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Elogio de Rafael Narbona

Conocí a Rafael Narbona hace algunos años, cuando publicó su libro sobre Tintín, Retrato del reportero adolescente. Este libro me hizo feliz porque gracias a él volví a mi querido personaje de la infancia. Era un libro muy bien hecho, original, entre el ensayo y la novela, cuidadosamente documentado. Tuve la suerte de que pude quedar a comer con Narbona, hablar con él y luego escribir un artículo sobre todo ello y publicarlo en esta misma revista Zenda.

Digamos que la historia se va repitiendo con cada nuevo libro de Narbona, y lo cierto es que no es nada premeditado por mi parte. Simplemente es que me gusta como escritor, me gusta lo que hace. Y debo reconocer que me entiendo bien con él como persona. Rafael es una persona amigable, cercana; a mí me transmite sensaciones parecidas a la de sus libros: humanidad, sensibilidad, empatía, inteligencia.

"Sus libros, los que conozco al menos, tienen un tono gustoso de leer y ofrecen siempre, casi diría que regalan, un mensaje positivo, esperanzador"

El año pasado publicó Maestros de la felicidad, que ha sido un éxito, puesto que ha vendido ya 20.000 ejemplares, una cifra muy considerable hoy en día para un libro, en España. Pude leer aquel excelente ensayo y entrevistar a Narbona para Zenda. Maestros de la felicidad me gustó mucho también, pero encuentro, y lo he comentado con su autor, que más asequible para un público amplio, más sencillo, es éste que presenta ahora, Elogio del amor (Roca Editorial). Un libro para descansar en sus páginas, y que lleva la marca de la casa de Rafael, porque sus libros, los que conozco al menos, tienen un tono gustoso de leer y ofrecen siempre, casi diría que regalan, un mensaje positivo, esperanzador. Rafael, y creo que no me equivoco en absoluto, regala esperanza a sus lectores, a todos nosotros, que cada vez somos más. Y lo hace, me da la impresión, porque él también lo necesita. En sus amplísimos conocimientos literarios, filosóficos, cinematográficos, Rafael Narbona espiga aquello que más nos puede ayudar a vivir a sus lectores.

—Yo me esmero mucho —me dijo una vez, el año pasado.

Y esto me parece una enseñanza para todos: el esfuerzo de un hombre que se esmera por hacerlo bien, muy bien, yo diría que cada vez mejor. Y lo consigue. Yo mismo, a veces, antes de escribirlo, pienso en Rafael Narbona y en esas palabras suyas: “Yo me esmero mucho”. Hay que esmerarse mucho. Y reflexiono sobre los esfuerzos de este siempre joven escritor, que va a más en su carrera, y los frutos están premiando esos esfuerzos. Es decir, le luce. Enhorabuena, Rafael.

El otro día repasaba su biografía reciente y me di cuenta de que Rafael Narbona, desde que dejó de ser profesor de Filosofía de Instituto, se ha reinventado totalmente. Ha sido crítico literario, periodista cultural, ensayista, novelista, podríamos decir por el libro de Tintín… Esta evolución la ha hecho con naturalidad, sin forzar en absoluto.

Ahora estoy leyendo este nuevo libro, Elogio del amor, y lo encuentro muy entretenido. Dice mucho y lo dice muy bien, como le escribí a su autor hace unos días en un mensaje. Tiene la frescura de las obras muy vividas, pero también el fondo de los libros muy estudiados, muy documentados. Hay una mezcla de estos dos tonos en el libro, jugosamente combinados. Rafael Narbona es artista en la sensibilidad y artesano en su disciplina de trabajo, tal vez en sus métodos.

Este escritor nos transmite sus verdades y su experiencia, y los lectores aprendemos de todo ello, pero también de todo el material que ofrece por añadidura, historias de la Cultura, de la Literatura, del Cine, de su propia vida.

"El otro día me dijo que lo importante no consistía en vender muchos libros, sino en la salud y el bienestar de la gente querida. Palabras sabias, sencillas, sentidas, experimentadas"

Ahora le he preguntado a Rafael en qué está trabajando. Y lo que me dice me parece apasionante. Me dice que está trabajando en un libro de espiritualidad entre el ensayo y la novela. Ése, me dice, será el próximo libro publicado, y después verá la luz una novela policíaca.

Rafael tiene 62 años, ya no es un niño; es una persona muy madura. Pero encuentro que los años y los días siguen dibujando en su historia, en su carácter, en sus palabras. Ya ha conocido el éxito literario, y esto ha creado en él una prudencia, un distanciamiento, un saber mayor.

El otro día me dijo que lo importante no consistía en vender muchos libros, sino en la salud y el bienestar de la gente querida. Palabras sabias, sencillas, sentidas, experimentadas. En mi opinión necesitamos escritores como Rafael Narbona, con sus valores, con su exigencia, con su calidad.

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Noemí Martín
Noemí Martín
4 meses hace

Un libro delicioso, esperanzador y amable, como todo lo que tan genialmente escribe Rafael Narbona. Esperando el siguiente.