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El reto de decidir ante la amplísima oferta de entretenimiento

El reto de decidir ante la amplísima oferta de entretenimiento

Nuevos formatos para los nuevos tiempos

Los españoles cada vez leemos más, y eso son muy buenas noticias. Según el último Barómetro de Hábitos de Lectura de la Federación de Gremios de Editores (FGEE), el número de lectores de libros en nuestro país ha crecido hasta el 68,5%, cifra que supera a la de 2018 y que supone un aumento de más del 8% con respecto a datos de hace diez años.

A medida que las condiciones de vida han mejorado, nuestro tiempo de ocio y disfrute ha ido aumentando. Esto, unido a los avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones y las TIC fundamentalmente, ha tenido un impacto no solo en la cantidad de tiempo que podemos dedicar al ocio sino también en el abanico de opciones disponibles. Tenemos más tiempo libre que nunca y, paradójicamente, nos parece cada vez más escaso ante una creciente proliferación de contenidos y canales. La oferta de entretenimiento, sin precedentes que hoy tenemos a nuestra disposición, hace que las horas a repartir entre todo aquello que queremos disfrutar nos sepan a poco, convirtiendo la tarea de escoger en todo un dilema.

Cuando pienso en ello detenidamente, me parece un “problema” maravilloso. La actual oferta audiovisual, las plataformas de contenidos bajo modelos de suscripción, los nuevos espacios multidisciplinares en los que los libros, arte y oferta gastro comparten ambiente y un largo etcétera de lugares para la cultura en todas sus dimensiones, conforman un universo de posibilidades cuasi infinitas para el disfrute.

"Las fronteras entre el libro en papel, el libro electrónico e incluso el audiolibro se están ya difuminando"

En medio de este catálogo repleto de opciones, lo analógico, o tradicional, y lo digital conviven en perfecta armonía. Lo online y offline se entrecruzan, se retroalimentan, y personalmente estoy convencida de que en unos años esta separación no tendrá ningún sentido. Nos daremos cuenta de que las grandes historias se pueden contar en múltiples formatos y ello permite a los creadores llegar a una audiencia más amplia, sean cuales sean sus preferencias. Un lector o aficionado al cine se identifica por el tipo de contenido o los géneros que más le gustan, nunca por el formato que utiliza.

Las fronteras entre el libro en papel, el libro electrónico e incluso el audiolibro; o por mencionar otro ejemplo, entre la televisión que llamamos tradicional y los contenidos bajo demanda, se están ya difuminando hasta poner de manifiesto que trazar líneas no es ni necesario, ni positivo para el público. Prefiero apostar por un mundo en el que la convivencia entre formatos es tan deseable como posible. Y aquí quiero lanzar algunas preguntas al lector: ¿Se disfruta menos de un libro que no tiene paginas? ¿Deja una trama de ser apasionante si la escuchamos en lugar de leerla?

Vivimos una revolución tecnológica que ha ido transformando todos los ámbitos, incluidos los formatos en los que consumimos cultura y entretenimiento. Una evolución que ha tardado más en llegar a los libros y que se hacía necesaria si tenemos en cuenta que su formato se ha mantenido prácticamente inmóvil desde la imprenta de Gutenberg, mientras todo lo demás cambiaba a su alrededor. Hoy podemos afirmar que el libro por fin se ha vuelto a reinventar, y estoy convencida de que continuará haciéndolo, aprovechando la tecnología para amoldarse a los tiempos.

Decía que cada vez leemos más. Y así es. Pero es que, además, cada vez leemos más en digital. No son dos alternativas excluyentes, y así lo confirman diversos datos: Según la Federación del Gremio de Editores (FGEE) el porcentaje de lectores de libros en soporte digital continúa creciendo hasta el 29,1 por ciento, lo que supone algo más de un 20% respecto a hace casi una década. Y si atendemos a datos estrechamente ligados al momento que estamos viviendo, las altas en el servicio de préstamo de libros electrónicos de bibliotecas públicas eBiblio han crecido un 129,82% durante las primeras semanas del Estado de Alarma. Igualmente interesante es el último estudio de ComScore, que señala que las visitas a los sitios web de venta de libros en el mes de marzo crecieron hasta un 66% en España.

"El audiolibro empieza a arrancar en España y ha venido para enriquecer el ecosistema"

Lo cierto es que accedemos a cantidades de información que hace no tantos años eran impensables, y nos hemos convertido en pequeños investigadores, documentalistas, escritores, periodistas y, en muchos casos, algo sibaritas. Somos exigentes y muy selectivos a la hora de invertir nuestro tiempo. En este escenario, la digitalización de la lectura ha jugado un papel fundamental, facilitando mucho ese proceso de curación de contenidos que todos llevamos a cabo a diario. Teniendo en cuenta el vasto catálogo de libros digitales al que tenemos acceso, conviene no menospreciar el criterio del lector que, si no encuentra satisfacción en una obra, buscará otras que le hagan sentir que su atención ha sido bien invertida. Y aquí es donde creo que tiene más oportunidades que nunca la autopublicación y las pequeñas editoriales enfocadas a satisfacer nichos muy concretos.

Pero no menos importante ha sido el cambio de paradigma derivado de la economía colaborativa y la economía circular. La mentalidad de propiedad ha dado paso a una conciencia mucho más enfocada en el uso y disfrute, que lógicamente ha favorecido la proliferación de modelos de suscripción en ámbitos que van desde el vídeo y la música, hasta el renting de coches e incluso de electrodomésticos. ¿Por qué invertir en ser propietarios de algo que solo necesitamos ocasional o puntualmente? Ya ocurría con el videoclub y ahora está ocurriendo también con los libros. Sin ir más lejos, servicios como Kindle Unlimited o Prime Reading están poniendo a disposición de un número de usuarios cada vez mayor una biblioteca digital global que podemos integrar en nuestras vidas con un solo clic, democratizando el acceso a la cultura de una forma sin precedentes.

Por último, cabe mencionar también formatos como el audiolibro, que empieza a arrancar en España y que ha venido para enriquecer el ecosistema, atrayendo a nuevos lectores al facilitar de forma extraordinaria la lectura, ya sea mientras practicamos deporte o cuando caminamos al trabajo. Y es que los nuevos formatos son algo más que su forma, son nuevas experiencias. El audiolibro, una nueva experiencia de lectura; la ficción interactiva, una nueva experiencia lúdica; el podcast, una nueva experiencia radiofónica; y así un largo etcétera.

Teniendo en cuenta todo esto, cuanto más reflexiono sobre la oferta actual de contenidos más firmemente creo que el futuro de la lectura y la creación literaria reside en esta simultaneidad de, más que formatos, formas de disfrutar.

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