La editorial Carola Mía publica una nueva edición del clásico universal Frankenstein, en esta ocasión ilustrada por Alejandra Arévalo. Tomando como base la primera edición de 1818, el texto ha sido traducido por Ana Collado y prologado por Edgar Borges.
En Zenda ofrecemos las primeras páginas y algunas ilustraciones de este Frankenstein (Carola Mía).
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CARTA I
A la señora Saville, Inglaterra.
San Petersburgo, 11 de diciembre de 17—.
Te alegrará saber que ningún desastre ha acompañado al inicio del proyecto por el que tan perversos presentimientos tenías. Llegué aquí ayer, y mi primera tarea es asegurar a mi querida hermana mi bienestar y mi creciente confianza en el éxito de mi plan.
Estas reflexiones han disipado la agitación con la que empecé mi carta y siento mi corazón brillar con un entusiasmo que me eleva al cielo, ya que nada contribuye más a calmar la mente como un propósito firme, un punto en el que el alma pueda fijar su perspicacia. Esta expedición ha sido el sueño predilecto de mis primeros años. He leído con pasión los reportes de varios viajes que se han realizado con el propósito de llegar al Océano Pacífico Norte a través de mares que cercan el polo. Puede que recuerdes que una historia de todos los viajes hechos con motivo de descubrimiento compuso la biblioteca de nuestro buen tío Thomas. Mi educación fue descuidada, sin embargo, era un apasionado de la lectura. Esos volúmenes fueron mi estudio día y noche, y mi familiarización con ellos aumentó el remordimiento que sentí de niño al saber que mi moribundo padre prohibió a mi tío que me embarcase en la vida marina.
Estas visiones se desvanecieron cuando, por primera vez, leí con detenimiento a esos poetas, cuyo ímpetu embelesó a mi alma y me elevó al cielo. También me convertí en poeta y durante un año viví en un paraíso de mi creación, asimismo imaginé que quizá obtendría un nicho en el templo donde se consagran los nombres de Homero y Shakespeare. De sobra conoces mi fracaso y el peso la decepción. Pero justo en ese momento heredé la fortuna de mi primo y mis pensamientos regresaron a su cauce anterior.
Han pasado seis años desde que decidí embarcarme en este proyecto. Incluso ahora puedo recordar la hora en la que me comprometí con esta gran propósito. Empecé acostumbrando a mi cuerpo a las dificultades. Acompañé a los pescadores de ballenas en varias expediciones al Mar del Norte, de buena gana sufrí el frío, la hambruna, la sed y la falta de sueño, solía trabajar más duro que los marineros durante el día y dedicaba mis noches a estudiar matemáticas, la teoría de la medicina y aquellos ámbitos de la física de los que un explorador naval podría obtener la mayor ventaja práctica. En dos ocasiones me alisté como oficial subalterno en un ballenero de Groenlandia y salí airoso en ambas. Debo admitir que sentí algo de orgullo cuando mi capitán me ofreció el puesto de primer oficial en el navío y me rogó que me quedara con la mayor honestidad, así valoraba mis servicios.
Y ahora, querida Margaret, ¿no merezco alcanzar un gran propósito? Quizá mi vida ha pasado entre comodidades y lujos, pero prefería la gloria a cada tentación de riqueza puesta en mi camino. ¡Si alguna voz alentadora me respondiera afirmativamente! Mi coraje y decisión son firmes, pero mis esperanzas flaquean y mi espíritu se deprime a menudo. Estoy a punto de iniciar un largo y difícil viaje, cuyas urgencias requerirán todas mis fuerzas: he sido llamado no solo a alzar los espíritus de los demás, sino también a mantener el mío cuando el suyo falle.
Esta es la mejor época para viajar por Rusia. Vuelan rápido por la nieve con sus trineos, el movimiento es agradable y, en mi opinión, mucho más afable que el de esos carruajes ingleses. El frío no es excesivo si estás cubierto de pieles, una vestimenta que ya he adoptado, ya que hay una gran diferencia entre caminar por cubierta y permanecer sentado durante horas, cuando no hay ejercicio que impida a la sangre congelarse en tus venas. No tengo intención de perder mi vida en el camino entre San Petersburgo y Arcángel.
Debo partir a esta última en dos o tres semanas y mi plan es alquilar un barco allí, que fácilmente se puede conseguir pagando el seguro al propietario, y contratar a tantos marineros como considere entre los que estén habituados a la pesca de ballenas. No pretendo navegar hasta el mes de junio. ¿Y cuándo regresaré? Querida hermana, ¿cómo responder a esta pregunta? Si triunfo, muchos, muchos meses, quizá años pasarán hasta que nos volvamos a encontrar. Si fracaso, me volverás a ver pronto, o nunca.
Hasta la vista, mi querida Margaret. Que Dios te bendiga y a mí me proteja para que pueda dar testimonio de mi gratitud por todo tu amor y gentileza una y otra vez.
Tu querido hermano,
R. Walton.
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Autor: Mary Shelley y Alejandra Arévalo. Título: Frankenstein. Traducción: Ana Collado. Edición: Carola Mía. Venta: Carola Mía.





Maravillosa edición, un clásico imperdible, bellas ilustraciones.