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Gutiérrez revive en Valencia

Gutiérrez revive en Valencia

Una misma noticia se puede digerir con el ceño fruncido y los labios apretados o con una sonrisa en la cara. Depende de que te la sirvan en el menú diario de un periódico serio, o a la carta, sazonada con una frase ingeniosa y una ilustración artística. Desde las primeras pintadas en los muros y ojos de los puentes a La Codorniz, y más allá, el humor en el tratamiento de la realidad funciona como una cámara hiperbárica que oxigena las ideas, refresca la mente y despliega un laberinto de espejos deformantes en el que aparece reflejado el aquí y ahora. La parodia, la caricatura, los juegos de palabras pueden llegar a ser armas de destrucción masiva que, sin dejar de manipular al lector, le ofrecen un bien añadido, al interpelar a su inteligencia con un guiño de complicidad.

A finales de los felices años veinte apareció en Madrid una nueva revista satírica cuyo título, Gutiérrez, era una crítica explícita al típico funcionario indolente representado por un personaje imaginario creado por su director, Ricardo García López, más conocido como K-Hito: un tal Juan Gutiérrez y Gutiérrez, Jefe del Negociado de Incobrables de la Dirección General de Cuentas Atrasadas. La revista reunió una cantera de ilustradores y humoristas en la estela de Ramón Gómez de la Serna, que plasmaban la dualidad ideológica que años después iba a partir España por la mitad, una de las causas de su desaparición siete años después, tras llegar a vender 20.000 ejemplares. Entre sus artífices, los escritores Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio y Edgar Neville, y los escritores-dibujantes Antonio Lara “Tono” y Miguel Mihura, a quienes acompañaron Antoniorrobles o Fernando Perdiguero Menda y dibujantes como Roberto, Francisco López Rubio o Carlos Gómez Bluff. La revista destacó por su humor blanco, absurdo, basado en la despersonalización y apropiación irónica, propias de la vanguardia, así como por sus portadas y viñetas, oscilantes entre el garabato naíf, el dibujo de línea clara y la sofisticación art déco.  A partir de 1932, el semanario apostó por un humor más político, crítico con el gobierno republicano, una deriva que causó fricciones entre las distintas sensibilidades de la redacción, contribuyendo a su cierre en 1934. Su estilo gráfico se puede definir como vanguardista, aunque con distintas variantes según cada firma: naíf o infantil el de Mihura y Tono, acabado o de línea clara el de K-Hito, y otros tipo art déco, como los de Roberto y Barbero.

Muerta y enterrada en vísperas de la Guerra Civil, la cabecera parecía destinada a desvanecerse en la corriente del tiempo, pero gracias a un cúmulo de felices circunstancias Gutiérrez ha renacido en Valencia, en concreto en la histórica Sala de la Muralla del Colegio Mayor del Rector Peset de la Universitat. Es la exposición ¡Viva el arroz! Gutiérrez visita Valencia, que se puede visitar hasta el 14 de septiembre, articulada en tres ejes: la obra de K-Hito, la revista propiamente dicha y los viajes que la redacción del semanario organizaba a Valencia para disfrutar de las fiestas josefinas, de ahí el título. El diseño de la cartelería de la muestra es de Alejandro Cuervo, Comrayo.

"Gutiérrez destacó por su humor blanco, absurdo, basado en la despersonalización y apropiación irónica, propias de la vanguardia"

Revivir al difunto Gutiérrez con respiración asistida ha llevado su tiempo. Hace más de una década, en 2014, el profesor emérito de Historia Moderna Salvador Albiñana supo por unas amigas galeristas de la existencia de un archivo con obra de K-Hito conservado por un matrimonio de avanzada edad:  Alberto García Sanchis, sobrino del artista, y su esposa, Emilia García Robledo, a quien el dibujante legó el material de su revista tras su fallecimiento en 1984. El matrimonio mostró a lo largo de muchos años un encomiable afán conservacionista, fruto del afecto que sentían por su pariente, lo que ha hecho posible la recuperación de la revista gracias a la intervención de Albiñana y dos editores valencianos que han actuado de comisarios: Vicente Ferrer, del sello Media Vaca, y René Parra, de El Nadir. Localizar una sala adecuada para la exposición fue complicado, pero al final se encontró un marco idóneo, y ahora se trata de conseguir una digna morada permanente para preservar los restos gráficos de Gutiérrez, posiblemente la Biblioteca de San Miguel de los Reyes.

La exposición incluye acuarelas y gouaches, sobre todo de los inicios de la carrera de Ricardo García, como Las mariposas de la luz, que expuso en Valencia, en 1913, así como dibujos a tinta china pensados para su reproducción en prensa. También una selección de ejemplares de periódicos en los que colaboró, con chistes e historietas, fotografías y documentos varios relacionados con su trayectoria, entre ellos Gutiérrez (1927-1934), cuya calidad gráfica puede apreciarse en las 90 portadas que ocupan una de las paredes de la sala.

