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El largo día acaba

Durante años, Alonso Quijano pasa el tiempo encerrado en su biblioteca. Lee novelas de caballerías ambientadas hace varios siglos, pero a él no le importa, ha perdido contacto con la realidad y le parece que la realidad que él imagina a partir de los libros es la verdadera. Por eso un día, cuando decide dejar de leer y salir al mundo, lo que hay no se corresponde con lo que ve: el lugar de los gigantes lo ocupan ahora los molinos. Se pregunta entonces adónde se han ido los caballeros, las damas, el honor y las grandes palabras. Avanza en cada capítulo del Quijote con la sensación de que muy pronto caerá del cielo un foco, como en El show de Truman, y ese será el principio del fin para los escenarios que atraviesa. Se vendrán abajo los edificios y los paisajes de cartón-piedra, y a continuación Castilla-La Mancha mostrará su verdadero rostro, no muy distinto de Las Vegas o Disneylandia. Detrás de la superficie no habrá un escenario idílico, detrás de la superficie estará la tristeza inundando el ambiente. Y de ese modo la novela de Miguel de Cervantes se convertirá en una guía de viajes, no para descubrir ciudades y lugares sino para perderlos, para encontrar en las ruinas de la realidad las posibilidades de la ficción.

"Quizás en este punto algún lector se pregunte si seis años de matrimonio, que son los que lleva casado el protagonista de Un brillante rayo de oscuridad, bastan para producir ese tipo de cansancio y brutalidad existencial"

Una sensación muy parecida es la que produce la última novela de Ethan Hawke, Un brillante rayo de oscuridad. Su narrador nos cuenta que está casado y que su mujer es una famosa cantante cuyo sonriente rostro ocupa las portadas de las revistas más chic, mientras él interviene en una importante producción teatral de las dos partes de Enrique IV, de William Shakespeare. Ella y él, no obstante, están al borde del divorcio. Son jóvenes, hermosos y millonarios y tienen dos hijos, pero algo no ha ido bien en el cuento de hadas y todo parece indicar que no habrá un happy end, a diferencia de lo que sucede en las novelas sentimentales y las de caballería, en la literatura «barata» que la realidad expulsa o sanciona constantemente. A él lo ha pillado la prensa en Sudáfrica con una joven aún más joven que él. Gracias a ella, él ha recordado cuando «la realidad era trepidante, peligrosa, desconocida, y yo encendía cigarrillos con estilo». Por eso recrea alegre e irresponsablemente las fantasías de Nicole Kidman en Eyes Wide Shut mientras le cuenta a Tom Cruise que en unas vacaciones se cruzaron con un oficial de marina a quien ella habría seguido y lo habría abandonado todo, incluso al marido que la escucha y a la hijita de ambos, aunque solo fuese para echar un polvo y que luego el oficial de marina siguiera su camino. Quizás en este punto algún lector se pregunte si seis años de matrimonio, que son los que lleva casado el protagonista de Un brillante rayo de oscuridad, bastan para producir ese tipo de cansancio y brutalidad existencial, esa falta de expectativas y esas ganas de coquetear con el abismo. Solo se me ocurre decir que la mala literatura produce constantes reacciones de sospecha; a la buena le permitimos cualquier cosa, aunque haya gente demasiado conservadora que ni siquiera a la buena literatura le permita ir muy lejos.

"Desde el comienzo de la novela se burla de sí mismo a través de otros personajes que lo ridiculizan por haberle sido infiel a su mujer y se cuestiona a sí mismo cuando medita sobre su condición masculina"

