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El libro es la solución

Para María José Solano y Jeosm

Me apetecía desde hace algún tiempo escribir algo sobre el libro, mi amado libro, el compañero de mis noches y mis días durante tantísimos años. Escribir algo sobre el libro en estos tiempos de confinamiento, de pandemia, de coronavirus, aunque parece que ya vamos un poco mejor. Escribir un pequeño canto u homenaje, personal pero abierto a todos, sobre ese objeto mágico, espiritual, trascendente, imprescindible, que es el libro.

Pero lo iba dejando porque me parecía un poco abstracto, quizá. Un prejuicio más. Lo iba dejando porque aunque adore los libros, aunque haya hecho una carrera de libros, llena de libros, y mi vida se levante y se acueste prácticamente todos los días con libros, desde hace tiempo no quiero escribir tanto sobre ellos, por no aburrir y por abrirme en temas y contenidos. Considero, como es lógico, que no todo el mundo los ama y los necesita tanto como yo.

"No sé si el libro nos hace mejores personas, pero desde luego creo que afina nuestra inteligencia, y que nos informa, nos hace mucho más profundos y mucho más felices"

Pero ahora estamos en una época diferente. Ahora sí que creo que todos necesitamos los libros, ahora creo que los libros son la solución. Para encontrar los remedios a nuestros males, para divertirnos nosotros mismos, para enseñarnos a vivir y a escribir, también a hablar, a movernos. Cuando leemos queremos conocer lo que leemos, queremos practicar lo que leemos —o eso me ocurre a mí—, y para practicar algo mejor es muy bueno, buenísimo, acudir a los libros.

Ya es tópico decir que el libro nos permite viajar a todos los lugares y vivir otras vidas, pero es cierto. En el Congreso de Toulon (Francia) sobre El Mediterráneo y sus mundos en la obra Arturo Pérez-Reverte, en diciembre de 2019, cuando le preguntaron al propio escritor cómo recomendaría la lectura a los jóvenes contestó que el libro era “una máquina del tiempo”, y que uno podía “hacer cualquier cosa con el libro, como ir a la Luna”. A veces me pregunto si se ha inventado algo tan maravilloso como el libro.

Los límites del ser humano no son tales en las páginas de los libros. Los libros, la imaginación, la sabiduría humana, su curiosidad, su inquietud, acaban destruyendo cualquier límite. Lo que parece increíble, imposible, acaba realizándose, o eso es lo que nos va enseñando la Historia, la realidad, y antes ha sucedido en las páginas del libro. Que se lo digan a los lectores de Julio Verne.

Leer exige esfuerzo. Incluso para los lectores muy avezados exige ese esfuerzo, ¡pero es tanto lo que se recibe! Es un gimnasio para la mente y para el alma. En este mismo blog hace unas semanas entrevisté a Alberto Vázquez-Figueroa y me decía que el libro era “lo más importante, la mayor fuente de distracción y de sabiduría, el origen de todos los descubrimientos”.

El que tiene un libro, como el que tiene un amigo, sí, tiene un tesoro. Un libro es un amigo, y de algún modo, por qué no, un amigo es un libro, muchos libros. Esto lo han captado muy bien los fundadores de la revista Zenda; lo han comprendido y lo ponen en práctica todos los días, convirtiendo esta idea en un proyecto apasionante lleno de calidad literaria y periodística.

No sé si el libro nos hace mejores personas, pero desde luego creo que afina nuestra inteligencia, y que nos informa, nos hace mucho más profundos y mucho más felices. Sí, sí que creo que afina también nuestra calidad humana, aunque no se necesite leer para ser una gran persona.

Lo malo del libro, en mi caso, es que ya no puedo parar de leer, de querer descubrir libros nuevos, autores nuevos, mundos nuevos. Y en mi caso también el libro se ha convertido en una ayuda, un complemento, para escribir mis propios textos, pues al principio fui lector, y luego quise ser escritor, pero sin haber disfrutado tanto con los libros jamás hubiera querido ser escritor.

Siempre será el libro ese compañero fiel que no nos falla. Siempre hay buenos libros para leer. Puede que el mundo se derrumbe algún día, pero siempre un libro estará en nuestras manos para ayudarnos a sobrellevar esa catástrofe, y para ayudarnos a reconstruir nuestro mundo, a hacerlo nuevo, mejor. El libro es amigo de utopías, de imposibles, de universos mejores y soñados. “Al principio fue el verbo”, decía el Evangelio de San Juan,  y eso es un cimiento firme, el más fiable.

"Los libros son la solución, y sospecho que siempre lo han sido. Son un refugio de la inteligencia, un lugar para el recreo del ser humano, del que los ha escrito y del que los lee"

He conocido a muchos escritores. Son personas de carne y hueso, con sus defectos y problemas, y por eso son aún más valiosos. Pero en los libros dejamos, digamos, un algo, un todo, armonioso, que desafía el tiempo y el espacio, lo pulveriza y lo sublima. Lo mejor de un escritor son sus libros, tal vez, pero lo mejor de esos libros es la persona, muy humana, que los ha escrito.

Los libros son la solución, y sospecho que siempre lo han sido. Son un refugio de la inteligencia, un lugar para el recreo del ser humano, del que los ha escrito y del que los  lee. Me he dado cuenta no hace mucho que hay un vínculo muy grande entre el placer que siente el escritor al escribir su libro y el placer que siente el lector al leer ese mismo libro. Y también otras sensaciones y experiencias ligadas al escribir, al leer y al vivir.

Yo no quería escribir algo sobre los libros porque, es cierto, no quiero ir de erudito, no quiero ser un erudito y no quiero ser un escritor erudito. Pero el libro se merece que lo cantemos, que lo elogiemos, que lo lancemos una vez más al futuro. Y los lectores se lo merecen. Los lectores lo necesitan. El ser humano lo necesita. Hoy y siempre.

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