra Franco, como él mismo dijo. Presentarían a la censura un guion recortado, aunque con escenas censurables, grabarían la historia ideada por el de Calanda y la estrenarían en el festival de Cannes de 1961 sin pasar por la censura. Para atravesar la frontera sin que incautaran la película, Domingo reclutó a una cuadrilla que iba a torear a Francia. Camuflaron los negativos entre los capotes de brega y los esportones, custodiados por tres banderilleros, dos picadores y un mozo de espadas.
La película se exhibió poco antes de terminar el festival, se alzó con la Palma de Oro y el Vaticano la tildó de anticristiana. El escándalo fue tremendo. Cuenta Buñuel en sus memorias que Franco vio la película dos veces y no encontró en ella nada censurable, pero no podía desautorizar a los subalternos. Se prohibió el film en España y se ordenaron destruir las copias: la película sobrevivió en el mundo como mexicana, pero no pudo verse en España hasta el 9 de abril de 1977, fecha en la que se legalizó el Partido Comunista. Fue solo una de las veces en las que Dominguito empeñó su fortuna.
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Luis Miguel Dominguín, Carlos Abella (Prólogo de Jorge Semprún). Espasa Calpe, 1995.
Mi último suspiro, Luis Buñuel. Penguin Random House, 2021.
Viridiana (1961), de Luis Buñuel.
Esto parece incorrecto: «y se ordenaron destruir las copias». Un saludo.