Antes de escribir Un brillante rayo de oscuridad, Hawke había publicado dos novelas y Reglas para un caballero, un extraño libro donde él mismo se convertía en una suerte de don Quijote que quería enseñar un par de cosas a sus hijos en la vida real y lo hacía ocultándose tras la parafernalia de los caballeros andantes. Lo que está claro es que Hawke entra y sale de la ficción con facilidad, tanto como para confundirnos y desorientarnos. ¿Dónde comienzan y acaban sus películas y sus novelas? ¿Cuándo se convierte el actor en novelista y el novelista en padre y viceversa? Un brillante rayo de oscuridad participa de este juego entre la realidad y la ficción, mezclando al actor con el escritor y el padre. También reescribe su propia vida de hace tiempo, durante su matrimonio con Uma Thurman, con quien estuvo casado seis años y tuvo dos hijos y a la que le fue infiel, como sucede en esta novela, con otros nombres y en circunstancias ligeramente maquilladas. Estos paralelismos adquieren sentido si uno piensa en la distancia temporal entre la realidad y la ficción, de casi dos décadas, un período lo bastante largo para que Hawke se convirtiera mientras tanto en un adulto de verdad y en un escritor con la experiencia suficiente para regresar a hechos de hace veinte años, por los cuales nadie le sonreiría los chistes por guapo y enrollado que sea, y escribir a partir de ellos una buena novela. A Ethan se le pueden pedir muchas cosas menos que madure, porque ha madurado y lo ha hecho sin perder su sentido del humor. Desde el comienzo de la novela se burla de sí mismo a través de otros personajes que lo ridiculizan por haberle sido infiel a su mujer y se cuestiona a sí mismo cuando medita sobre su condición masculina. La novela, no obstante, gravita también en torno al cine y el teatro, asuntos sobre los que todo lo que nos cuenta el protagonista de Un brillante rayo de oscuridad me parece muy atinado.

No hace mucho viajé en tren entre Praga y Viena. Podría haberlo hecho en avión por el mismo precio, pero decidí hacerlo en tren porque es de ese modo como llega a la capital austríaca el personaje que interpreta Ethan Hawke en la película Antes del amanecer. Ahora que lo pienso, nunca he ido a Viena en otro medio de transporte que en tren, desde Budapest, desde Bratislava, desde Berna, desde Trieste o desde Ljubljana, y siempre creo haberlo hecho porque así es como imaginé y sigo imaginando que lo habría hecho Ethan Hawke en Antes del amanecer. La primera vez lo hice con el libro Yo necesito amor, de Klaus Kinski, que es el que lee Ethan Hawke en la película. La segunda o la tercera vez lo hice con Historia del ojo, de Georges Bataille, que es el que lee Julie Delpy también en esa película. A ellos nunca los llamo Julie Delpy o Ethan Hawke, los llamo Céline y Jesse, como los personajes que interpretan en Antes del amanecer. Recuerdo que después de verla en su estreno, lo primero en lo que pensé es que me encantaría que los dos personajes se encontrasen —como prometen hacer al final— varios meses después. Creo que el amor debe ser defendido primero como ficción y luego como todo lo demás. Es decir, debe ser defendido primero como posibilidad y luego como realidad, si llega a producirse.

"Quiero dejar claro, no obstante, que a estas alturas del siglo y de mi vida ya solo creo en cosas como el cine y en la literatura, en el arte en general, que es la única ciencia capaz de operar milagros"

Céline y Jesse acaban aquella película con una promesa, con una posibilidad, con un amor posible, un reencuentro varios meses después. Pero el amor tardó en refrescarse nueve años, cuando ambos volvieron a encontrarse en una película diferente sobre los mismos personajes: Antes del atardecer. Habían crecido: él había formado una familia y ella había tenido relaciones con otros hombres; él se había convertido en escritor y estaba en París presentando su última novela y ella era una activista. Yo recorrí las calles que ellos recorren, después de dibujar un mapa mientras veía la película por enésima vez; las recorrí como si estuviese poseído y creyese que a la vuelta de cualquier esquina me los iba a encontrar. Quiero dejar claro, no obstante, que a estas alturas del siglo y de mi vida ya solo creo en cosas como el cine y en la literatura, en el arte en general, que es la única ciencia capaz de operar milagros.

