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Guatemala: hermosa y cruel

Uno entra en Serpientes de fuego (Huso, 2023), libro tan extraño como mágico, y se pierde en una Guatemala de excepcional belleza y salvajismo, atravesada por la crueldad de un grupo militar especializado que combatió a la guerrilla en las selvas del Petén y luego por la brutalidad del narcotráfico.

Uno entra en un personaje único de características inolvidables —Arnaldo Elías—, que fue parte de la barbarie y la tortura para defender a su familia del hambre y que también es un niño, también un hombre arrepentido, también un alucinado que ve serpientes de fuego alrededor de las personas, también un hombre con esa ternura que recuerda a los personajes de Rulfo, violentos y dulces, tal vez como la misma Guatemala. Ese hombre que ahora cuida de niños desnutridos y abusados en un orfanato, que es posible que salgan de allí y no les quede otro camino que ingresar a la pesadilla de los narcotraficantes. Al entrar en ese mundo, el que tiene la suerte de leer este libro, uno, una, se siente como los voluntarios europeos que ayudan al orfanato (Raúl Gómez-Zurdo entre ellos), tocando una materia sensible y frágil, un mundo que se deshace en los dedos y que tal vez sea una metáfora de todo el mundo humano, de nuestra propia condición que apesta y perfuma entre la bestialidad y el amor. Aquí no hay buenos ni malos, aquí todo es tan real que puede ser onírico, así como en las películas de Tarkovsky. Personajes de una tragedia clásica, conversamos con ellos: el Teniente, el padre, los hermanos, Doña Valentina, Lucía, los cooperantes, y tantos otros. Y nos surgen las pasiones más oscuras, pero también, curiosamente, esa paz de la meditación en las orillas del río Dulce.

"Y así, en el silencio de abandonar las páginas del libro, pensaremos en lo confuso y babélico del mundo, lo desmesurado, la locura, la sencillez, el heroísmo y la cobardía"

Vamos comprendiendo que este no es un libro cualquiera de los que inundan las librerías, que al terminarlo lo olvidamos de inmediato. El libro se va metiendo en la piel, va circulando por la sangre, puede aparecerse fantasmático en la noche, bajo cualquier luna del mundo. Lo recordamos al despertar, Arnaldo se instala en nuestra vida, queremos consolarlo, acunarlo aunque haya sido un torturador. Empezamos a pensar que nada es como parece. Si somos sensibles, claro. Si hemos leído literatura en serio, si hemos visto películas del gran cine, si todavía no han transformado nuestra sangre en ese elemento rojo que se usa en películas clase «B». Si no nos transformamos en zombies.

"Descubriremos lo sutil, lo exiliado del mundo de los torpes. Lo perverso y lo siniestro podrán ser parte de la necesaria sombra para resaltar la luz"

Y así, en el silencio de abandonar las páginas del libro, pensaremos en lo confuso y babélico del mundo, lo desmesurado, la locura, la sencillez, el heroísmo y la cobardía, la gracia y la des-gracia, la extrañeza, lo bello y la monstruosidad. Y es posible que todo se vuelva neblina, como en los sueños. Y tendremos una enorme lástima por nosotros mismos y nuestra civilización, por lo increado del mundo y por lo que está por nacer. Descubriremos lo sutil, lo exiliado del mundo de los torpes. Lo perverso y lo siniestro podrán ser parte de la necesaria sombra para resaltar la luz.

Más allá de los grandes de la literatura latinoamericana y mi fervor por ellos, casi por azar llegué a Serpientes de fuego, de Raúl Gómez-Zurdo, y es la mejor novela que he leído en muchos años. Se siente la presencia de Rulfo.

Si toda literatura que se precie tiene una base en la poesía, esto es poesía pura, sin versos ni artificios retóricos. Es lo mejor que puedo decir de un libro.

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Autor: Raúl Gómez-Zurdo. Título: Serpientes de fuego. Editorial: Huso. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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