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Eva Baltasar: «Lo que nos está ocurriendo hay que verlo como una oportunidad para aprender»

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Eva Baltasar: «Lo que nos está ocurriendo hay que verlo como una oportunidad para aprender»

Después del éxito de Permafrost en 2018, la escritora Eva Baltasar apuntaba para ser una de las más vendidas en el Sant Jordi de 2020 con su segunda novela, Boulder, protagonizada por una mujer solitaria que se gana la vida como cocinera en un viejo barco mercante en medio del océano. En una entrevista con Efe, confinada en su casa junto a sus hijas, la autora catalana comenta que posiblemente Boulder, como así se denomina su criatura de ficción, «estaría a gusto en una situación como esta», puesto que, justamente, «cuando la conocemos está en la otra punta del mundo, en la costa chilena, a donde ha ido para encontrarse a sí misma, rompiendo con lo que conocía, porque cree que es la mejor manera de conseguirlo».

Baltasar no esconde que ahora intenta disfrutar mucho de sus dos hijas «y ya llegará otro momento. Lo que nos está ocurriendo hay que verlo como una oportunidad para aprender. Estamos aislados en nuestras casas, aunque quizá antes también lo estábamos, y es este espacio de soledad el que nos puede conectar con nosotros mismos. Es una situación que nos puede hacer pensar como sociedad hacia dónde queremos avanzar, igual hacia una sociedad más cooperativa. Estoy en casa por una actitud solidaria, para proteger a los elementos más débiles. Es una gran oportunidad para repensarnos».

Publicada por Club Editor en catalán y Literatura Random House en castellano, el lector que se enfrente a Boulder irá viendo cómo esta mujer, a la que le gusta la provisionalidad, abandonará el mar para irse a vivir con otra mujer, Samsa, a una casa amarilla y unifamiliar en Reikiavik, donde acabará implicándose en la gestación asistida de una pequeña, que se llamará Tinna.

Confiesa que se trata de una obra que ha escrito tres veces, porque las dos primeras «la luchaba, iba bien, pero no me gustaba como Permagel y, por suerte, mi editora Maria Bohigas me respeta los tiempos». Cree que el momento determinante para saber que iba bien encaminada fue cuando apareció ante sus ojos una imagen de ella misma, de hace veinte años, de cuando iba de «mochilera», en la isla chilena de Chiloé, siendo pasaje de un barco mercante, «en una noche muy bestia de temporal, con la regla, y pensando que caía al mar y moría». A la mañana siguiente, pidió al capitán de la nave que le dejara poder ver la llegada a Puerto Montt desde el puente de mando, «con una bahía preciosa, en la que desembarqué y pensé que podría quedarme, si hubiera ido sola. Rememorando esa imagen, la única autobiográfica de la obra, pensé que ya tenía a la protagonista: una mujer que viviría la vida que a mí me quedó truncada, y entonces me enamoré de ella y salió la novela», precisa.

Con una primera parte que remite a las novelas de Joseph Conrad y a los grandes títulos de aventuras, con una mujer «en diálogo con el paisaje, que se encuentra muy a gusto en la incertidumbre y en lugares inhóspitos y con poca gente» en la segunda, Boulder —que es como se denominan en inglés a las enormes piedras aisladas en medio de un paisaje— quedará recluida en una casa, tras conocer a Samsa, un nombre de reminiscencias kafkianas, con la que vivirá en Islandia. Eva Baltasar cuenta que esta mujer que buscaba el «cero primigenio» verá cómo su vida se «complica cuando aparece el sexo y después el amor con Samsa, quien le acabará proponiendo que sean madres, y será en ese momento cuando ella pierde cierta coherencia interna, porque acepta, pero va en contra de lo que siente».

En la novela, una de las cuestiones más presentes es la exploración de la maternidad, con dos «maternidades extremas». Baltasar piensa, sin embargo, que todas las maternidades «son válidas, porque todas hacemos lo que podemos y punto». No amaga tampoco que ella misma se ha llegado a ver con «ojos de Boulder» y que ha pasado en dos ocasiones por procesos de inseminación. «En la novela acabamos viendo cómo Boulder se siente segregada con respecto de Samsa, muy implicada en su embarazo y luego en la crianza de Tinna. Lo deseable para todas sería vivir la maternidad en coherencia con nosotras mismas, porque eso es lo que nos hace felices», apunta. Las relaciones de pareja tienen, asimismo, su peso en la obra, y «cómo el hecho de tener un hijo no tiene por qué solucionar temas como los de la incomunicación. Lo ideal es que cada una esté en coherencia consigo misma. El problema es dejar de hacer lo que sientes«, insiste Eva Baltasar.

Preguntada sobre Mamut, la última parte de la trilogía que inició con Permagel, indica que ahora la tiene «en reposo» y avanza que su personaje principal volverá a ser otra solitaria, que sí quiere ser madre y que lo quiere vivir de forma muy especial».

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