Cuento lo anterior para dejar claro que mi relación con Ethan Hawke como actor, novelista o lo que sea no es normal y, por lo tanto, posiblemente mi punto de vista sobre él, sobre las películas en las que interviene o los libros que escribe tampoco es demasiado objetiva, pero lo hago asimismo para explicar de qué manera el protagonista de Un brillante rayo de oscuridad se escuda en el cine o en el teatro cuando su vida real se desmorona, por su inminente divorcio, por sus coqueteos con las drogas y el alcohol o por sus líos de faldas. Para mí, Ethan Hawke ha sido una especie de muro para mantener los asedios de la realidad a raya, para no permitir jamás que lo real monopolizase mi vida por completo; de modo que con él, «cero de objetividad». Gracias a él, y a otros artistas, salgo y entro de la realidad a la ficción y de la ficción a la realidad, tantas veces como estimo necesarias. Algo similar hace él a lo largo de la novela, escudándose en el mundo de la interpretación, donde el protagonista sobresale a sabiendas de que «fingir ser otra persona parece algo dudoso en lo que sobresalir».

"Hay un momento en Un brillante rayo de oscuridad, entre los muchos posibles, que me parece oro: es cuando el protagonista recuerda que una vez su padre, cuando ya estaba divorciado de su madre, accedió a llevarlo al cine a ver El hombre que pudo reinar"

Tanto en Después del atardecer como en Después del anochecer, el personaje que interpreta, ya convertido en novelista, sueña con escribir libros sobre el tiempo: uno trata sobre lo que sucede mientras suena una canción y otro sobre 24 horas en las que varias personas contrastan y alternan sus experiencias. Un brillante rayo de oscuridad también gira en torno al tiempo, aunque solo sea de manera indirecta. Gira en torno a los veinte años que Ethan Hawke ha tardado en procesar su divorcio de Uma Thurman, por mucho que desde entonces se haya casado de nuevo y haya tenido dos hijos más. Trata sobre esos veinte años y sobre el tiempo en general, que nos lleva ser capaces de enfrentarnos a ciertas experiencias, en especial si son experiencias traumáticas. Trata, por lo tanto, de un escritor de más de cincuenta años que todavía es capaz de ponerse en la piel de un joven a punto de cumplir los treinta años y de hacerlo —creo— con precisión y sin suficiencia, con esa mezcla de euforia e incertidumbre de esa edad, cuando de pronto te das cuenta de que tienes responsabilidades que te impiden ser irresponsable por completo y que te comprometen. Trata, si se me permite la expresión, sobre un astronauta perfecto, sobre alguien capaz de montarse en un cohete espacial, aterrizar en lo que él cree que es un planeta distante y recorrerlo sin darse cuenta de que donde está realmente es en la Tierra.

Hay un momento en Un brillante rayo de oscuridad, entre los muchos posibles, que me parece oro: es cuando el protagonista recuerda que una vez su padre, cuando ya estaba divorciado de su madre, accedió a llevarlo al cine a ver El hombre que pudo reinar. Al padre lo acompañan su hijo y varios amigos suyos. «La peli va sobre dos mejores amigos que dejan de serlo durante una extraña gran aventura por tierras extrañas. Al final de la historia, uno es capturado y está atrapado en un puente colgante de cuerdas y el otro tío, Peachy, que está a salvo, sabe que todo ha sido culpa suya. Peachy le grita a su amigo: ‘¿Podrás perdonarme por ser tan estúpido y arrogante?’. Y el amigo, al que están a punto de matar, le dice: ‘Peachy, ¡puedo y lo hago!’». El amigo muere y el protagonista de Un brillante rayo de oscuridad llora. Llora porque entiende que algo grave y sin solución ha sucedido. Alguien ha hecho algo mal y alguien paga con su vida por ello. Los amigos del protagonista de esta novela de Ethan Hawke se ríen entonces del protagonista y el padre de este último les dice: «Si no entendéis por qué llora mi hijo es que no habéis entendido nada, no habéis visto nada. A veces es necesario morir en la ficción para aprender a vivir en la realidad».

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Autor: Ethan Hawke. Título: Un brillante rayo de oscuridad. Editorial: Berenice. Venta: Todos tus libros.

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