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El peso de lo real

Un pintor que ha caído en desgracia y que ahora recibe amenazas, se refugia en la casa de su fallecida hermana y observa el mundo a través de una cámara de videovigilancia. Con ecos de Gaddis, Pynchon y Nabokov, esta novela reivindica el valor del arte como medio esencial para visibilizar los puntos ciegos y las contradicciones de una sociedad.

En este Making Of, Rebeca García Nieto explica qué le llevó a escribir El color y la herida (De Conatus).

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El color y la herida empezó a gestarse muy lentamente, casi sin que me diera cuenta. Creo que una serie de coincidencias hicieron que me interesara por un tema por el que nunca antes me había preocupado demasiado y, de una u otra forma, acabaron dando lugar a una novela.

Hace algún tiempo estuve viviendo una temporada en Ámsterdam por cuestiones de trabajo. El sitio en el que residía estaba situado en el Plantage, el que había sido el barrio judío en el pasado. Era una casa enorme, con ático, y un vecino me contó que en la época nazi una familia de judíos había estado escondida en la parte que ahora era la cocina. El ático donde se ocultó Ana Frank no estaba demasiado lejos de allí. En la calle había placas conmemorativas frente a los edificios para recordar lo que había ocurrido en ellos. Me pregunté si en Alemania estaban haciendo algo parecido. El ascenso de la extrema derecha en el país había hecho que el número de negacionistas del Holocausto fuera en aumento. Algo empezó a tomar forma en mi cabeza en aquel momento, pero todavía de una forma muy primitiva. De todas formas, tenía claro que no quería escribir sobre el nazismo. Me interesaba más la Alemania actual. El país donde surgieron Pegida y Alternativa para Alemania, pero también el que acogió a miles de refugiados sirios.

"Casualmente, poco después Juan Bonilla me encargó una biografía literaria para la editorial Zut. Elegí escribir sobre la Premio Nobel Herta Müller por las posibilidades literarias que ofrecía su biografía"

Un par de noticias de aquella época hicieron que mi imaginación se pusiera en funcionamiento. Me enteré de que hacía poco Alemania había terminado de pagar la deuda que tenía con los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Había acabado de pagar las indemnizaciones en los años 80, pero los intereses que se derivaron del Tratado de Versalles no se pagaron hasta 2010. Pocos años después, Grecia, uno de los países que más sufrió la crisis económica, reclamó a Alemania el pago en concepto de reparaciones de los daños que le ocasionó durante la Segunda Guerra Mundial. La idea de una deuda que ha pasado de generación en generación hasta llegar a nuestros días me parecía interesante. Tiene una fuerte carga simbólica, además, y permite abordar la cuestión de la culpa de una forma un poco distinta.

Casualmente, poco después Juan Bonilla me encargó una biografía literaria para la editorial Zut. Elegí escribir sobre la Premio Nobel Herta Müller por las posibilidades literarias que ofrecía su biografía. Como ella misma contó, durante toda la vida tuvo que hacer verdaderos contorsionismos mentales para poder querer a su padre sabiendo de su pasado nazi. Además, Müller había sufrido la dictadura comunista de Nicolae Ceaușescu, una dictadura similar en muchos aspectos a la que se implantó en la RDA, uno de los escenarios donde transcurría la novela que ya había empezado a concretarse en mi mente.

"En El color y la herida hay hechos reales, algunos terribles y muy poco conocidos, pero la ficción me sigue pareciendo la mejor manera de indagar en las heridas y los puntos ciegos del mundo en que vivimos"

Después vino una larga fase de investigación en la que la historia fue creciendo. El protagonista, su hermana y el resto de personajes fueron tomando forma. Los seguí a ver adónde me llevaban, los acompañé en distintos momentos de su vida y, pese a sus contradicciones y defectos, de algún modo llegué a entenderlos. Cuando me quise dar cuenta tenía escritas más de 300 páginas.

Tal vez la mayor dificultad fue conjugar el rigor histórico con la libertad y las posibilidades que ofrece la literatura. Aunque en la novela la historia tiene un peso importante y hay mucha labor de investigación detrás, se trata de una obra de ficción. Digo esto porque en los últimos años predomina la literatura pegada a la realidad y la imaginación está un poco de capa caída. En El color y la herida hay hechos reales, algunos terribles y muy poco conocidos, pero la ficción me sigue pareciendo la mejor manera de indagar en las heridas y los puntos ciegos del mundo en que vivimos. He procurado que la novela sea muy visual y que el lector tenga un papel activo a la hora de imaginar lo que está leyendo. En este sentido, no es casualidad que el protagonista sea un pintor.

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Autora: Rebeca García Nieto. Título: El color y la herida. Editorial: De Conatus. Venta: Todos tus libros.

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