Los buenos recuerdos que guardaba K-Hito de su juventud en Valencia con motivo de las Fallas, que a la sazón comenzaban a atraer a visitantes foráneos en los populares trenes falleros, animaron a la redacción de la revista a organizar viajes colectivos que reviven en la exposición ¡Viva el arroz! Estas lúdicas expediciones se recrean a través del archivo de la familia Andreu Alfaro, hermano del alcalde Vicente Alfaro, que agasajaba a los visitantes con arroces, longanizas y butifarras de primera calidad, pues era de profesión carnicero. También con fragmentos de película de la época editados por Juan Peiró, y los propios reportajes de la revista protagonizados por la efigie en forma de ninot del mismísimo Gutiérrez, un tipo algo grotesco que recuerda vagamente al Mortadelo de Ibáñez, creación artesanal del artista José Verde.

"Al estallar la guerra hubo dibujantes del semanario que colaboraron con el bando sublevado, como Mihura y Tono, que trabajaron para la revista La Ametralladora, y otros que lo hicieron en el bando republicano"

Ilustrador, crítico taurino y periodista, Ricardo García López (Villanueva del Arzobispo, Jaén, 1890 – Madrid, 1984) tuvo una temprana afición por los toros y el dibujo. En 1907 consiguió plaza de funcionario de Correos y en 1910 fue destinado a Valencia, donde residió hasta 1913 y adoptó el alias de K-Hito porque en su Jaén natal le llamaban “Caíto” y cuando empezó a firmar en el Diario de Valencia en 1911 ajaponesó su apodo. En Valencia presentó dos exposiciones que ya mostraban su estilo: uso de la recta, línea sintética y estilizada, y colores planos. En 1915, tras un año en Barcelona, se estableció en Madrid, colaborando en diarios y revistas como El Imparcial, El Debate, ABC, Buen Humor, Ahora y Nuevo Mundo, donde aparecieron sus garabatos kaitescos. En 1927, creó el semanario Gutiérrez, portavoz del nuevo humorismo gráfico. Dirigió también las publicaciones infantiles Macaco y Macaquete. En 1932, junto con Joaquín Xaudaró y Antonio Got, fundó la Sociedad Española de Dibujos Animados Sonoros, pionera del cine de animación. Durante la guerra se refugió en Valencia y trabajó, ocultando su identidad, como profesor de caligrafía en la Academia Comercial Morales. De vuelta en Madrid, la pluma fue sustituyendo al lápiz. En 1940 fundó el semanario Dígame, del que fue director hasta 1970, y publicó sus memorias: Yo, García: Una vida vulgar. Logró gran reconocimiento como crítico taurino y reunió una nutrida biblioteca sobre el tema. Falleció en Madrid, el 31 de enero de 1984. Le recordaron Antonio Mingote y Forges.

«K-Hito defendió posturas conservadoras», indica René Parra. «En Barcelona, ciudad en la que residió en 1914, dibujó para ¡Cu-cut!, catalanista pero conservadora, y otras cabeceras de derechas como ¡Maura Sí! o Gráfico Legitimista. Cuando se proclamó la Segunda República vio con buenos ojos el nuevo régimen, pero tras las negociaciones y proclamación del Estatuto de Autonomía de Cataluña (1932) se identificó cada vez más con la derecha católica. La redacción de la revista Gutiérrez se vio dividida a raíz de esa toma de partido, lo que quizá precipitó su cierre en 1934. Al estallar la guerra hubo dibujantes del semanario que colaboraron con el bando sublevado, como Mihura y Tono, que trabajaron para la revista La Ametralladora, y otros que lo hicieron en el bando republicano, como Bluff, que dibujó para la revista La Traca, de Valencia. K-Hito pasó la guerra en Valencia, pero ocultando su identidad, para evitar probables represalias. Regresó sin percances a Madrid al término de la contienda. Bluff fue encarcelado y fusilado en junio de 1940.

Otros grandes semanarios humorísticos o satíricos que se publicaron en España a principios del pasado siglo fueron: en Madrid Buen Humor (1921-1931) y la antirrepublicana Gracia y Justicia (1931-1936), en Barcelona la veterana Esquella de la Torratxa (1872-1939) y en Valencia La Traca (1912-1938), que evolucionó a lo largo de su convulsa trayectoria, pues entre 1931 y 1936 predominó un humor virulento, erótico y anticlerical, y en una segunda etapa la sátira antifascista de Bluff, cuyo estilo había madurado en las páginas de Gutiérrez.

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